Hydra: La Valiente fragilidad de ser
'Hydra', el libro de poemas ilustrados explora la lucha por encontrar un lugar en un mundo que teme lo diferente y se presentará este viernes a las 19.00 horas en la librería Elkar Leire.
Las enfermedades son, quizás, una de las experiencias más universales que compartimos como seres humanos, pero, a la vez, son algunas de las más incomprendidas e invisibles. A lo largo de nuestras vidas, nos enfrentamos a diversas dolencias, ya sean físicas, mentales o emocionales. Sin embargo, a menudo nos encontramos atrapados en la narrativa de la lucha incansable, en la que la enfermedad se ve como una batalla a vencer, como si existiera una única forma de enfrentarse a ella: la superación. Pero, ¿qué ocurre cuando esa lucha no puede ganarse? ¿Cuando la rendición se presenta como una opción tan legítima como la lucha misma? ¿Es el cansancio y la falta de fuerzas una señal de derrota, o más bien una forma de aceptación de lo que somos y de lo que nos ocurre?
Sobre estas cuestiones habla Hydra, el libro de poemas ilustrados que se presentará este viernes 15 de noviembre a las 19.00 horas en la librería Elkar Leire. Un proyecto nacido de la experiencia personal de sus autoras, Regina Salcedo y Liébana Goñi, quienes, después de haber trabajado juntas en proyectos anteriores, se entienden profundamente, compartiendo “una conexión única y una visión común”. Hydra es el resultado de un trabajo colaborativo en el que cada una aporta su mirada personal y su talento, pero en el que se han complementado perfectamente, entendiendo el lenguaje de la otra, tanto visual como literario. Ambas autoras se sienten “muy orgullosas” de lo que han logrado y querían que este trabajo viera la luz “sí o sí”, comentan. Fue Goñi, inspirada por la experiencia de su madre, quien dio forma visual a la historia, mientras que Salcedo, con sus palabras, aportó la profundidad emocional y filosófica que completa la visión. La colaboración entre imágenes y textos ha creado una obra en la que cada elemento “se complementa y potencia mutuamente”, y el resultado es algo que ambas consideran “no solo un reflejo de su trabajo conjunto, sino una parte esencial de sus propias historias”.
Hydra no busca ofrecer respuestas fáciles ni soluciones simplistas. Por el contrario, invita a “reflexionar sobre la fragilidad, las limitaciones y la dignidad humana cuando nos enfrentamos a la enfermedad, ya sea propia o de un ser querido”. La protagonista del libro no tiene nombre ni una enfermedad definida, lo que la convierte en un reflejo de todos y todas, en una figura universal cuya lucha podría ser la de cualquiera. Al no ser un personaje específico, su experiencia se vuelve más cercana, permitiendo que el lector se identifique con ella, ya sea como quien sufre o como quien observa. De esta manera, “la historia trasciende la singularidad de un individuo y se convierte en la de todos, invitando a cada uno a verse en sus silencios, dudas y momentos de fragilidad”.
No es una batalla
En una sociedad que celebra las historias de superación, donde la adversidad se presenta como un obstáculo temporal que puede ser vencido con suficiente determinación, se olvida una verdad esencial: las personas enfermas “no son héroes ni víctimas de una batalla por la vida”. Su sufrimiento no necesita ser transformado en una historia de victoria para ser válida. “A veces no se trata de ganar o vencer a la enfermedad, sino de decidir no luchar más. Y eso, en muchas circunstancias, es completamente legítimo”, señala Liébana Goñi. Esta reflexión nos invita a cuestionar la “presión social” que recae sobre la persona enferma para encajar en una narrativa de lucha constante, mientras se invisibilizan todas las formas de resistencia que no se ajustan a este molde. Regina Salcedo destaca la importancia de reconocer el sufrimiento “en su propia esencia, sin imponerle un marco de victoria”.
