- Llegó en el tramo final de la temporada pasada, como un refuerzo de lujo para luchar por el ascenso a la máxima categoría del balonmano. El objetivo no se cumplió, pero Macarena Sans descubrió un club que le cautivó. Unas compañeras, un cuerpo técnico y unos directivos con los que entabló un vínculo. Una amistad. Ahora, la internacional argentina y jugadora del Gurpea Beti Onak quiere aportar su granito de arena a la causa, que su equipo -con el que ha firmado un año- juegue pronto en la Liga Guerreras Iberdrola. Esta vez, en la aventura le acompaña su pareja, Francisco Rosetto, internacional con la selección argentina de balonmano playa, quien jugará además en el Primera Nacional masculino del Beti Onak. Un tándem perfecto.

¿Qué motivos le han llevado a continuar en el Gurpea Beti Onak?

-Me quedé muy contenta en los dos meses que estuve en Villava. Conocí al equipo, al cuerpo técnico y a la gente del club. Me siento muy cómoda con ellos y con mis compañeras. Así que los principales motivos van por ahí. Además, me ilusiona el objetivo, que es ascender. En los dos meses que estuve me sentí como si fuera del Beti desde hace mucho tiempo. Me involucré en esa meta y, aunque al final no la alcanzamos, este año también apuesto por conseguirla.

¿Le costó mucho tomar la decisión?

-La verdad es que la decisión de salir de Argentina ya la tenía en mente. Hace mucho tiempo que juego a nivel internacional y tenía en mi cabeza jugar en el handball profesional. Hasta ahora no me había animado, esa es la realidad, y no me avergüenza decirlo ni nada. Son decisiones que se deben tomar con convencimiento y preparada para ello. A mí me ha llegado ese momento ahora. Es un desafío importante, algo fuerte, porque tienes que salir de tu país y cambiar absolutamente todas las costumbres. En mi caso, ha sumado mucho que me acompañe Fran, el que vengamos juntos. Ha sido importantísimo. No sé si me hubiese atrevido sola (se ríe). Compartir esto con él es un sueño.

Comparten la experiencia y también la pasión por el balonmano.

-Así es. Él ha sido jugador de balonmano toda la vida. Desde muy chico, igual que yo. Ahora no hay nada más lindo que compartir el mismo club en España y que estemos juntos en este desafío. Para él también es fuerte apostar por esto. Irse de Argentina sin saber si las cosas van a salir bien o mal. Pero nos animamos mutuamente. Creemos que saldrán bien, porque vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que eso suceda.

¿Cómo lleva el haberse trasladado a un continente nuevo y vivir lejos de su familia?

-Desde los 14 años estoy en la selección argentina y mi provincia está a 1.100 kilómetros del lugar donde entreno. Así que desde muy pequeña tuve que salir de casa y trasladarme muy lejos, muchas semanas al año, para entrenar con la selección. En ese sentido, estoy acostumbrada a estar fuera, por decirlo de alguna manera. Pero por mucho que así sea, nunca me acostumbro a extrañar. Es imposible que no extrañe. Pasan los años y les echo de menos como el primer día (se emociona). Ellos siempre me han apoyado. Tengo una familia hermosa, muy linda, y eso también hace que yo los extrañe tanto. Somos muy felices juntos.

Estarán muy contentos por todo lo que está viviendo.

-Sí. Ellos están muy felices de que yo pueda estar acá, de que pueda vivir esto y de que haya elegido el balonmano desde muy joven. De que sea mi camino. Si no hubiese sido por mi familia, no habría podido hacer nada en un deporte como este, que es tan amateur en Argentina. Esa es otra parte de la realidad del balonmano allá. Ningún club es profesional, así que los jugadores necesitan muchísimo el respaldo de las familias.

Para crecer como jugadora, entonces, ¿veía necesario salir de su país tarde o temprano?

-Sí. Para jugar al balonmano profesional y para dedicarme al cien por cien a entrenar, a centrarme en cómo mejorar en el deporte y no pensar en nada más, como por ejemplo en buscar recursos para trasladarme y poder entrenar.

