Manu Quijera Poza (13/1/1998) llega lanzado a la Copa de Europa que se disputa este fin de semana en Split (Croacia). Sabe perfectamente lo que tiene que hacer: doce pasos de carrera, cinco apoyos de cruces y una última pisada con la pierna izquierda bloqueada y la derecha empujando al máximo. "Diría que el brazo es el que menos trabaja. Tan solo es una herramienta para acompañar a la jabalina", explica el lanzador. "La fuerza tiene que venir de las piernas. Y de la cabeza". Ahí es precisamente donde más ha evolucionado el pupilo de Idoia Mariezkurrena en el último año.

Después de sufrir el coronavirus, una lesión en el codo y una rotura en los isquiotibiales, el atleta del Grupompleo ha recobrado su mejor versión tanto física como mentalmente. Ha recuperado las ganas de competir, ha vuelto a ser feliz en la pista y eso se nota. Ahora Manu vuela y hace volar la jabalina, que otra vez se clava cerca de los 80 metros, una distancia que solo ha podido superar en una ocasión (81.31 en 2019). El navarro quiere volver a rebasar esta barrera en la Copa de Europa y terminar lo más arriba posible, asomándose de nuevo entre los mejores lanzadores del continente en un año en el que ve posible llegar a los Juegos Olímpicos.

¿Cómo se encuentra antes de la Copa de Europa de lanzamientos?

-Llego bien. Me siento confiado para hacer marca y para acercarme a esa barrera de los 80 metros, que solo la he pasado una vez. La semana pasada, en la primera jornada de la Liga, lancé 79 metros. Era la primera competición y me vino bien para ir desengrasando. Me noto bien, físicamente estoy bien, no me duele nada y cada día me noto un poco más enchufado.

¿Qué siente antes de competir?

-Un poco de todo. Nervios tampoco, porque va a ser mi tercera Copa de Europa y ya sé lo que me voy a encontrar. Sobre todo, tengo ganas de viajar a Croacia, que es un sitio en el que nunca he estado. Estoy muy ilusionado porque, si todo va según lo previsto, puedo volver a casa con un buen resultado.

¿Tiene algún objetivo en cuanto a puestos?

-Bueno, hay muchos rivales duros y con mejor marca que yo. Incluso va el alemán Johannes Vetter, que es el líder Mundial de este año. Creo que, si supero la barrera de los 80 metros -que es mi principal objetivo en esta competición- podré conseguir un buen puesto. No digo medalla, porque el podio va a ser muy complicado, pero un puesto entre los ocho primeros creo que sería un buen resultado. Al final, es una competición y puede pasar de todo. Son solo seis tiros y cualquiera puede tener un mal día. Yo voy a lo mío y confío en tener un buen día y superar los 80 metros. Luego, el resultado que sea el que tenga que ser.

Va a competir junto a grandes lanzadores como Vetter o Weber. ¿Qué significa volver a estar entre los mejores de Europa?

-Es muy bonito. Además, hay dos o tres lanzadores de mi edad con los que he coincidido en varias competiciones internacionales, que tienen mejor marca que yo y que de normal me han ganado (ríe). Volver a competir con ellos sienta muy bien y se crea un ambiente más competitivo del que podemos tener aquí en España.

Usted tiene bastante experiencia en competiciones internacionales: estuvo en la Copa de Europa en 2017 y 2019 y en el Campeonato del Mundo júnior en 2016.

-He ido a bastantes campeonatos de categorías menores y esa experiencia me ayuda a llevarlo mejor, a que los nervios no afloren tanto y a centrarme más en la competición. Aun así, es una experiencia nueva y esa tensión o ese nerviosismo también están ahí y creo que es bueno para sacar un poquito más en la competición.

Su entrenadora, Idoia Mariezkurrena, también ha viajado a Croacia y podrá ayudarle desde allí.

-Sí. La figura de la entrenadora es clave. No solo para corregir los errores técnicos que pueda tener en la competición, sino también para calmar tensiones o darle la vuelta a algunas situaciones complicadas. La verdad es que tener a Idoia presente me tranquiliza bastante.

¿Qué consejos suele darle Idoia durante las competiciones?

-Ella es bastante tranquila y todo lo que hablamos son errores técnicos y cómo corregirlos. En este tipo de competiciones igual sí que se pone un poco más nerviosa y más tensa y me hace también comentarios más motivacionales. Por dentro no sé cómo lo vive, pero por fuera se le ve siempre muy relajada y tranquila.

También competirá junto a Odei Jainaga, al que le une una gran rivalidad deportiva y una fuerte amistad.

-Con Odei he coincidido casi toda la vida, algunas veces ha ganado él y otras veces yo. Ahora sí que diría que igual está él un peldaño por encima. Lanzó el año pasado 84 metros, que es un gran registro. Pero bueno, me quedé solo a un metro en la primera competición de este año y creo que le puedo pelear en la Copa de Europa. Aunque en esta competición, como también es por equipos, igual no me fijo tanto en él y la rivalidad no va a ser tan ardiente como puede ser en un Campeonato de España. Con Odei tengo buena relación y seguro que conseguimos dar el máximo los dos.

La pena es que no va su hermano Nico.

-Es una pena. La cosa es que solo iban dos en categoría absoluta y nos la jugamos en la Liga. Es una pena que no pudiera estar más cerca para poder pelearlo, pero seguro que también lo vivirá con intensidad. Al final, a Nico estas competiciones le gustan y seguro que estará muy atento. Es una pena por él, porque creo que estaba en el nivel para haber peleado la clasificación, pero tuvo un mal día.

Usted empezó en las ligas con un lanzamiento de 79.02. ¿Se esperaba ese rendimiento?

