Idoia Iribertegui (Pamplona, 1973) ha dado vida con sus ilustraciones al relato que un jovencísimo Federico García Lorca que todavía no había cumplido los 20 años dedicó a la vida de un pueblo español en una tarde de domingo.

Tarde dominguera en un pueblo grande formó parte del primer libro publicado por el célebre poeta y dramaturgo granadino, y su único libro en prosa poética, Impresiones y paisajes (1918), que recogía descripciones líricas en prosa de cuatro viajes por Castilla, Galicia y Andalucía.

Un libro, el menos conocido de toda su producción literaria, que el propio escritor autoeditó y que costeó su padre. No tuvo muchos lectores en su día, de hecho fue una edición que su autor hizo para regalar. Lorca era entonces más músico –estudió piano– que poeta, y se refleja en este escrito que suena muy vivo hoy, y todavía más ahora con la aportación de la dibujante pamplonesa.

Un pueblo andaluz, años 20

Dieciocho fantásticas y bellas ilustraciones nos sumergen en esta historia que transcurre en una tarde de domingo en un pueblo español que Idoia Iribertegui ha querido situar en Andalucía.

“Yo no conozco el sur, solo estuve una vez en Cádiz de vacaciones, y he viajado dibujando, imaginándome un pueblo andaluz de los años 20, con sus mantillas y peinetas, su colorido, sus verdes, sus ocres... Me he basado mucho en fotografías antiguas y he traído a la actualidad esa España de los años 20 que vemos en fotografías sepia o deslavadas”, cuenta Iribertegui sobre las imágenes narrativas que acompañan este relato, del que destaca “su viveza”.

Una de las ilustraciones de Idoia Iribertegui para 'Tarde dominguera en un pueblo grande'. Cedida

A la hora de ilustrarlo, la artista lo ha mirado desde una perspectiva cinematográfica. “Es, como dice el título, una tarde dominguera en un pueblo grande. Fede (Federico García Lorca) entra en el pueblo y las chicas y los chicos se van engalanando porque hay un baile en la plaza. Hay personajes que tienen una continuidad en las ilustraciones, como unas niñas que corretean por todo el libro, una gitana... Primero he dibujado planos generales y conforme el texto avanza, me he ido acercando más a los personajes, como si se acercase una cámara”, cuenta Idoia Iribertegui, apuntando que ha añadido algunos guiños familiares con personajes de su propia cosecha, que no se describen en el texto pero que le apetecía que estuviesen, como “un señor vasco con su txapela al que llamo Iñaki”.

“He traído a la actualidad esa Andalucía de los años 20 que vemos en fotografías sepia o deslavadas”

Idoia Iribertegui - Ilustradora

La artista ha trabajado con detalle sus ilustraciones, y cuenta como curiosidad que se pegó “dos mañanas enteras dibujando bocetos de bueyes” para poder crear luego los que aparecen en pequeñito en el libro, y también practicó el dibujo de objetos como la alcuza, el recipiente para guardar aceite que lleva uno de los personajes.

"Aquí está el Lorca aprendiz de piano"

A medida que el relato avanza, va ganando en movimiento. “Lo hueles, lo sientes, lo escuchas, lo ves”, destaca Iribertegui de este escrito en el que late con fuerza la pasión de Lorca por la música, el piano en concreto, y por el jazz.

“Hay una parte en la que describe muy bien a los músicos, así que me he centrado en ellos en varias de las ilustraciones”, cuenta. Las hojas de los árboles simbolizan la música que suena en esta obra que, llegado un momento, de pronto se va oscureciendo, como la tarde de un domingo cualquiera. “Hay un cambio de color también en las ilustraciones, hacia los colores del crepúsculo. Empieza la parte final de la tarde”.

La música suena en el libro, en el que late la pasión de Lorca por el piano y el jazz. Cedida

El silencio, la quietud y la paz con la que empieza el relato se vislumbran de nuevo en el final, en el que la música es clave. “Aquí está el Lorca aprendiz de piano. Y en toda la obra los sonidos están muy presentes: sonidos de animales, de la naturaleza...”, describe la ilustradora pamplonesa, destacando que “el relato acaba como empieza; primero entrando en el pueblo y al final saliendo de él, y en medio es un recorrido descriptivo que te va llevando por ese lugar, como si tú vas paseando con Lorca y mirando alrededor”, dice Iribertegui, quien considera este relato rico en metáforas y descripciones “un texto glorioso, por mucho que sea un Lorca primerizo y joven”.

