madrid - Aún recuerdo el olor a champán. La nube de periodistas en torno a Kobe Bryant. Apenas habían pasado unos minutos desde que los Lakers, con el trofeo a cuestas, abandonaron el parqué del Amway Arena de Orlando (Florida), rumbo a vestuarios. Allí se sucedían los gestos emocionados, en especial el de Pau Gasol, primer español que se alzaba con el título de la NBA.

“Lo que más recuerdo de esa noche es el momento en el que suena la bocina”, explica Gasol. “Acaba el partido y te das cuenta de que has ganado, que eres campeón. En aquel instante, te abrazas y saltas con tus compañeros y lo celebras”, añade.

Con su camiseta y su gorra recién estrenadas de campeón, Gasol me atisbó entre el corrillo de gente a su alrededor y me atendió de forma tan profesional como lo venía haciendo desde aquel 1 de febrero de 2008, fecha en la que dejó atrás los sinsabores deportivos como miembro de los Memphis Grizzlies y se le abría el cielo con el traspaso a los Lakers.

Un año antes, los jóvenes Lakers habían encajado una dolorosa derrota en las Finales a manos de los Boston Celtics, que barrieron a su rival en el sexto partido de la eliminatoria por 131-92, una serie en la que Gasol fue criticado por su supuesta indolencia defensiva.

Aquel dolor sirvió al español de motivación para el futuro. “No debemos olvidar el sentimiento que tenemos ahora mismo”, avisaba.

“Con el paso del tiempo valoras mucho más lo que has conseguido y entiendes la dificultad de los éxitos y el valor que tienen”, valora el internacional español. “Es difícil imaginarse el conseguir cosas tan excepcionales como ganar un anillo”, reconoce Gasol, que está deseando que su hermano Marc se corone campeón en el sexto partido, prácticamente coincidiendo con el décimo aniversario de su primer anillo.

“¡Ojalá que así sea y que lo consiga! Para mí, supondría una enorme alegría y un gran orgullo. No existen dos hermanos que hayan conseguido ganar un anillo NBA y me sentiría muy orgulloso de poder compartir este honor con él”, afirma.

Aquel sueño no era únicamente de Pau. Era el de muchos que algún día imaginamos competir en esas lides y hacernos pasar por molinos de viento. Excepto que él se convirtió en gigante por cuenta propia y confirmó que aquel órdago lanzado por Fernando Martín décadas atrás no solo tenía su razón de ser, sino que estaba llamado a perdurar en el tiempo y dejar su eco para la eternidad. - A. Martín