Bilbao - Berto Romero insiste en las relaciones de pareja tras la llegada de los hijos, elementos humanos que llegan como un huracán y que van a poner a prueba toda una cadena de sentimientos que van desde la alegría a la frustración.

¿Una evolución de la pareja formada por Sandra y Berto?

-Ahora se enfrenta a nuevos retos. Una de las principales metas que yo me he puesto es no dar más de lo mismo. No quería hacer un catálogo titulado: Desgracias que te pueden pasar cuando tienes un bebé.

¿Pueden pasar muchas desgracias? Pensaba que la llegada de un niño convertía todo en una nube muy dulce.

-Ni desgracias ni nubes dulces, realidades. En esta segunda temporada, no quería repetir los esquemas . Quería hablar de la crisis de pareja.

¿Provocada por un bebé?

-¿Qué pasa con tu relación de pareja cuando tienes un hijo? Ya se apuntaba en la primera, pero en esta se desarrolla más. Lo dije cuando presenté la anterior temporada, esta serie no habla tanto de hijos como de lo que supone hacerse mayor.

¿La llegada de un hijo hace reflexionar a la pareja sobre su estado de madurez?

-Más o menos. La llegada de un hijo supone que asumes otras responsabilidades, otra forma de vida, ya no puedes ir a lo loco pensando que no habrá un mañana. A todo esto, añadir que en la vida de una pareja hay una criatura que necesita el amor de los dos y los cuidados. ¿Te parece poco?

No, siempre da sensación de vértigo. ¿Qué le ha supuesto a usted hacerse mayor?

-Hacerse mayor es un proceso de toda una vida. Esta serie es una especie de psicoanálisis, de exorcismo, de ir pensando cómo has cambiado, qué has perdido, qué has ganado; es una reflexión continua, ni cuando veo la serie lo tengo muy claro. Es un proceso interesante hacerse mayor, pero aún sigo dando vuelta. Pienso que me he hecho un poco más sabio, tampoco es mucho mérito, era muy tonto. Ja, ja, ja?

¿No echa de menos los 20?

-¡Qué dices! Por favor. No volvería a los veintitantos. Yo me empiezo a gustar a partir de los 30, antes estaba muy poco hecho, muy poco cocido; fui una flor bastante tardía.

Dicen que los hijos ahora llegan con padres añosos. ¿Mejor los hijos pronto o tarde?

-Cada situación te da unos pros y unos contras. La mejor edad para tener hijos está en los veintitantos.

¿Ve maduros a los veinteañeros para tener hijos?

-Va a depender de cada pareja. Pero digo que es la década ideal porque biológicamente todos tenemos más energía a edades más tempranas. ¿Madurez? Si lo anterior es cierto, también lo es que cuando tienes veintitantos eres más inconsciente. Mi generación se lo piensa más el tener hijos, lo maduramos, pero cuando llegan los niños somos más mayores y estamos más machacados. No hay fórmula perfecta, ni década ideal, a la hora de ser padre o madre.

¿Cuántas crisis van a pasar a la pareja de Sandra y Berto?

-Vamos a crisis por temporada. La que hubo en la primera es una crisis de adaptación, esta es una crisis de pareja. Con una crisis creo que hay más que suficiente, además esta es gorda, muy gorda.

¿Tercera temporada?

-No puedo hablar del asunto, acabamos de lanzar la segunda, hay que verla; ver cómo se recibe. Ya se encargará Movistar+ de decir si hay tercera, les toca a ellos. Siempre he concebido esta serie como una historia en tres actos. Si contamos con el favor del público y de la cadena, estaré dispuesto.

¿Cree que el espectador se reconoció en la primera temporada?

-Lo que más me ha emocionado es cómo la gente la ha hecho muy suya. El espectador sí se ha sentido interpelado, algunos me han trasladado que sentían que la serie les hablaba a ellos por lo que tenía de retrato generacional.

¿Cree que sorprendió?

-Pienso que sí. Creo que la gente cuando oyó que Berto iba a hacer una serie sobre lo que le había supuesto tener un hijo, esperaba una comedia muy ligera, muy de risas?

Tampoco es un drama tener un hijo, más cuando es deseado, ¿o sí?

-Pues no, drama no es, pero sí es cierto que las situaciones que provoca en algunos momentos puede llegar al drama. Es un cambio de vida y hay que adaptarse. Mira lo que has hecho es una comedia, eso sí, la clave de humor es esencial, pero tiene una segunda lectura y cierta profundidad. Me he encontrado con espectadores que me han dicho que después de verla han reflexionado sobre ella.

¿Se vende de una forma muy edulcorada el tema de los hijos?

-Es muy bonito tener hijos, es una experiencia maravillosa y está bien venderla envuelta en papel de regalo y con lazos. Pero si solo vendes una parte, no tienes la visión completa. Lo que no se vende es la parte más oscura, la que puede resultar una experiencia muy destructiva. Tener hijos es una experiencia total, te lo da todo, lo bueno y lo malo.

Superpadres y supermadres, ¿cansino?

-Sí. Ahí estamos todos dispuestos a hacer brillar a nuestros hijos, a que todo el mundo piense que somos los superpadres y las supermadres, que somos perfectos, que tenemos un relación de pareja ideal y ¿nuestros hijos? ¡Qué vamos a decir! Por Dios, superdotados, artistas consagrados? y que nadie lo dude. Cuando nació mi primer hijo me dio la sensación de que no se estaba hablando de esa segunda parte.

Y decidió contárnosla.

-Cierto, pero yo no tengo ningún interés en decir que tener hijos es terrible, no lo es.

Cuando nace un hijo todo se desbarata, la casa se llena de padres, hermanos, tíos y demás familia, les sumamos los amigos. Esto ocurrió en la primera temporada?

-Sí. En esta, vamos un poco más allá porque llega la crisis y también los gemelos.

Y los padres de los compañeros de colegio del niño, las fiestas infantiles, los concursos musicales? ¿No cree que más de una pareja se va a desanimar?

-No es mi intención. A mí, lo que me gusta es sentarme a observar qué cambios producen en las personas una experiencia tan grande como está. Durante muchos años se ha vendido solo esa parte maravillosa de la crianza. Pero hay más, cada padre con sus hijos es un mundo. Lo que no se vende son esas noches sin dormir, ese manual de instrucciones que no tienes a mano, ese vértigo que te produce el no saber si lo vas a hacer bien y que las decisiones que tomes van a afectar a la vida de otra persona que no eres tú.

En la pareja un hijo puede llegar como una fuerza destructiva si nos ponemos muy apocalípticos, ¿no?

-¿Fuerza destructiva? No. Pienso que un hijo puede ser un elemento que va a poner a la pareja a prueba, es el momento en el que se van a mostrar todas las debilidades y fortalezas de la pareja.