l sábado estuve viendo fútbol en Lekunberri, es para mí un pueblo muy especial, ahí empecé hace muchos años mi carrera de maestro en su antigua escuela ya desaparecida, ahora un moderno edificio cerca del campo de fútbol sustituye a aquel en que empecé un bendito camino lleno de tiza y cariño, fundamental en mi vida. Seguro que ese campo a la puerta del colegio ayudará a desarrollar la afición en un valle tan pelotazale.

Antes de empezar el partido guardamos un minuto de silencio, emotivo, aguantando a duras penas la lágrima. Hombres de fútbol se nos han ido, uno tras otro, por sorpresa, sin tiempo para digerirlo.

El martes, en un entrenamiento, moría Santxo Lamberto en Puente la Reina, no llegué a conocerlo, joven deportista, se fue así de repente, una pena, un sinsentido imposible de entender y aceptar para los suyos, no ha tenido tiempo de vivir la vida a la que tenía derecho.

El miércoles la noticia me dejaba helado, Pedro Barandalla se ha ido, el odioso Covid ha podido con él.

Tantos años, Pedro, nos habíamos encontrado mucho últimamente por esos campos, viendo partidos juntos, riéndonos a gusto de nuestras desavenencias de hace treinta y muchas temporadas, de años sin hablarnos, cómo críos decías tú, de nuestra reconciliación y aquel abrazo deseado por los dos en la boda de Ricardo Ruano, ya ha llovido. Reconoce, Pedro, que tenías un carácter de mil demonios y que no te callabas ni debajo del agua, sí, eso sí, de frente, siempre de frente. Me vuelve la dichosa lágrima.

Acaba esta semana aciaga con el fallecimiento de Juan José Armendáriz, apóstol fundador del fútbol popular, de la nada creó una organización modélica.

¿Y el partido? Noble, disputadísimo, sin un mal gesto, como si fuera un homenaje a este deporte nuestro.

El fútbol navarro sigue adelante, encajaremos la derrota que supone vuestra ausencia, pero esta maldita semana vamos perdiendo. Santxo, Pedro, Juan José descansad en Paz.El autor es responsable de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol