Las tarjetas de débito y de crédito están ganando terreno al los pagos en efectivo a marchas forzadas. En las primeras, las más utilizadas hasta ahora, el importe de las compras se descuenta directamente del saldo que tenga el cliente en la cuenta vinculada, por lo que su uso no lleva aparejado el pago de intereses y cada compra se refleja inmediatamente en la cuenta.

Las segundas son más rentables para los bancos porque cobran por ellas comisiones por su emisión y su mantenimiento. Y te permiten diferir pagos y pagar a plazos con intereses.

En estos momentos en España hay unos 90 millones de tarjetas de ambas modalidades. Con especial crecimiento de las

de crédito debido a la alta inflación y el encarecimiento del dinero.

El sector está en constante evolución y ya son varias las entidades financieras que está avanzando los cambios que sufrirán las tarjetas en 2024.

Empezando por la eliminación de la clásica (hasta ahora) banda magnética que se aloja en el reverso de estas tarjetas y que contienen información precisa de la tarjeta, del usuario y de su cuenta. Un cambio que ya se pueden apreciar en muchas entidades y que pretende evitar el habitual deterioro por roces y rayaduras y su consiguiente desmagnetización y su inutilización para realizar operaciones. Con medida se refuerza la seguridad y se minimiza el riesgo de posibles fraudes.

En su lugar se implantará, en el anverso, un chip con toda la información que hará las transacción más rápidas y, sobre todo, más seguras. Algunas de las tarjetas más recientes ya llevan incorporado este chip.

Desde el año que viene tampoco hará falta el PIN para pagar. Esta contraseña de control será sustituida por los sistemas de biometría que ya llevan implantados algunas tarjetas y que funcionan basándose en la combinación de un chip electrónico y la huella dactilar del propietario.

Así se podrá llevar a cabo los pagos únicamente con la huella dactilar, con la que el propietario de la tarjeta verificará la identidad y a la vez confirmará el pago.

La forma de uso de los sistemas biométricos es muy sencilla. El cliente al sujetar la tarjeta realizará la verificación biométrica con su dedo inscrito.Y sin necesidad de introducir el número PIN.

Eso sí, en casos de emergencia, se puede recurrir al código PIN como una solución de reserva siempre que la huella digital del titular no se pueda utilizar por alguna razón. Por ejemplo tener la mano enyesada por un accidente.

El principal beneficio es que los datos de referencia de huellas dactilares capturados por el sensor biométrico se almacenan de forma segura en el chip de la tarjeta, de modo que no tendría que mantenerse en los servidores del banco.

Los cambios se irán implantando de forma progresiva en todos los países europeos y la plataforma Mastercard es una de las primeras en llevarlo a cabo. En Estados Unidos y Canadá el cambio no llegará hasta 2027 y el objetivo es que en el año 2033 no haya ninguna tarjeta de crédito o débito con banda magnética.

Para esa fecha estará a pleno funcionamiento el estándar global EMV una denominación formada por las iniciales de las tres principales plataformas del sector: Europay, Mastercard y Visa.