madrid - Un nuevo problema acecha al ciclismo. Al dopaje biológico se le acaba de unir el dopaje mecánico. Había rumores, imágenes sospechosas, pero la UCI ya tiene la evidencia desde los recientes Mundiales de ciclocross disputado en Zolder (Bélgica), donde la belga de 19 años Femke van den Driessche, favorita para la prueba sub-23, fue cazada con un motor escondido en la estructura de su bicicleta. “Vergüenza y escándalo”, fueron las primeras palabras del seleccionador belga, Rudy de Bie, mientras que la UCI aceptaba la noticia en boca del responsable de ciclocross, Van den Abeele, refiriéndose al “primer incidente de dopaje mecánico del que tenemos constancia”. La ciclista y los responsables del fraude se enfrentan a una inhabilitación mínima de seis meses y una multa económica que puede oscilar entre los 20.000 y los 200.000 euros. Hasta el momento las sospechas tenían dos protagonistas: el suizo Fabian Cancellara, señalado por “ir en moto” en el Tour de Flandes 2010, con un demarraje espectacular en el Muro de Grammont y en la París Roubaix, donde volvieron las muecas de extrañeza con otra demostración de Espartaco cerca de Mons-en-Pévèle. El otro fue el canadiense Hesjedal, cuya bicicleta empezó a girar de manera extraña tras sufrir una caída en la Vuelta 2014. En España no hay constancia oficial del uso del dopaje tecnológico. Rubén Madrigal, jefe de mecánicos de la Federación española, tan solo tenía información al respecto por internet y con los hechos anteriormente referidos. “Yo nunca he visto casos de esos, ni conozco su mecanismo y funcionamiento”, explicó. - Efe