El grupo, cuya despedida definitiva será el año que viene, estará acompañado de Melenas, otra banda navarra que ha dado mucho que hablar en los últimos años.

Chill Mafia regresa a Pamplona con su gira de despedida. ¿Cómo y cuándo decidieron la separación?

–Fue en una reunión que hicimos, comentando una posible gira que se estaba planteando por toda España, incluso con planes de salir fuera. Vimos que era mucha responsabilidad la gestión del grupo, cómo estaba yendo y cómo lo habíamos hecho hasta ahora. Decidimos acotarlo a nuestra zona para quedarnos con buen sabor de boca. Así surgió. Había muchos planes de futuro, y siempre nos ha dado mucho vértigo pensar a largo plazo, así que decidimos hacer estos bolos como despedida del grupo, estaba claro que era lo que más íbamos a disfrutar.

Entiendo que debe ser difícil finiquitar un grupo que ha subido tanto y tan rápido, justo cuando está en su mejor momento y tiene tan buenas perspectivas por delante.

–Hay un poco de todo. Cuando te paras a pensar y ves dónde has llegado, no te lo crees, parece increíble. Ninguno de nosotros buscaba nada al respecto. Hay mucha gente que lleva currándoselo desde hace mucho tiempo y nosotros hemos tenido la suerte de llegar por ser amigos, juntarnos, disfrutar y bailar. No nos lo esperábamos. Claro que piensas en todo lo que podríamos haber seguido haciendo en el futuro, pero, por otro lado, también sentimos que ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer como grupo. Siempre vamos a seguir siendo amigos. No estaremos juntos en el escenario, pero sí apoyando lo que haga cada uno con sus nuevos proyectos.

Parece que han preferido preservar ese espíritu amateur de cuando se juntaron para hacer música sin pretensiones, antes que arriesgarse a que la profesionalización del grupo lo deteriorase.

–Sí, totalmente. Esa es la clave. Cuando te metes en un proyecto tan profesional, que es a lo que sin querer habíamos llegado, tienes que plantearte si quieres seguir profesionalizándote o no. Ha habido gente que no ha querido; Irene, que siempre ha estado con nosotros, no ha querido estar en esta gira, ha preferido seguir con sus estudios y con otras cosas de su vida, y se ha apartado de los escenarios. Al trabajar tanta gente, no hay esa disciplina de que todos queramos lo mismo. Todo lo hemos hecho sobre la marcha, y cuando nos hemos sentado a pensar, lo más sensato ha sido hacer estos pocos conciertos y dejarlo sin agobios. Empezamos con 21 años de media, estábamos casi todos estudiando, sin mucha idea de para donde tirar; la música era un hobby, no algo por lo que quisiéramos dejar todo lo que estábamos haciendo. Ha sido una decisión honesta: antes de acabar mal, vamos a terminar bien, disfrutando como lo hemos hecho siempre.

La trayectoria de Chill Mafia ha sido corta, pero intensísima. Si mira atrás y piensa en estos cuatro años, ¿qué te viene a la cabeza?

–Lo primero que me viene es la palabra amigos. Ha sido algo que hemos disfrutado como amigos, y lo seguiremos disfrutando hasta el final. Y todo lo hemos hecho entre nosotros, gente muy corriente, sin ideas frívolas ni estrategias de ningún tipo. Me quedo con la naturalidad, es lo más bonito que tiene la Chill Mafia.

¿El éxito les ha afectado en sus vidas personales? Salían en los medios, la gente hablaba de ustedes…

–Creo que en lo personal, en lo cotidiano, te extraña que hablen de ti. Lo bueno de un grupo como el nuestro es que la gente conoce a Chill Mafia, pero no tanto a los miembros del grupo. Casi todos seguimos en nuestros barrios, en casa de nuestros padres. Hemos sentido mucho apoyo de nuestro entorno, pero no estamos en Hollywood, esto es Pamplona. Igual la gente te reconoce, pero no te dice nada. Somos uno más y siempre será así. La presión quizás se notó a la hora de la creatividad, porque al principio girábamos mucho y no teníamos tiempo para quedar a hacer música. También es cansado: salir el viernes de trabajar, hacer tres conciertos el fin de semana y el lunes, vuelta al trabajo. Al principio no lo piensas, pero cuando llevas dos años de gira, empieza a pesar.

No sé si le da vértigo hablar de legado, pero, cuando la gente piense en Chill Mafia, ¿qué cree que recordará?

–Eso lo tiene que decir la gente. A mí no me da vértigo la palabra, porque es lo que dice la gente. Lo más importante es que la gente disfrute de lo que hemos hecho y perciba la naturalidad con la que lo hemos hecho; desde lo más cotidiano, desde el disfrute del día a día. No hace falta haber estado en el conservatorio para juntarte con gente y hacer música, pueden pasar mil cosas.

¿Cómo están viviendo estos últimos conciertos?

–Ha sido muy bonito ver cómo todo se agotó en muy poco tiempo. La implicación de la gente, la ilusión… Desde gente de 16 años hasta gente de 60; que todo ese público pueda disfrutar de nuestra música me parece precioso. Lo estamos disfrutando mucho, y recordándolo también lo disfrutaré. No hay pena.

El broche de oro lo pondrán en Bilbao, donde ya han tenido que ampliar el aforo y han preparado una gran fiesta.

–Como nos gusta a nosotros, mucha fiesta. Va a durar hasta las 6 de la mañana, no sé si se ha hecho alguna vez en el BEC algo parecido. En Pamplona hemos organizado después del concierto cuatro afters más por bares de la ciudad. En Bilbo también, y en Madrid y Barcelona queremos hacer lo mismo. No solo van a ser los conciertos, sino lo que más nos gusta: un gran baile de celebración.

¿Esta despedida hay que tomarla como un hasta siempre o como un hasta luego? ¿Hay posibilidad de que vuelvan a reunirse?

–Creo que es un hasta luego porque todos, absolutamente todos, vamos a seguir en la música de una forma u otra. No te sé decir si se nos va a ver en un escenario o dónde, pero somos jóvenes todavía, nunca sabes lo que va a pasar. Lo que está claro es que cada uno va a hacer sus cosas, y si en algún momento surge la oportunidad de celebrar cómo empezamos y cómo hemos seguido, estaremos encantados de hacerlo.