- Alexandru Buligan está de vuelta. A su hogar, a Navarra. El mítico portero de aquel Portland San Antonio de ensueño, que ilusionó no sólo al deporte navarro, sino también a toda una tierra, regresa tras un periplo por el extranjero que le ha llevado a trabajar, entre otros lugares, para la Federación de Israel. Ahora, el laureado ¡Buli, Buli!, el que levantaba a todo un pabellón con sus paradas y, sobre todo, con su carisma, con su cariño, pasa a formar parte de la estructura de técnicos del Beti Onak. Buligan se hará cargo del segundo equipo masculino y de la tecnificación de los porteros y de las porteras del club de Villava-Atarrabia. A sus 60 años, afronta este nuevo reto con la base, con los nuevos valores del balonmano navarro, sin perder un ápice de ilusión.

Su fichaje por el Beti Onak ha sorprendido mucho y gratamente, a la vez. ¿Cómo ha sido la historia?

-Tengo amistad con Tatín (Elizari) y empezamos a hablar. Le comenté que, después de diez años fuera, yo estaba ya de vuelta en casa, y le pregunté si había alguna posibilidad en el club. Me dijo que iba a hablar con el presidente y, la verdad, fue muy receptivo. Así que las dos partes, al final, encantadas de colaborar.

Me gusta mucho eso que dice de volver a casa. Ya veo que considera a Navarra su hogar.

-Sí, por supuesto. En esta tierra he sido feliz, lo he conseguido casi todo, mi hija ha crecido, mi familia vive aquí... Navarra es una tierra que me lo ha dado todo y tiene todos los alicientes para encontrarte muy bien. Ahora empiezo algo nuevo y es una forma de devolver a los navarros y a la gente del balonmano lo que puedo y está en mis manos.

Aún hay muchos que le reconocen por la calle. Debe de ser bonito ver que todavía le aprecian a uno después de tantos años.

-Eso es algo que siempre me sorprende gratamente. Los años han pasado, me he hecho mayor, y estoy muy agradecido por todo el cariño que la gente me ha demostrado y me sigue demostrando. No puedo estar más feliz.

En el club de Villava-Atarrabia se va a encargar de la tecnificación de los porteros y de llevar al segundo equipo masculino. ¿Cómo es el grupo al que va a dirigir?

-Son jugadores jóvenes, que pueden madurar y subir al primer equipo. El miércoles me reuní con ellos y hablamos un poco de la estrategia, siempre con la incógnita de cuándo puede empezar esto. Pero eso no está en nuestras manos.

Lo que está claro es que con toda su experiencia, primero como jugador y ahora como entrenador, no pierde la ilusión de preparar a la gente joven, a la base.

-No, para nada. O amas lo que haces o de otra forma es imposible. No puedes hacer algo por obligación. Hay que estar enamorado de tu deporte y yo espero seguir ganándome la vida, por decirlo así, con ello.

Regresa tras permanecer durante los últimos años en Israel. ¿Cómo ha sido su experiencia en el extranjero?

-Para mí ha sido muy beneficiosa. En Israel, he podido levantar una escuela de porteros. Ahora mismo hay dos de ellos que están jugando en Francia y en Suiza. Además, desde que empezamos, hay ocho jugadores jugando en ligas extranjeras. Hace un tiempo, eso para Israel era impensable, así que estoy muy orgulloso y muy contento. Tampoco nunca antes se había estado en el grupo sub-18 y sub-20 y también lo hemos conseguido. Es decir, no he ido allí para nada. Mucha gente se piensa que, al final, vas a estos países por dinero, pero la verdad es que hemos logrado muchas cosas y la gente está feliz. Nadie te va a mantener tantos años si no aportas nada.

Entonces, muy satisfecho con esa vivencia, ¿no?

-Sí, por supuesto. Lo malo es que he ido solo, porque mi mujer tenía aquí su trabajo. Pero la experiencia ha sido muy buena y emotiva. Israel es un país increíble y yo soy religioso. Ser cristiano y poder ir en cualquier momento a Jerusalén ha sido muy bonito, por todo lo que ello significa. Es un país para disfrutar.

Ahora ha vuelto a Navarra, ¿la ha encontrado muy diferente a como la dejó?

-Bastante, por supuesto. Pero no sólo Navarra. Con lo que está pasando, todo el mundo ha cambiado. Las cosas vienen como vienen, hay que adaptarse y ojalá llegue cuanto antes la vacuna.

¿Ha tenido ocasión ya de reunirse con compañeros de la época del Portland San Antonio o todavía no?

-Sí. Estuve con Zupo (Equísoain), nos tomamos un café, y también he podido hablar con Álvaro Jáuregui por teléfono, pero nada más. Ojalá más adelante, cuando haya más normalidad, se pueda. Todo lo que está pasando es muy extraño. No quiero ser el crítico de turno, pero todo el mundo habla de discotecas, de botellón... ¿Y el deporte? Creo que un pabellón puede ser seguro, si se ponen todas las medidas que hagan falta, para la práctica del deporte.

Aquel equipo que tantas alegrías dio ya no está, pero la gente sigue manteniendo muy buenos recuerdos de aquella época. Usted seguro que también los tiene.

-Desde luego. Yo empecé a ganar títulos con el San Antonio con 36 años. Desde entonces, hasta los 42. Y con 41 años gané la Copa de Europa. Me alegro mucho de haber formado parte de ese San Antonio que ha ganado casi todo. De ese San Antonio que, después de Osasuna, ha sido un referente, el equipo que más amores ha cuajado en esta tierra. Por entonces llevamos a Navarra con orgullo, en nuestro pecho, durante muchos años. Y eso es algo que me hace muy feliz.

¿Cómo espera que sea su etapa en el Beti Onak?

-Toda mi vida he sido de trabajar, mejorar y disfrutar. Eso es además lo que les he trasladado. En el Beti Onak, la gente está por hobby, porque son de allí y porque les gusta. Y eso es enormemente de apreciar. Si cada uno viene para trabajar, mejorar y disfrutar, perfecto. Hay un buen grupo y sólo busco alegrarnos cada partido e intentar hacer las cosas bien.

Lugar y fecha de nacimiento. Drobeta-Turnu Severin (Rumanía), el 22 de abril de 1960.

Jugador y entrenador. Se forjó en el Timisoara rumano. Llegó a la Liga española por medio del Arrate (1990-1994), estuvo en el Guadalajara (1994-1995) y su época más gloriosa fue con el Portland San Antonio (1995-2002). En la última década, como técnico, ha trabajado para el Constanta y para la Federación de Israel.