Está ahí mismo, baña nuestras costas y, aún así, no lo conocemos. Aún más, hasta la frecuentan con asiduidad, acaban sorprendidos muy de tarde en tarde. Es el Cantábrico, el mar protagonista de Kantauri, un documental dirigido por los navarros Isaías Cruz y Xabier Mina. El preestreno de esta no ficción que bucea bajo el agua tuvo lugar la semana pasada dentro de Gnat Zinema, la Muestra de Cine de Naturaleza y Medio Ambiente que organiza la Diputación de Gipuzkoa. El estreno en salas comerciales, en cambio, tendrá lugar el viernes 4 de abril. 

Cruz y Mina son ambos submarinistas expertos. El primero es fotógrafo especializado en naturaleza y medio marino y guía de buceo, mientras que el segundo es licenciado en Ciencias Marítimas y docente. Se conocieron a través de un amigo común que regenta un centro de buceo en Iruñea. Como verdaderos “apasionados” del mar que son, cuentan, se entristecen al ver “las alteraciones del medio”.

“Lo que queríamos era enseñar a la gente qué es lo que hay aquí, por qué es tan importante eso que hay bajo el mar”, comenta Mina, que añade que han intentado luchar contra el prejuicio de que el Cantábrico es oscuro, yermo y que no vale nada. Todo lo contrario, el documental demuestra que bajo estas aguas habita una gran cantidad de vida llena de color. “Si queremos que la gente valore lo que tiene, lo que necesitamos es que, primero, lo conozca y así lo quiera conservar”, comentan los realizadores.

Xabi Mina e Isaías Cruz, directores de 'Kantauri'. N.G.

Sobre la génesis del proyecto, cuentan, que a lo largo de los años habían acumulado diverso material filmado bajo el mar y quisieron darle salida. La productora navarra 601 se interesó por el proyecto, al que acabó sumándose la irunesa Dibulitoon, una productora especializada en cine de animación y que en este caso ha salido de su zona de confort “Fue una suerte que se interesasen por el proyecto”, afirma Mina, dado que gracias a los “contactos” de la empresa que dirige Ricardo Ramón, el audiovisual ha podido contar con la intervención del escritor ordiziarra Patxi Zubizarreta, que junto a la pamplonesa Beatriz Iso se ha encargado tanto del guion como de narrar las versiones en euskera y castellano, o con la de Joseba Beristain, que se encargó de componer la banda sonora que grabaron la coral y la orquesta de Bratislava, teniendo como solista a Aiora Renteria, de Zea Mays. Estos profesionales, sumados a los que aportó 601, permitieron, a juicio de los directores, conformar un equipo técnico de excepción para rodar el documental.

¿Cómo es rodar bajo el mar?

No es fácil, reconocen los directores, aunque no tan distinto de rodar en tierra. Es más, tuvieron suerte, dado que las condiciones climáticas durante el periodo de grabación –las imágenes se rodaron entre enero de 2023 y marzo de 2024– fueron bastante favorables.

Eso sí, hay elementos condicionantes como el tiempo que un buceador puede permanecer en el agua, limitado por la capacidad de las botellas de aire comprimido que, de media, duran una hora. Si la práctica se hace con esnórquel o apnea, la sesión se prolonga más, hasta las dos o tres horas, cuando el operador “se cansa”.

Ejemplo de la rica vida marina del Cantábrico. N.G.

Las baterías también suponen un problema porque para cambiarlas, si se agotan, el buceador debe salir fuera del agua.

Y, claro, la visibilidad supone otro obstáculo, dado que los operadores, con buenas condiciones de luz, apenas pueden ver 15 metros en la distancia. “No es una visibilidad caribeña”, han bromeado.

Pero Mina y Cruz, y el resto del equipo, superaron cualquiera de esas complicaciones ofreciendo en Kantauri, un mar Cantábrico de abundante vida que ha sido registrada en alta resolución con lentes de ojo de pez que han permitido filmar animales de gran tamaño en su ambiente; con pequeñas cámaras escondidas que han captado lo imposible o mediante el uso de trípodes diseñados por el dúo de directores que han permitido obtener imágenes pese a las fuertes corrientes.

El documental, explican sus realizadores, se ha rodado frente a las costas de Zumaia, Mutriku, Getaria, Bermeo, Hondarribia Lekeitio, Urdaibai y Hendaia. Asimismo, al igual que la película, que partiendo de la costa va evolucionando hacia mar adentro, los cineastas llegaron a filmar hasta un máximo de 20 millas náuticas, lo que equivaldría a unos 35 kilómetros. Se trata de una distancia bastante “inaccesible” y a la que sólo se puede llegar con buena mar. Fue, precisamente, en ese entorno en el que capturaron imágenes de delfines que aparecen en Kantauri.

Aunque actuaban con un plan en la cabeza de aquello de lo que querían filmar, Cruz lo deja claro: “Es la naturaleza y es cambiante. Podías encontrarte con lo que llevabas planeado o no”. Esto hacía que fuese necesario “improvisar” para aprovechar aquello que les ofrecía el medio.

Descubrimientos

En un inicio, la idea de Mina y de Cruz era que Kantauri tuviese un espíritu más técnico y didáctico, no obstante, la intervención de Zubizarreta e Iso hizo que el documental virase hacia lo poético. Así, el audiovisual sigue las brazadas de la apneísta Marta Gil en le descubrimiento de la riqueza ecológica que alberga el Cantábrico.

De hecho, ese leve giro de timón, sin embargo, no ha hecho que Kantauri pierda su carácter divulgativo y científico. Es más, gracias a estos trabajos han conseguido filmar en estas aguas una especie marina de la que sólo se tenía constancia por contadas referencias: un marlín blanco, un animal parecido a un pez espada, que además es muy “esquivo”, por lo que, haber podido filmarlo es otro de los logros de esta obra. “El gran valor que tiene el documental es lo que en él se ve, los organismos que habitan en el azul”, concluyen los realizadores.