-Tuvimos una concentración en Gran Canaria las dos semanas y media previas y las técnicas iban bien. Notaba que podía estar cerca de mis marcas y la verdad es que salió un día muy bueno y me sentí muy bien. Eso sí, me quedé con la sensación de que igual un poquito más podría haber sacado. Pero las sensaciones que llevo arrastrando las últimas semanas son muy buenas y estoy muy esperanzado para hacerlo bien en la Copa de Europa.

De cara al resto de la temporada, ¿qué objetivos le quedan? Están en el horizonte los Juegos de Tokio...

-Sí. Desde el principio, nuestro objetivo era la clasificación para los Juegos Olímpicos. Empecé el año el 27 en el ránking mundial, ahora mismo estoy el 34 y pasan 32. Estoy ahí, porque son muy pocos puntos de diferencia y lo bueno es que tengo marcas que entran en la media que son muy mejorables. Es un objetivo difícil, pero creo que es realizable. Si logro encadenar varias competiciones con marcas por encima de los 80 metros, creo que se podrá conseguir.

Esta Copa de Europa le puede venir muy bien para ese ránking.

-Sí. Es una categoría C, pero suman puntos solo los que quedan entre los mejores puestos, así que será difícil. Hay mucho gallo y mucho lanzador que, en principio, debería ganarme. Si consigo hacer una marca por encima de 80, creo que podría estar entre los ocho o incluso cinco primeros. Al final, depende también de cómo estén los demás. Yo iré a lo mío y luego ya lo que tenga que venir vendrá.

¿Hay incertidumbre sobre el nivel de algunos de sus rivales, que todavía no han lanzado este año?

-Sí. Hay gente que ya ha lanzado y gente que no. Sí que me puedo esperar que alguien que ha lanzado 83 u 84 metros este año vuelva a hacerlo, pero igual los que tienen esa marca y no han lanzado se pueden quedar en bastante menos, quién sabe. Al final, es una competición, un día y es muy impredecible todo. Igual llego yo y no consigo mi objetivo de 80 metros, pues oye, qué se le va a hacer. Pero bueno, las sensaciones son buenas.

Llega a esta Copa de Europa después de un año muy complicado por el coronavirus y por las lesiones. ¿Cómo ha sido el proceso de recuperación de su mejor nivel?

-Suena un poco raro, pero me vino bien el año pasado, sobre todo mentalmente. Lesionarme y no poder competir nada fue como una especie de desconexión. Venía a Larrabide solo a rehabilitar, a recuperarme del codo y de una lesión en los isquios. Tuve un año completo (ríe) y me vino bien para descansar de la competición y para disfrutar un poco más del tiempo libre con mis amigos. El objetivo del año pasado era ponerme bien para esta temporada. Me recuperé de las lesiones para empezar esta pretemporada de la mejor forma tanto física como mentalmente.

Habla mucho de la mentalidad. ¿En qué ha cambiado Manu este año?

-Noto que esa sed competitiva ha crecido un poco y que veo las cosas de forma más clara. Movimientos de pesas que igual antes me cansaban, ahora me digo: "va Manu, va, dale un poquito más" y lo consigo. Antes en los entrenamientos me frustraba mucho si no me salía un movimiento concreto y ahora he conseguido estabilizar esa frustración y reconvertirla. Pero, sobre todo, es el hecho de querer volver a competir y tratar de dar mi mejor versión. Es un poco una renovación del Manu antiguo.

¿Cómo se definiría como lanzador?

-Deportivamente, creo que soy una persona comprometida. Me esfuerzo mucho, soy muy concienzudo y me gusta conseguir objetivos. A veces, también me gusta ser un poco graciosete y tener un ambiente de entrenamiento que sea natural y positivo.

¿Recuerda sus inicios en el atletismo y en la jabalina?

-Como cualquiera que viene aquí a la escuela, empecé probando un poco de todo, pero sí que es verdad que tenía desde el principio metida en la cabeza la jabalina. Supongo que lo vería algún día en la televisión y me gustaría. Desde los 12 o 13 años ya me iba con Idoia Mariezkurrena a lanzar un día a la semana. Seguí yendo cada vez más y, en primer año de cadete, decidí entrenar con ella casi todos los días. Voy a hacer ya 10 añitos en el atletismo como tal, que se dice pronto.

¿Qué consejo le daría a alguien que empieza a hacer jabalina ahora?

-Que si de verdad le gusta y de verdad siente que lo quiere hacer bien, que no se rinda. Al final, es un deporte muy demandante. Son entrenamientos muy repetitivos, monótonos y hace falta paciencia. Puede llegar a aburrir, pero si uno no se cansa, se mantiene y sigue adelante, los resultados van a llegar. Y si no le gusta lo que hace, siempre puede cambiar.

Está cursando Magisterio. ¿Cómo compagina un deporte tan exigente con los estudios?

-Los años de carrera, a las mañanas iba a entrenar y tenía clases por la tarde. Venía a Larrabide de 10 a 14 horas, de ahí me iba a comer al Sario y empezaba las clases a las 15.00. Luego, dependiendo si tenía prácticas o no, salía a las 19.00 o a las 21.00. Tenía el tiempo justo para estudiar y aprovechaba todo lo que podía los fines de semana. Es verdad que tampoco ha sido una carrera tan demandante en cuanto a estudio, aunque sí que exigía mucho trabajo grupal y me costaba un poco coordinarme con los compañeros. Al final, he aprobado todo y ahora estoy haciendo el Trabajo de Fin de Grado. Me quedan dos semanas para acabarlo y ser un graduado.

Le veo terminando el TFG durante el viaje.

-Bueno... Sí que me he llevado el ordenador a la Copa de Europa, porque al final es una semana entera. Me queda muy poco por hacer y lo tengo controlado, pero sí que le tendré que dar un poco en el viaje (ríe).