Con el humor por bandera, la comedia francesa ¿Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho... ahora? busca enfrentarse al racismo ya que, "es una ignorancia que se cura al conocerse la gente", apunta su direc-tor, Philippe de Chauveron. El largo-metraje, que se estrenó ayer en las salas estatales, es la segunda parte de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014), protagonizada por la conservadora familia de Claude y Marie Verneuil, cuyas hijas están casadas con un musulmán, un judío, un chino y un africano. En esta entre-ga, el matrimonio se enfrenta a una nueva crisis, ya que sus cuatro yernos, Rachid, David, Chao y Charles, están decididos a abandonar Fran-cia con sus esposas e hijos para pro-bar fortuna en el extranjero. Incapaces de imaginar a su familia lejos de ellos, Claude y Marie harán todo lo posible para retenerlos.

El punto de partida de la histo-ria, recuerda De Chauveron, fue la campaña presidencial que absor-bía a Francia: "Percibía en torno a mí el miedo a los extremos. Oía a gente decir que se irían de Francia si uno de esos partidos alcanzaba la victoria, y constataba que muchos ciudadanos procedentes de mino-rías se quejaban de la discrimina-ción de que eran objeto".

Precisamente la multiculturalidad presente en el país es uno de los sellos de la película, ya que si bien cree que en los cinco años que han pasado des-de que estrenó Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, se ha avanzado positivamente, el racismo todavía es un tema a poner encima de la mesa. O en la gran pantalla: "Las cosas mejoran o no, pero son temas que no tienen fin y que siempre están de actualidad incluso dentro de dos siglos", explica el cineasta y define las guerras, las fronteras y la inmigra-ción como "la historia del mundo".

Unas problemáticas a las que el cineasta, que en los años que han transcurrido entre estas dos entregas dirigió la comedia Con los brazos abiertos (2017), se enfrenta desde el humor. Eso sí, siempre que no se haga "desde el lado negativo". Pero en días en los que mandan el enfren-tamiento, el humor es "fundamental" para que la "temperatura baje".

"La gente necesita humor y quie-re hablar libremente de todo y no hay que impedírselo. El límite está en que no hay que agredir a la gente", opina. Y recuerda que Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? obtuvo gran éxito a nivel mundial, incluyendo países como en todo el mundo, incluso en Israel y Marruecos, algo que, en su opinión, confirma que los espectado-res no la encontraron racista.

Una 'oda' a Francia

Además de reflexionar acerca del racismo y la multiculturalidad, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho... ahora? busca ser también, en cier-ta manera, una oda a Francia, un país que como dijo el escritor Syl-vain Tesson, "es un paraíso pobla-do de gente que se cree en el infier-no", recuerda De Chauveron.

Porque cuando sus yernos estén decididos a abandonar el país galo, Claude y Marie Verneuil se esforza-rán al límite por dar una imagen extremadamente positiva de Fran-cia, hasta el punto de caer en clichés y tópicos. Un guiño a todo un país ya que, como concluye Chantal Lauby, la actriz que da vida a Marie Verneuil, "puede que a veces lo detestemos porque somos unos gru-ñones, pero en Francia hay una libertad, una mezcla cultura e inter-cambios que no se encuentran en todas partes".