Cuando su amigo el escenógrafo Tomás Muñoz le dio el teclado de un piano que ya no tocaba, Alicia Otaegui tuvo claro que algo tenía que hacer con él. “Fue un desafío; me dijo: esto solo te lo podía dar a ti. Algo se te ocurrirá”, cuenta Otaegui, amante de los objetos, y en especial de los objetos desechados.
Pasaron los años, y el teclado seguía ahí, sugerente. Hasta que la artista se ha decidido a darle otra vida, otra utilidad, a sacarlo de su contexto y llevarlo a su terreno.
Un proyecto colaborativo
“Yo estudié piano, y tocaba. Pero ver un piano muerto, que ya no puede sonar, es otra cosa. Lo ves como un cadáver. Y quería hacerlo sonar de otra manera. Separé una tecla y me pareció una maravilla, una escultura que funcionaba de manera autónoma. Era una pequeña obrita de ingeniería artesanal, esa tecla al completo, con su martillo y su numeración grabada... le veía mucho valor como objeto. La tuve tiempo colgada con una escarpia de la pared, y, observándola, pensé: ¿y si desmembro todo el piano, lo reparto y tengo una excusa para volverlo a juntar y reunir a la gente?”, cuenta Otaegui.
Así empezó a gestarse el proyecto Piano, ma non piano, una de esas acciones colectivas que a la artista navarra tanto le gustan. A diferencia de otras ocasiones en las que trabaja sola, esta vez la artista está cocreando el proyecto con “cómplices maravillosos” que han querido unirse a la aventura: la compositora Yolanda Campos, la bailarina y coreógrafa de La Faktoria Laida Aldaz, la productora audiovisual 601, y el propio escenógrafo Tomás Muñoz.
“Es la primera vez que tengo claro que quiero hacer algo en equipo”, dice Otaegui sobre este proyecto que en enseguida vio claro que podía dar lugar a crear en lenguajes diversos. Así, se materializará al final en una pieza musical, una coreografía de danza, un documental que dejará huella del proceso de cocreación, una performance y dos piezas plásticas.
La entrega de las 88 teclas
El proyecto ha recibido el apoyo del Programa Innova Cultural de Fundación Caja Navarra y Fundación la Caixa, y las acciones que se deriven de él tendrán lugar en Civican.
Se iniciarán el 26 de noviembre. “Ese día, en un acto abierto al público, haré entrega de las 88 teclas del piano a las personas que las han reservado y se han comprometido a participar –todavía quedan algunas por asignar, las personas interesadas pueden contactar a través de piano@601.es–”, explica Alicia Otaegui.
“Por primera vez tenía claro que quería trabajar en equipo, y he dado con cómplices maravillosos”
A esas personas se les dará “un manual de instrucciones” y se les pedirá, por ejemplo, que compartan lo que les sugiere esa tecla, que la fotografíen... “Pueden salir microhistorias muy curiosas”, dice. Ocho de esas teclas se registrarán “por medio del azar” y servirán de punto de partida para la composición musical que creará Yolanda Campos. “Ella trabaja en la microtonalidad, experimenta en ese terreno, y lo interesante es que su pieza final musical no se va a poder interpretar con un piano porque no se ajusta a esa estructura semitonal o tonal, sino que va a tener que ser interpretada con otros instrumentos. Pero la música saldrá de unas teclas de un piano, es una paradoja interesante”, cuenta Otaegui.
Performance en vivo, el 23-F
El 23 de febrero, las personas a las que se les asignaron las teclas volverán a reunirse para devolverlas, y ahí tendrá lugar la performance del proyecto, con las intervenciones plásticas que realizará Alicia Otaegui, y la interpretación de la pieza musical acompañada de coreografía.
El proceso de Piano, ma non piano lo documentará la productora audiovisual 601. “Juan San Martín y Rosa García Loire enseguida vieron el tema que daba para hacer un documental y dejar registro y huella de cómo se ha cocreado, para mí es un lujo”, afirma Otaegui sobre esta pieza audiovisual que será la culminación del proyecto; se podrá ver en Civican en junio, y además se programará en el festival Dart 2026 de Cine y Arte de Barcelona.
Asimismo, para difundir el proyecto y abrirlo a la interacción con más gente, en el proceso se realizarán unas sesiones de mediación, unos encuentros en los que el cineasta Oskar Alegria, la productora de cine Marian García, el escenógrafo Tomás Muñoz y la bailarina y coreógrafa Laida Aldaz hablarán del piano, de qué supone un piano en su vida.
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