“A veces no se trata de ganar o vencer a la enfermedad, sino de decidir no luchar más. Y eso, en muchas circunstancias, es completamente legítimo”,
La figura del cuidador es otro de los elementos olvidados en muchas narrativas sobre la enfermedad. A menudo, es la mujer quien asume este rol, sobrecargada con el peso de cuidar de forma invisible, en medio de la tensión y el dolor ajeno. Aunque está presente en cada momento del sufrimiento, “rara vez recibe el reconocimiento que merece”. Su sacrificio, desgaste emocional y angustia “permanecen ocultos bajo la sombra del sufrimiento del enfermo”, eclipsados por la atención puesta sobre el paciente. Sin embargo, también enfrenta una batalla propia. “El cuidador, muchas veces, queda en las sombras. Mientras se habla de la persona enferma, el cuidador sigue siendo un espectador que, aunque está presente en cada momento, apenas recibe atención. ¿Pero quién cuida al cuidador? ¿Quién ve el peso de la carga que lleva sobre sus hombros?”, reflexiona Regina Salcedo, visibilizando la labor invisible de aquellos que cuidan a los demás.
En Hydra, la mirada se dirige hacia un enfoque diferente: la cuidadora es la misma protagonista. Ella decide ser su propia cuidadora. No hay un cuidador externo, un personaje que se encargue de su bienestar. Ella se enfrenta a la enfermedad, a la “incomodidad de su vulnerabilidad”, pero también asume el papel de quien se atiende a sí misma. Este autocuidado “no solo es una forma de resistencia, sino una declaración de autonomía frente a la adversidad”. No se trata de una mujer que espera ser salvada, sino de una que decide, por encima de todo, cuidar de sí misma, aunque a veces el cansancio o la derrota se hagan presentes, destacan las autoras.
“Vivimos en una sociedad que, en su prisa por avanzar, no tiene tiempo para ver lo que no es inmediatamente visible”
Sin embargo, es importante reconocer que la sociedad “rara vez contribuye a este proceso”. En un mundo que avanza rápidamente, que celebra la productividad y la eficiencia, los espacios para el cuidado, tanto del cuerpo como del alma, “son fácilmente ignorados”. Las personas que asumen el rol de cuidadores, ya sea de sí mismos o de otros, “se ven arrastradas por el ritmo acelerado de una sociedad que no sabe detenerse a reconocer lo que permanece en silencio y lo que es invisible”. “Vivimos en una sociedad que, en su prisa por avanzar, no tiene tiempo para ver lo que no es inmediatamente visible”, reflexiona Salcedo, apuntando a la desconexión de un entorno que no sabe detenerse a escuchar el dolor que no tiene una respuesta inmediata ni una solución rápida.
Hydra y Casandra
La aparición de la Hydra en la obra cobra un significado simbólico importante, pues no solo alude a un sufrimiento que no puede ser ignorado, sino que se relaciona con el mito griego de la Hydra de Lerna. Según la leyenda, la Hydra era un monstruo con múltiples cabezas que se regeneraban cada vez que eran cortadas. Esta imagen es una metáfora del sufrimiento que parece inagotable, que, como la Hydra, “crece y se multiplica, desbordando cualquier intento de control”. La conexión con la protagonista es clara: su dolor, como la Hydra, no puede ser erradicado fácilmente y enfrenta una lucha constante con sus propias limitaciones y vulnerabilidades. “El sufrimiento es como la Hydra: crece y se multiplica, cada intento de cortar una cabeza solo revela más. Pero el proceso de enfrentarlo y aceptarlo es un acto de valentía que a menudo no se ve”, reflexiona Liébana Goñi, resaltando la imposibilidad de erradicar el sufrimiento, pero también la fuerza que implica enfrentarlo día a día.
Además, el mito de Casandra, que se relaciona con la imposibilidad de ser escuchada a pesar de tener la verdad, también resuena en la historia. Casandra fue condenada a predecir el futuro con exactitud, pero nadie creyó en sus profecías. Esta condena de invisibilidad se refleja en la historia de la protagonista, cuya lucha interna y sufrimiento “pasan desapercibidos para una sociedad que no sabe ver más allá de su propio ritmo frenético”.
En este contexto, Hydra no solo aborda el sufrimiento del enfermo, sino también la mirada del que observa desde afuera, la de aquellos que se ven incapaces de detenerse a escuchar, a ver más allá. El protagonista debe enfrentar “no solo la enfermedad, sino también la invisibilidad impuesta por los demás”.