A primera hora de la tarde, sin tiempo casi para echar la siesta, la sexta edición del Iruña Rock echó a andar. Algunos valientes franquearon las puertas en el mismo momento en el que estas se abrieron. Afortunados ellos, pues pudieron disfrutar de Pubic Enemy, joven combo madrileño que ya cuenta con un epé en su haber, Bad blood. Les tocó la difícil labor de inaugurar el festival y lo hicieron con convicción y entrega, poniendo a bailar a quienes allí se habían acercado. El público fue llegando progresivamente.

Durante la actuación de The Lio, la pista ya iba presentando un buen aspecto. La banda Navarra desplegó sobre escenario una buena muestra de su estilo, que no se sale de las coordenadas de ese punk rock que tanto se ha practicado por estos lares. Interpretaron canciones de su primer y hasta ahora único disco, de título homónimo y publicado en 2022. Supieron conectar con la audiencia, especialmente cuando tiraron de versiones, como la de Esperando en un billar, de Barricada, y La vida sigue igual, de Tijuana In Blue, que les quedaron francamente bien (lo cual es lógico, pues se nota que es la música que más han mamado).

Una de las grandes innovaciones de la edición de 2023 fue la inclusión de un segundo escenario, coordinado por la Navarra Music Commission, dedicado exclusivamente a artistas emergentes de nuestra comunidad. Fue una buena idea incluir este segundo escenario y fue una idea todavía mejor colocarlo enfrente de las barras. Así, mientras la muchedumbre acude a por refrigerios cuando acaban los grupos del escenario grande, se dan de bruces con el pequeño.

El primero de los grupos en actuar allí en la edición de este año fue Cliford, cuarteto de rock en euskera con tendencia a los sonidos fuertes, podríamos decir que cercanos al stoner. La voz de su vocalista sabe abrirse paso e imprimir un punto melódico a su propuesta, y así lo hizo ante las miradas de aprobación de la parroquia.

Zea Mays, cantando con energía. Iban Aguinaga

Zea Mays, valor seguro

De vuelta al escenario principal, ya con un público bastante numeroso, llegó el turno de Zea Mays. El cuarteto vizcaíno es un valor seguro y cuenta con numerosos adeptos a su sonido de rock épico. Como siempre, ofrecieron un espectáculo con mucho empaque, liderados siempre por la presencia escénica y la voz inconmensurable de Airoa Rentería. Hicieron una gran versión de Corazón de tango, de Doctor Deseo, grupo con el que Airoa ha colaborado en numerosas ocasiones, y hasta tiraron confeti en varias ocasiones; la última, cuando se despidieron con Kukutza III.

La noche iba de cuartetos y con esa formación salió RedOX al escenario de la Navarra Music Commission. Los tudelanos supieron captar la atención de los que habían ido a verles, que los había, y también de los que pasaban por ahí. Interpretaron temas del epé que parieron el año pasado, Selección natural, y facturaron un sonido veloz y endiablado, casi siempre tirando al punk, pero sin renunciar en algunos momentos a una contundencia casi metalera.

Uno de los conciertos principales de la jornada comenzó con diez minutos de retraso, cosa que el público aprovechó para acomodarse frente al escenario principal para disfrutar del concierto de Sociedad Alkoholika. Los alaveses están a punto de publicar su nuevo disco, que llevará por título Confrontación. Sin nuevo material que presentar, la banda optó por repasar su extensa carrera, lo cual fue, sin duda, del agrado de sus seguidores.

Al cierre de esta edición, Engantxados estaba comenzando a repartir estopa en el escenario de la Navarra Music Comission. Y todavía quedaba mucha noche por delante, con algunos de los platos fuertes del festival, como Kaos Urbano, Los Chikos del Maíz en el que posiblemente fuese su último concierto en Navarra (hace pocas semanas anunciaron su disolución a finales de este año), Nativa y Manny Calavera, en el escenario principal, y Muga Zero en el de los artistas navarros.