T enía que ser precisamente justo el día en que la directiva de la Federación Española de Fútbol (RFEF) planteaba una serie de medidas para alcanzar, de alguna manera, la igualdad de las mujeres futbolistas: establecer algunas condiciones para que puedan acceder a subvenciones, buscar algunas mejoras de las condiciones laborales; tenía que ser este día, digo, que se presentaron al presidente de la Federación de fútbol Luis Rubiales para que se negocie y se realicen mejoras normativas que mejoren las condiciones de la mujer en el fútbol, cuando, paralelamente, el expresentador de Cuatro Juanma Castaño afirmaba en su emisora que “los futbolistas (hombres y profesionales) no pueden levantarse por la noche a cuidar de los hijos”. Y defendió tanto su argumento que incluso llegó a decir que los futbolistas “viven de su descanso”. Si esta defensa la llega a hacer un futbolista se le podría perdonar de alguna manera porque pensaríamos que iba de broma. Pero no. Esto lo dijo un periodista y eso duele un poquito más. Para empezar porque si lo de cuidar niños agota, más agotador viene a ser pensar que día tras día haya profesionales de la información que insisten en que nada en el mundo hay más importante que el fútbol. Este agravio es una afrenta contra las mujeres futbolistas que no tienen todavía ningún derecho reconocido. Es banal el argumento de que los más privilegiados nunca deberían gastar una pizca de sus esfuerzos en tareas domésticas, incluidos, claro está, los periodistas que hablan de los futbolistas del fútbol profesional. Lo cierto es que sería más interesante vivir en una sociedad donde futbolistas y periodistas llegaran hasta el campo de entrenamiento por que allí podrían dejar sus criaturas en guarderías como más o menos hacen la mayoría de los padres y madres. Pero claro, fuera de futbolistas y presentadores de televisión bien remunerados, el resto de los mortales somos simples aficionados en el concepto de la vida que es el fútbol.