El Valle de Egüés de Liga EBA cree que a la tercera irá la vencida y que el domingo, en casa ante el CB Solares de Cantabria (12.30), podrá por fin regresar a la competición, pero lo dice con mucha precaución y con los dedos cruzados por el temor de que algún positivo en su plantilla o en la del rival vuelva a frustrar ese retorno.De todos los equipos navarros que compiten en categorías nacionales de fútbol, balonmano o baloncesto, el Valle de Egüés es el que más mala suerte ha tenido con el coronavirus y el que más tiempo lleva sin disputar un partido oficial. En concreto, si finalmente juega el domingo, habrá sido un paréntesis de ocho meses y medio.

El conjunto navarro jugó su último encuentro liguero el pasado 7 de marzo, en la pista del Baskonia, y acto seguido se produjo el confinamiento nacional que provocó la suspensión de todas las competiciones.

La Liga EBA fue una de esas categorías que en el desconfinamiento no se terminaron -lo cual se solucionó sin que hubiera ascensos ni descensos-. Y ante la posibilidad de que la temporada 2020/2021 fuera atípica, el equipo navarro comenzó la pretemporada en agosto y hasta jugó tres partidos de preparación -dos en la Copa Aragón y otro ante el Megacalzado Ardoi, el otro equipo navarro de la categoría-.

Sin embargo, poco antes de la primera jornada (en la que tenía que medirse, el 18 de octubre, ante el Easo Bodegas Muga) hubo algún positivo por coronavirus en su plantilla y tuvo que aplazar el encuentro.

Y cuando recuperó a todos sus jugadores, llegó el segundo mazazo: el perimetraje de toda Navarra, que le prohibía jugar contra equipos de otra comunidad.

Como ahora esa prohibición se ha derogado, el Valle de Egüés puede por fin, y después de haber acumulado ya cuatro partidos aplazados, estrenarse en la competición.

Como entrenador del Valle de Egüés, Fernando Larraya es quien ha tenido que lidiar con este desesperante inicio de temporada del equipo navarro, que aparte de no poder jugar se ha encontrado -por culpa del cierre de las instalaciones a partir de las 9 de la noche- con la obligación de entrenar un par de días a la semana fuera de su pista de Sarriguren (en concreto, lo hace en el pabellón del Sagrado Corazón).

Y así es como lo ha intentado gestionar: “Al no saber si iba a ser una liga normal o de solo dos meses, empezamos en agosto y metí ahí todo el tema táctico, para preocuparme después solo de que los jugadores estuvieran en forma. Después fueron llegando los aplazamientos, que nos han obligado poco menos que a hacer tres pretemporadas de un par de semanas... Yo ya me lo tomo como un ir día a día: que los chavales tengan bien interiorizados los sistemas de juego que usamos y que estén en la mejor forma posible, y así estar preparados cuando nos toque jugar. No tiene nada que ver con una pretemporada normal, en la que sabes el día que vas a debutar en la liga y planificas los entrenamientos y los amistosos. Esto, en comparación, es un caos”.

Larraya es consciente de que su equipo va a estrenarse con una ausencia casi total de ritmo de competición. “Un equipo que no juega desde hace ocho meses y medio va a jugar contra un rival, el Solares, que ha jugado sus cuatro partidos. Por mucho que entrenes bien, su ritmo va a ser mucho más alto que el nuestro. Pero, para ser sincero, ahora no me preocupa tanto ganar o perder como que seamos capaces de competir. Además, a lo largo de esta temporada a muchos rivales les va a pasar lo que nos ha pasado a nosotros, quedarse sin poder jugar ni entrenar por positivos, y eso hará que todo se iguale. Y si se complica mucho la competición por culpa del coronavirus, espero que la Federación Española lo tenga en cuenta y no haya descensos”.

Si para un entrenador es frustrante una situación así, más lo es para los jóvenes jugadores: “Se les ha hecho duro no competir, pero saben lo que hay y lo han asumido bien. En cada entrenamiento les digo que nuestro objetivo es prepararnos para disputar cada partido que tenemos en el calendario. Si lo jugamos, bien, y si no lo jugamos, toca pensar en el siguiente... Mi único temor (se ríe) es que el domingo salgan como motos ante el Solares, por la ilusión que tienen de volver a jugar, y que a los dos minutos se queden sin gasolina, cuando las circunstancias recomiendan justo lo contrario: aguantar como podamos su ritmo para llegar lo más frescos posible al final”.

“A los jugadores se les ha hecho duro no competir, pero saben lo que hay y lo han asumido bien”

Entrenador del Valle de Egüés