pamplona - Con sólo 25 años, Eduardo Salazar ya ha residido en tres países a lo largo de su vida. El portero del Helvetia Anaitasuna nació en Venezuela, a los diez años se marchó con su madre a Estados Unidos, en concreto a Nueva York, para acabar asentándose posteriormente en España. En Galicia, más particularmente, donde ha crecido y donde ha forjado su carrera dentro del balonmano. “Mi historia es un poco rara. Viví en una isla, Margarita, hasta los 10 años. Mi madre vio la situación política que se venía en Venezuela y decidió que nos fuéramos. Por entonces mis tíos, por parte de madre, estaban en Nueva York, así que la única ruta de escape que teníamos era esa. Conseguimos los papeles necesarios y viajamos allí”, recuerda.

Durante un año y medio, Salazar se crió en Estados Unidos. Al más puro estilo estadounidense, probó otros deportes como el béisbol, el baloncesto o el fútbol americano y la experiencia en el país le permitió aprender el inglés, lengua que domina y con la que se comunica con su compañero en la portería, el danés Patrick Bols.

Salazar, no obstante, acabaría por asentarse en Galicia, lo que le ha posibilitado disponer de la doble nacionalidad española y venezolana. “Mi madre estaba casada con un español y, a la vez que nosotros nos fuimos a Nueva York, él vino a Galicia para organizarse, trabajar y establecerse en un piso. Yo llegué en 6º de Primaria a Vigo y, cuando pasé a 1º de la ESO, le empecé a dar a esto del balonmano”, explica. El colegio Seis do Nadal fue su cuna en este deporte, el lugar donde empezó una carrera que llega hasta Anaitasuna de momento, y lo hizo de la mano de jugadores como Víctor Rodríguez, del Recoletas Atl. Valladolid, “con quien empecé a jugar”. “En el Octavio coincidí con Diego Piñeiro, con Pablo Cacheda... Incluso, compartí vestuario con Raúl Nantes. Mi mentor fue Javi Díaz”.

visita de su madre Ante el Cangas, Eduardo Salazar podrá abrazar a sus amigos y, sobre todo, a su madre. “Tengo que aprovechar y estar con ella, que la pobre me echa mucho de menos”. Después de seis años en las filas del equipo gallego, el portero de Anaitasuna sabía que “necesitaba un cambio”, “psicológicamente el último año fue horrible” y no dudó en aceptar la oferta de los navarros. “Ahora estoy muy a gusto. Sólo falta que acompañen los resultados y el poder aportar más. Si consigo eso, esa regularidad y ese nivel de estado óptimo que yo digo, todo será perfecto”, concluye. - B.E.I.