ha contado los días. 718 han pasado desde aquel partido en Mutilva, en el que el jugador del Valle de Egüés Ignacio Zuazu se rompió el ligamento cruzado y el menisco de la rodilla izquierda. Era el 11 de octubre de 2017. Le operaron en diciembre. En pleno proceso de recuperación, una caída doméstica hizo que se le rompiera de nuevo el ligamento que había sido operado. Tuvo que pasar de nuevo por el quirófano, para una intervención un poco más compleja y una recuperación más larga. El calvario terminó el domingo.

Ayer Ignacio Zuazu estaba feliz. “Había entrenado a tope durante todo el verano para volver a jugar y fui con muchas ganas. Fue un partido raro, en Murchante y con 30 grados de temperatura, pero disfruté mucho. Me había quitado el miedo en los entrenamientos y ya sólo estuve pensando en el partido”, comentó. Ayer tenía las piernas cargadas, pero la rodilla, perfecta. “La verdad es que Alfaro el cirujano, la dejó bien”.

Atrás queda ese 11 de octubre de 2017 en Mutilva. “Fui a despejar un balón y al apoyar se me fue la rodilla. Noté un crack. Volví al campo, salté de cabeza y al caer ya vi que no podía seguir. Al hospital”. Nunca antes se había lesionado. Tras operarle en diciembre, cuando la recuperación estaba ya muy avanzada, “fui a coger el bolso en casa para ir a entrenar y me caí, con la mala fortuna de romperme el mismo ligamento de la misma rodilla. Fue el peor momento”.

Su familia, sus amigos y sus compañeros de equipo han sido los que le han hecho más llevaderos estos casi dos años. “No he tenido grandes bajones. Son plazos. Y siempre he tenido mucha ilusión de volver a jugar”. La hierba artificial, los tacos de las botas, la forma de las rodillas... Parece que todos los factores influyen en una lesión que en los últimos años se ha multiplicado. “Parece ser que también influye el tipo de constitución. Yo soy delgado y tengo bastante flexibilidad en las piernas. Tengo que fortalecer más la musculatura. Es la lesión del esquí y del fútbol”.

Ha sido capaz de extraer aspectos positivos de su larga recuperación. “Ese tiempo que estás lesionado te sirve para ver al equipo, ver donde puedes aportar cuando vuelvas. El proceso de recuperación es en solitario, pero sirve para volver con más ganas y siempre que he podido he estado con el grupo, aunque no pudiera jugar”.

En Murchante tuvo a buena parte de sus amigos, que no quisieron perderse su regreso. El resto, junto a su familia, está a deseo de verle el próximo partido en Sarriguren. “Defensivamente estuvimos bien, pero hay que darle más caña”.

Ahora el equipo ya tiene a los dos Zuazu en activo, Ignacio y Adrián. “Muchos piensan que somos primos, porque estamos todo el día juntos, vivimos cerca y somos amigos desde que coincidimos en juveniles en el Egüés, pero lo cierto es que no tenemos ningún lazo familiar. Eso sí, somos los mejores amigos, somos como hermanos”.

No quiere que el equipo pase los apuros de las últimas temporadas, en las que se ha salvado en la última jornada. “A ver si no sufrimos tanto”. De momento han iniciado un nuevo proyecto con César Sánchez en el banquillo y, aunque ya han completado buenos partidos, tienen que coger regularidad.

Fecha y lugar de nacimiento. 19-7-1994, Pamplona.Trabajo. Departamento de marketing en Azkoyen.

Posición. Lateral izquierdo.

Trayectoria. Cumple su séptima temporada en el Egüés. Llegó en el segundo año de juveniles y dio el salto a Tercera en el club. Durante un año dejó el fútbol debido a que se marchó a estudiar a Barcelona el último año de su formación. La pasada temporada y prácticamente la 2017-18 las ha pasado en blanco debido a la lesión de rodilla. Antes de llegar al Egüés, jugó en Oberena (Fútbol 7) y en cadetes en Amigó.