Búhos celebran veinte años como grupo, pero no lo hacen con el típico recopilatorio, sino con un disco nuevo.  

Sí, como siempre. Seguimos con lo nuestro: canciones nuevas, ilusiones nuevas, directo nuevo… Hacemos veinte años, pero nos sentimos como el primer día. Lo que más nos gusta es hacer canciones y conciertos. Creo que tenemos más ilusión nosotros que un grupo emergente.

Efectivamente, el disco transmite ilusión, ya desde el título, Sempre dempeus (Siempre de pie), que puede tener varias lecturas. ¿Por qué lo han elegido?

Porque hemos estado veinte años de pie, nunca hemos parado. Hoy en día, lo que se lleva es decir que paras y luego vuelves, los grupos se pasan al día yendo y viniendo. Estamos de pie ante el estado opresor, de pie defendiendo nuestra lengua y nuestra cultura. Hemos hecho siempre lo que nos ha dado la gana, nunca hemos cogido el camino más fácil, sino el que hemos sentido. Por eso vamos a Euskal Herria, por eso vamos a Galiza, por eso vamos a Dublín, a Valencia o a Mallorca. Tocamos en sitios donde hay dos lenguas, donde hay unos pueblos que han visto como desde fuera les han querido imponer otras culturas que no eran la suya y que han podido resistir. Hacemos canciones para esa gente que no se ha rendido y que no ha cogido el camino fácil, que ha preferido seguir con lo que hacían sus padres y sus abuelos, que sienten y aman su cultura, su tradición y su manera de hacer las cosas. Nosotros, como grupo, estamos ahí, en las fiestas populares. Es lo que llevamos haciendo veinte años, no nos hemos movido ni un milímetro. 

Es cierto que sus canciones tienen mucha reivindicación, pero envuelta en una música festiva.

Sí, porque somos unos fiesteros. Sería hipócrita hacer una música combativa cuando en el fondo somos gente que se lo pasa bien yendo a comer, cantando… Una cosa no quita la otra. La felicidad no siempre es alegre, pero lo que está claro es que hacemos lo que nos gusta. No nos sentiríamos cómodos haciendo baladas ni música supercombativa, porque no nos gusta. Nos gusta la música comercial, la música festiva, la música alegre… Somos una peña alegre y en nuestra música está nuestro ADN. 

Dice que son disfrutones, y tengo entendido que el nombre del grupo tiene algo que ver con eso.

Totalmente. De jovencillos, estábamos en el local de ensayo y allí estaba siempre Manolo, que era el camello de farlopa de toda la zona. Venía a pillar gente de todas partes a nuestro local, hace veinte años de esto. Nos salió un concierto y no teníamos nombre. Manolo dijo: “Poneos Los Búhos, porque siempre estáis despiertos por la noche, con los ojos bien abiertos”. En ese momento, no teníamos mucho modelo de negocio… (risas). Nos llamamos Búhos por él, si no hubiera estado, no habríamos podido pagar ni el alquiler del local. Él nos financiaba y nosotros le ayudábamos a que su clientela tuviera música. 

Al margen de la reivindicación, que se mantiene, este disco presenta también textos más reflexivos. ¿Cosas de la edad?

Entiendo que sí. El tiempo está ahí, nosotros cada vez podemos mirar más atrás, contar anécdotas, historias, vivencias… Con 20 años ves el mundo de una manera y con 40, de otra. El disco es muy sincero. Si no sabes quién lo ha escrito, si no me conoces a mí, que soy el que ha escrito todas las letras, sabes cómo soy. En discos anteriores enseñaba trocitos, pero no me desnudaba. En este disco está todo, no me escondo.

¿Con los años se va perdiendo el pudor a la hora de desnudar sentimientos?

Sí, totalmente. Te da menos vergüenza y te gusta, porque tienes más cosas que contar. Cuando ya has vivido, puedes contar lo que te ha pasado; cuando tienes todo por vivir, solo puedes imaginarlo. 

Esas vivencias personales que menciona están especialmente patentes en Miles despurnes, ¿no? Hasta incluye un cameo flamenco con Las migas, creo que en recuerdo de su familia materna, que viene de Andalucía. 

Así es. Mi abuela era de Jaén, y cuando estaba haciendo la canción me quedé atascado en una parte, pero me acordé de mi yaya y pensé que ella disfrutaría un montón con un buen palmeo flamenco. Hablé con Las Migas y participaron encantadas. Ha quedado muy bien, es de las mejores canciones que he escrito nunca.

Siguiendo con la familia, en Amb tu colaboran sus hijos. ¿Les gusta la música que hace su padre? ¿O, como tantos chavales, tiran más hacia lo urbano?

El mayor está con la mierda esta que no se entiende ni la letra, y mejor así, porque alguna que he entendido… La niña no, ella está todavía con la música bonita, la que cuenta cosas y emociona. A los dos les gusta mucho la música. El niño está todo el rato con la guitarra colgada, está en ese punto que no sabe si va por un lado o por otro. Confío en que tarde o temprano lo voy a salvar (risas). Nos pasamos el día rodeados de música. Tenemos una habitación que la llamamos “l’habitació de la música” y allí tocamos juntos cuatro o cinco días a la semana. Esa canción, Amb tu, la hicimos juntos. No sé si se dedicarán a la música, lo que importa es que sean felices. 

¿Y acepta bien el público canciones más calmadas como Diumenges o Fins al final? 

Sí. De hecho, nunca habíamos vendido tantas entradas como en esta gira, se están agotando en todas partes y esa es buena señal. Estamos como nunca y creo que es porque las canciones están gustando.

El punto fuerte del grupo, obviamente, es Cataluña, pero también salen fuera. ¿Decía antes que solo tocan en comunidades en las que se hablan dos idiomas?

Más o menos, sí, aunque vamos a Madrid también. Nos pone mucho llenar de esteladas la Joy Eslava, pero mayoritariamente, donde estamos cómodos es en estos sitios en los que hay dos idiomas: Euskal Herria, Galiza, País Valenciá, las Balears, Dublín, Escocia… Grupos como el nuestro son mejor recibidos allí, más queridos. La gente entiende la movida de las dos lenguas. Entienden que no vamos en contra de nadie, pero que nos sentimos catalanes y estamos orgullosos de ello. Nos emocionamos, como un español se emociona con lo suyo. La gente sabe qué es Cataluña, por ejemplo en Holanda, donde vamos mucho y llenamos salas. Cada vez viene más gente a vernos allí. Te peta la cabeza cuando ves a quinientas personas cantando en catalán. Hemos ido muchas veces y va dando sus frutos.