ace unas temporadas Basket Navarra retrató a sus jugadores como héroes de cómic. A Iñaki Narros le tocó el Capitán América. Ayer, en su despedida, el alero apareció con una camiseta en la que el escudo se difuminaba, como claro gesto del paso atrás que anunció.

Iñaki Narros se va de las pistas. Esperemos que no del club. Su experiencia, conocimientos, buen hacer y formación le hacen imprescindible en las oficinas para poder dar un salto a un proyecto muy castigado económicamente y que necesita de ideas frescas para renovarlo y pocas personas más adecuadas que su todavía capitán.

Con Narros se va mucho más que un tirador letal, se va un líder que renunció a muchas cosas por intentar, con aciertos y con errores, llevar al club de su casa a lo más alto posible. Iñaki siempre ha sido claro y directo, sin necesidad de rehuir un tema espinoso ni de bailar el agua a nadie y por eso encontró que tuvo que usar ese escudo para protegerse de algún que otro dardo (envenenado) lanzado justo por quienes no soportan que les digan la verdad. Así es el baloncesto navarro y así era (por suerte, en pasado) alguno en el entorno del mismo.

Ahora emprende una nueva vida en la que tendrá menos kilómetros en la carretera, menos videollamadas con sus peques, pero seguro que no menos baloncesto. Si la propuesta que lanzó ayer el presidente llega a buen puerto, seguro que Iñaki le pone la misma pasión en las oficinas que la que ponía en la pista.

Iñaki Narros tiene 39 años. Lo recalco para quienes lo hayan visto jugar hace poco y no se lo crean. Aunque ya los dolores eran notables se podía haber agarrado una temporada más a la pista, pero su ambición no le permite no jugar al cien por cien. Por ello ha decidido dar un paso al lado y darle el escudo a su Falcon particular (Adrián García). Pocos clubes pueden disfrutar de tener tan buen liderazgo cuando lo deja su capitán. Basket Navarra lo tiene.

Pero eso será a partir de la temporada que viene. Ahora aún queda batalla por luchar y BNC tendrá, por última vez, al capitán liderando el grupo hasta el final. Cueste lo que cueste.