Un paseo entre mundos posibles que nos recuerda el carácter cíclico de toda civilización, la nuestra incluida. Es lo que propone Sueños de hormigón armado, exposición con la que arranca una nueva edición del programa Mapamundistas.

El artista Ignacio García Sánchez (Madrid, 1987) es el autor de esta propuesta expositiva, que habita hasta el 25 de octubre el vestíbulo del edificio El Sario de la UPNA.

Visitable de lunes a viernes de 9.00 a 21.00 horas, la muestra invita a detenerse en la contemplación de una obra que se asoma a la ruina y a la tensión que ésta alberga entre civilización y naturaleza.

Extrañamientos

Ignacio García Sánchez se sirve de técnicas que han sido tradicionalmente vinculadas a la edificación de monumentos: el dibujo como forma de proyección arquitectónica, la fotografía como registro, y el bajorrelieve como técnica escultórica para ornamentar las paredes con símbolos o inscripciones. Así, usando la ruina como forma de imaginar mundos posibles –pasados o futuros–, el artista crea paisajes arquitectónicos medio derruidos e invadidos por la naturaleza, que encarnan los sueños megalómanos de los poderosos de ayer y hoy.

Concebidas en una gama de color y con unos trazos que recuerdan la estética de algunas series de anime, sus construcciones nos colocan frente a una certeza inevitable: la fragilidad de todo.

El artista lanza una mirada con distancia a nuestra propia civilización y su carácter cíclico. “No es que yo desee que todo colapse, sino que tarde o temprano sabemos que va a ocurrir, en cincuenta años o en mil, y es un mecanismo de extrañamiento que también se usa en la ciencia ficción, esa necesidad de que al hablar de una cultura lejana o imaginaria, de repente se presta atención a todos los detalles. Yo aplico esto a nuestra propia civilización”, dice a propósito de los dibujos y relieves que exhibe en El Sario, dos líneas de trabajo diferentes unidas por la idea de ruina.

“Me interesa el concepto de ruina porque en él está esa tensión permanente entre lo natural y lo artificial. Hablamos de ruina, de objetos construidos por los humanos, por lo tanto se consideran artificiales; pero esos objetos han sufrido un proceso que los acerca a lo natural, en algún momento volverán a ser rocas o material indistinguible del entorno, entonces las ruinas se encuentran en ese estado intermedio. Y nos sirven para pensar sobre cómo construimos las cosas, y al final, sobre la fragilidad de todo”, reflexiona García Sánchez.

Arquitecturas ficticias

Para crear los dibujos de Sueños de hormigón armado, a los que él llama “arquitecturas ficticias”, el artista se inspiró en estilos de profesionales contemporáneos, como la arquitecta Zaha Hadid, y los aplicó a tipologías de la historia de la arquitectura que quizá ya no se usan tanto, como un arco de triunfo (en otros casos una cúpula, un anfiteatro o una fortaleza-búnker). “A esas arquitecturas imaginarias les apliqué a su vez el paso del tiempo, entonces la imagen que vemos muestra todo lo que ha podido ir cambiando, en siglos, desde que se construyó. Ya no hay gente, o apenas unas figuras por ahí, y han pasado cosas. A lo mejor la estructura tiene otra función o está abandonada...”, cuenta el autor de estas obras creadas a la manera de dibujos previos o bocetos que los profesionales de la arquitectura utilizan para presentar un proyecto todavía no concluido.

“El concepto de ‘ruina’ me inspira reflexiones sobre cómo construimos las cosas y, al final, sobre la fragilidad de todo”

Ignacio García Sánchez - Artista plástico

“Así que es la temporalidad de un proyecto futuro, por construir, pero a su vez lo estamos viendo ya como si fuera una ruina, pasado mucho tiempo. Y esto conecta con muchos temas que no me he inventado yo, ya en el romanticismo se trabajó mucho con la ruina, se valoraba más la ruina que el edificio nuevo en algunos casos, y eso contrasta con la arquitectura actual, con que ahora no se piensa en el futuro ni siquiera de aquí a unas décadas. No importa que los edificios perduren”, dice el artista.

Los poderes y su afán de dominación

La otra línea de trabajo que presenta en El Sario se materializa en seis bajorrelieves realizados en escayola. Un proyecto que surge de una investigación de Ignacio García Sánchez sobre los muros y su papel en la historia de la humanidad, “cómo separaban a las primeras civilizaciones sedentarias, y los que quedaban fuera solían ser los nómadas, cazadores recolectores a quienes se identificaba siempre con bestias salvajes, con lobos, osos..., predadores que amenazaban a los pastores”, explica.

“Y poco después, a partir de la Edad Media, con el desarrollo de la heráldica, esos mismos animales que se consideraban como algo peyorativo y se identificaban con los bárbaros peligrosos fueron los que configuraron todo el imaginario heráldico occidental que todavía vemos en escudos y banderas, en la iconografía de cualquier entidad política y de familias aristocráticas”, apunta el artista, que, con estas creaciones que lucen aquí colores llamativos y chocantes –otro extrañamiento–, pone de relieve “que en realidad esta iconografía conecta con la agresividad y la violencia, con el afán de dominación de los poderes que la utilizaban como enseña”.

El artista

Ignacio García Sanchez comenzó a estudiar Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y terminó en la Hochschule für bildende Künste de Hamburgo.

En su trabajo explora alternativas al modelo sociopolítico actual, mediante un particular lenguaje narrativo y visual, basado en el dibujo y en recursos formales tomados de campos como la arquitectura, la ilustración de libros infantiles, el cómic, la heráldica o la simbología política.

Recientemente, ha expuesto individualmente en el Gabinete de dibujos (Valencia) y en Storm and Drunk (Madrid). Ha recibido las becas VEGAP y las ayudas a la creación de la Comunidad de Madrid. También ha recibido el Primer Premio de la Sala El Brocense de Cáceres.