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La palabra, la pregunta y el asombro, claves para construir una imaginación crítica

Los escritores Cristina Rivera Garza y Patricio Pron descubren 'El incierto lugar de la literatura' a través de espacios abiertos a la sorpresa y la incomodidad en el último día de los Encuentros de Pamplona

La palabra, la pregunta y el asombro, claves para construir una imaginación críticaIban Aguinaga

La literatura es un lugar incierto en el que el lenguaje es interrogado. Roland Barthes –crítico, semiólogo y filósofo estructuralista francés– entendía que la palabra no solo era un medio con el que comunicar un mensaje, sino que también lo problematiza, descompone y lo explora en todas sus dimensiones. Para ello, es preciso el uso de la imaginación como motor del lenguaje. “Tal y como explica la RAE, este término hace referencia a una facultad del alma para representar las imágenes de las cosas reales o irreales. Es una proyección hacia el futuro. Nabokov decía que un escritor necesita la precisión del poeta y la imaginación de un científico”, explicó Valerie Miles, editora, escritora y traductora estadounidense que dinamizó la ponencia titulada El incierto lugar de la literatura, en la que participaron los escritores Cristina Rivera Garza, mexicana ganadora del premio Pulitzer de 2024, y Patricio Pron, argentino galardonado con los premios Juan Rulfo y Alfaguara de novela.

A través de esta conferencia se cerró el telón del ciclo Literatura con vuelta de hoja, un itinerario con el que se pretendía que los espectadores “no dejen de preguntar por lo que somos, por el destino humano no extendido por la memoria y el porvenir. Además, todo esto se encuentra en un complejo equilibrio entre realidad y ficción”, señaló Miles. Esta pulsión es, precisamente, la que demuestra que el lenguaje no es neutro y que la literatura tiene el poder de desestabilizar las convenciones y transformar el mundo “en otra cosa, en la que nosotros deseemos”.

Sin embargo, este nuevo espacio –un lugar incierto de la literatura–, solo puede conseguirse a través de “materiales” como la escritura, el arte, la lectura o la investigación. En ese sentido, Cristina Rivera Garza opinó que la escritura y la literatura son dos prácticas del saber que le permiten “interrogar el lenguaje de las narrativas que vivimos y crear unas experiencias críticas. La escritura tiene la potencia de lanzar preguntas incómodas y de crear otros mundos”. Entre tanto, la imaginación atraviesa la realidad de forma crítica y cuestiona “nuestros medios, nuestros instrumentos. Esto nos fuerza a reconsiderar las nociones que teníamos como ciertas y empezamos a dudar, a investigar y a generar nuevos espacios críticos”, disertó.

A pesar de que la sociedad actual se guíe por la inmediatez, las preguntas se deben caracterizar por la lentitud y el cuidado con el objetivo de ralentizar el proceso y cuidar lo que se hace. “Uno tiene que conocer sus tradiciones para poderles dar la vuelta. Eso es lo que hacen las formas contemporáneas que entremezclan la realidad y la ficción. Por lo general, trabajamos con materiales que son muy complejos y que necesitan asentarse en nuestro cuerpo. Queremos saberlo todo, pero el paso previo es albergar muchas dudas y tratar de comprenderlas poco a poco”. 

En esa misma línea, el escritor Patricio Pron aseguró que el potencial crítico de la literatura es que “se articula en un momento donde no tiene lugar la imaginación o la creatividad. En 1972, cuando ocurrieron los primeros Encuentros, parecía que la sociedad se estaba abriendo a una nueva perspectiva de futuro y, no obstante, en 2024, eso se está agotando. Nos encontramos con un exceso de pasado con el que es muy difícil vivir. La mayoría de los productos culturales niegan la posibilidad de la imaginación y, por tanto, un futuro”, defendió. En concreto, mencionó que existen plataformas como Tiktok que se reiteran en el pasado, “como si fuésemos incapaces de conseguir cosas nuevas”. Ante esta situación, las artes adquieren el carácter de una forma de resistencia porque, en palabras de Pron, “la escritura permite que abramos los archivos y que encontremos algo parecido a una idea de futuro”.