Volviendo al Beti Onak. El año pasado jugó fase de ascenso, pero no se logró el objetivo. ¿Cómo ve al equipo este año?

-Lo veo muy motivado. La experiencia de jugar la fase la temporada pasada sin duda nos sirvió para crecer, individualmente cada una y también en cuanto al equipo, con ese objetivo en común. Desde el primer día de la pretemporada sabemos que entrenamos cada día para ascender. Veo al grupo muy bien y con muchas ganas. A mí particularmente el equipo me encanta, porque somos la mayoría jugadoras jóvenes, que nos dedicamos a absorber todo como esponjas, y me gusta mucho esa energía de querer aprender y progresar.

En ese engranaje, usted es y está llamada a ser una pieza clave. ¿Siente presión por ello?

-Siento la responsabilidad que debo sentir, ni más ni menos. Primero porque ni el cuerpo técnico ni los dirigentes me pusieron presión de ningún tipo. Desde que llegué la temporada pasada me mostraron su apoyo. Puedo tener más experiencia que mis compañeras, pero soy una más. Ni ellos me han presionado ni yo tampoco. Exigirme a mí misma, por supuesto. Lo normal en los deportistas. Sé que tengo responsabilidad y la tomo con ganas y con valentía.

Es un año importante, con un Mundial de balonmano en diciembre y que se celebra en España. ¿Cómo ve las opciones clasificatorias de Argentina?

-Hay que pelearlo y buscarlo, pero veo que tenemos opciones. Creo que va a ser un Mundial muy bueno, muy lindo, difícil también, ya que se disputa después de lo peor de la pandemia. Pero Argentina está con toda la energía en ir a este Campeonato y, según salgan las cosas, nos volcaremos en él.

El paso ya está dado. ¿Su idea es quedarse en Europa?

-Sí, mi idea es quedarme hasta terminar mi carrera deportiva. Ir creciendo como deportista y como persona. Quedarme varios años de acá en adelante.

¿Cómo fueron sus inicios en el balonmano?

-Mis padres son muy deportistas. Los dos son profesores de Educación Física y han entrenado en distintos deportes. A los 11 años empecé a jugar al balonmano y con esa edad hacía también natación y basket. Tuve que elegir uno por el tema de horarios y opté por el balonmano. En el Club Mendoza de Regatas tenía un grupo de amigas muy lindo y hasta hoy mantenemos la amistad, somos casi hermanas. Compartimos muchas cosas.

Esa es una de las partes más bonitas del deporte. Las personas con las que una persona se encuentra en el camino...

-Es la más linda. Si me preguntan qué es el balonmano, para mí son los vínculos con las personas y los momentos vividos. Nada de trofeos ni de títulos. Son las relaciones que haces y que trascienden a todo.

Nacimiento. 20 de noviembre de 1996. Mendoza (Argentina).

Puesto y altura. Central. 1,67 metros.

Procedencia. Jugó los dos últimos meses de la temporada pasada en el Beti Onak, donde llegó desde el Club Mendoza de Regatas.

Internacional desde los 14 años. Ha pasado por todas las categorías, donde acumula seis Mundiales (entre ellos los absolutos de 2015, 2017 y 2019). Estuvo en los Juegos de Río en 2016. Fue Plata en los Juegos Sudamericanos de Cochabamba (Bolivia) y tiene otros tres metales similares de los Panamericanos de Toronto (2015), Buenos Aires (2017) y Lima (2019). En octubre se juega con Argentina la clasificación para el Mundial de España.

Familia. Sus padres se llaman Silvana y José -o Pepe, como le conocen-. Tiene tres hermanas -Roxana, Florencia y Marina- y un hermano -Santiago-, además de seis sobrinos a los que adora. Esta vez ha venido con su pareja, Francisco Rosetto, también jugador de balonmano -está en el 1ª Nacional del Beti Onak- e internacional con Argentina de balonmano playa.

"Tengo una familia hermosa, muy linda, que siempre me ha apoyado. Es imposible que no la extrañe. Somos muy felices juntos”