Los gestos de honradez no son muy habituales en el mundo del deporte profesional. Así pues, todo lo que hizo ayer Xabi Jiménez solo merece respeto y elogio. El entrenador navarro ha luchado durante años por estar lo mejor preparado cuando le llegase la oportunidad. Cuando lo hizo, rozó un objetivo del que solo le apartó una regla extraña del average. En el mundo de la canasta foral (bastante cainita con los suyos) eso fue suficiente para que alguno sacase su bilis y le atizase. En la segunda temporada, las cosas no han ido tan bien. Y eso que empezó como un tiro, pero con las bajas inesperadas, la falta de respeto arbitral ante un entrenador no conocido en el mundillo estatal, la plaga de lesiones, y una mala racha lo fue enturbiando todo hasta hacer que el equipo perdiese esa chispa. Pero siguió trabajando como el que más. Después de tanto esfuerzo se podía haber agarrado al puesto, pero en cambio, ha dado un paso a un lado para que venga otro a intentar reconducir la situación. Y lo ha hecho, además, dejando margen de actuación en tiempo y en dinero. Un enorme gesto de honestidad. Un señor al que el basket navarro le debe una.