El enigma de la literatura

Escribir es una forma de leer y leer es una forma de escribir. Mis libros no parten desde una certeza, sino que trato de descubrir en el acto de creación qué opino acerca de las cosas”, definió Pron. Para ambos escritores, el enigma de la literatura se esconde la tarea de conocer el mundo. De hecho, “cuando escribo lo hago para saber cuál es mi relación con los materiales de los que dispongo. No parto de algo establecido porque a mí me atrae enterarme de a dónde voy con mis proyectos. Me quedo con aquellas tareas donde las dudas son muy grandes y hay algo que no puedo resolver. Con esto, no quiero decir que al finalizar un libro concluyo mis pensamientos, pero estoy un paso más cerca de conseguirlo”, apuntó Rivera Garza.

Por su parte, Pron hizo referencia una frase de Marguerite Duras que versa: “Escribir es averiguar lo que escribiríamos si escribiésemos”. A través de esta sentencia quiso expresar que es necesario generar un espacio que simboliza una instancia de recepción de los materiales. No se trata de revelar el tema principal del libro, sino de permitir que exista un lugar incierto en el que suceda la sorpresa. “Los materiales permiten que se produzca el asombros porque no siempre se dirigen hacia donde esperamos. Ante esto, nos tenemos que mostrar receptivos porque sin el estupor no hay literatura”.

En ocasiones, esta duda puede generar miedo, tensión o incomodidad porque se convierte en un riesgo que exige al lector o al escritor no sentirse seguro de todo cuanto le rodea. “El gran desafío es compartir estos enigmas. Es muy valiente apostar por algo que no sabes y saltar hacia el otro”. No obstante, en el momento en el que esta experiencia de la imaginación se regala al otro, uno ya puede decir que ha ocurrido y que, por tanto, es real: “Siempre que me preguntan si algo de lo que cuento me pasó de verdad les digo que sí porque sucedió en el momento en el que yo lo escribo y también en el que otro lo lee. Está trascendiendo las categorías de lo real y lo ficticio. Se adquiere una realidad mucho más importante que la de la experiencia concreta”, señaló Pron.

A la hora de constituir una voz propia, Rivera Garza consideró que los materiales constituyen unos elementos que dan instrucciones de cómo llegar al mundo de las ideas. “Mi cuerpo toma decisiones de escritura que se hicieron antes. Gran parte del proceso de escritura tiene que ver con poner todo tipo de atención hacia lo que nos rodea y honrar aquello que está hay, con toda su complejidad”. Por esto, muchas veces se dificulta la idea de constreñir la imaginación dentro de una categoría o género determinados. “Hay que romper con todo para que de la literatura emerja una nueva historia. El tiempo que le dedicamos a un libro o a una obra de arte constituyen una experiencia que nos transforman. Tenemos que conseguir que el arte pueda ser otro. Nuestras democracias dependen de que más y más personas puedan conseguir una experiencia y una práctica más completas, pero lo que está pasando en la actualidad es más bien al contrario”. Sin embargo, en la literatura, que es un laboratorio de vidas posibles, “encontramos la posibilidad de ser otros, de confrontarnos con otros textos”, opinó el escritor argentino.

Libros incómodos

“¿Por qué queremos volver a leer el mismo libro, la misma película que ya hemos visto? Nadie quiere vivir constantemente el mismo día”, concluyó Pron. La industria ofrece productos similares a las personas que han probado algo parecido en el pasado. Ahí surge el problema. De pronto, la gente se encuentra con un espacio conocido y cómodo que no les permite fluir en el pensamiento o la imaginación crítica. La literatura se aleja de su lugar incierto y abandona la sorpresa. Por esta razón, ambos autores apuntaron que siempre estarán “del lado de los libros incómodos que no necesitan de una carta de buena conducta para existir”.