Pasión por lorca: un hallazgo en la adolescencia

Todo 2024 estuvo Idoia Iribertegui volcada en este proyecto, que nació de una propuesta de la ilustradora a la editorial Triqueta. “Fue un año lorquiano, intenso, ha sido mucho trabajo”, dice, contenta “porque el libro está gustando mucho”. Ver su nombre en la portada junto al de uno de los escritores más importantes del siglo XX es para ella “como un sueño cumplido”.

“Quiero pensar que a Lorca le hubiera encantado”, dice sobre las ilustraciones de Tarde dominguera en un pueblo grande que ha creado con lápiz y lápices de color, además de pintura pastel para los fondos. “Aunque no lo parezca, trabajé con una gama de colores bastante restringida. Y muchas veces borraba, dibujaba y borraba dibujando, no porque hubiera cometido un error sino para sacar luces a los dibujos...”, cuenta.

“Este relato lo hueles, lo sientes, lo escuchas, lo ves; es como si vas paseando con Lorca”

Idoia Iribertegui - Ilustradora

La edición, muy bonita y cuidada, cuenta con prólogo y anotaciones de Montse Pena Presas que hacen del libro una herramienta de aprendizaje y conocimiento. Aunque es un proyecto de 2024, se puede decir que el origen del libro es la pasión de Idoia Iribertegui por Lorca, y ésta se remonta al año 1989.

“Cuando tenía 16 años encontré en mi casa una antología muy bonita de Lorca. No había Internet, teníamos para leer lo que te compraban tus padres... Ahí descubrí su obra, en la que más tarde profundicé a través del teatro, en unas clases que hice en el verano de mis 16 años en la Escuela Navarra de Teatro. Pasados los años, en 2018, recogiendo la casa de mis padres porque se trasladaban, yo me encargué de los libros y volví a encontrarme dos obras de Lorca. De nuevo las antologías. El libro Impresiones y Paisajes estaba en una de ellas al final, lo leí y este relato en concreto (dice aludiendo a Tarde dominguera en un pueblo grande) me llamó porque lo vi como una película, como un camino que vas recorriendo, y pensé en hacer algunas ilustraciones. Hice tres, las presenté a un concurso y luego se quedaron en un cajón, hasta que en 2023 le hablé de ello a Víctor Mascato, el editor de Triqueta, con quien me encontraba entonces en México. Le fascinó la idea y así nació este libro”, cuenta la ilustradora pamplonesa.

Biografía de George Boole y otros proyectos

Inmersa en la presentación y en pleno disfrute de ver el recorrido que inicia Tarde dominguera en un pueblo grande, Idoia Iribertegui trabaja en paralelo en otros dos proyectos. Por un lado, una obra de ficción del autor inglés Wilkie Collins; y por otro, prepara para la editorial A Fin de Cuentos la parte ilustrada de una biografía sobre George Boole, el padre de la lógica matemática, y su familia.

“George Boole salió de un entorno bastante humilde pero llegó a dar clases en la Universidad de Cork y contribuyó mucho al pensamiento matemático del que somos herederos hoy en día. Su familia, incluidas las generaciones que viven hoy, es muy interesante porque ha estado siempre muy relacionada con el mundo de la ciencia y de las artes”, cuenta la ilustradora, que todos los días se entrena en su arte y su oficio, una práctica de la que disfruta especialmente cuando pasea o va de viaje: “Siempre llevo un cuaderno y voy dibujando lo que veo”, cuenta.

Portada del libro. Redacción DNN

EL LIBRO

Autores: Federico García Lorca (texto) e Idioia Iribertegui (ilustraciones)

Prólogo y anotaciones: Montse Pena Presas

Editorial: Triqueta

Páginas: 48

Precio: 20 euros