Al igual que nos hacemos chequeos médicos para prevenir enfermedades, también es recomendable de vez en cuando revisar cómo se encuentran nuestras finanzas personales. Eso es precisamente lo que significa el concepto de salud financiera, un estado de equilibrio en el que los ingresos, los gastos, el ahorro y la planificación de futuro están alineados de forma que permiten vivir con tranquilidad, afrontar imprevistos y alcanzar metas vitales sin necesidad de recurrir constantemente al crédito.
Esta salud financiera no depende solo de cuánto dinero se gana. De hecho, hay personas con ingresos altos que viven en un constante estado de estrés económico, mientras que otras con salarios más modestos logran mantener unas cuentas ordenadas y sostenibles. La clave está en cómo gestionamos lo que tenemos y en los hábitos financieros que desarrollamos a lo largo del tiempo.
Así puedes evaluar tu salud financiera
El Banco de España anima a los ciudadanos a reflexionar sobre su situación financiera, comparándola con una revisión de salud médica. Se trata de preguntarse, de forma honesta, en qué punto nos encontramos y qué podemos mejorar. Para ello podemos revisar varios aspectos.
- Proyecto de vida
En primer lugar, es recomendable reflexionar sobre el propio proyecto de vida. La edad, la situación familiar o las metas personales condicionan tanto los ingresos necesarios como el tipo de gastos. No es lo mismo organizar las finanzas de un joven sin cargas familiares que las de alguien que está pagando una hipoteca y planificando la educación de sus hijos.
- Evaluación de la situación
El siguiente paso es evaluar la situación actual e identificar tanto fortalezas como debilidades. Entre las primeras se encuentran los ingresos recurrentes, la estabilidad laboral o disponer de liquidez para echar mano en caso de emergencia, y entre las segundas, la dificultad para hacer frente a gastos imprevistos o la falta de ahorro.
- Presupuesto mensual
Tras el análisis, es imprescindible elaborar un presupuesto mensual. Poner en números los ingresos y los gastos ayuda a tomar conciencia de la realidad y a establecer prioridades. El ahorro, por pequeño que sea, debe ocupar un lugar destacado, ya que no solo es señal de buena salud financiera, sino también la forma de tener un colchón para hacer frente a posibles imprevistos.
- Contexto económico
Por último, es importante estar al tanto de cómo evoluciona el entorno económico: los tipos de interés, la inflación, el coste de la vida o la situación del mercado laboral. Todo ello influye inevitablemente en nuestra salud financiera.
- Indicadores de un buen estado financiero
De la misma manera que la presión arterial o la frecuencia cardíaca sirven para medir la salud del cuerpo, hay indicadores que nos permiten valorar la salud financiera. Según el Center for Financial Services Innovation (CFSI), algunos de los más importantes son: gastar menos de lo que se gana, pagar facturas a tiempo, contar con ahorros suficientes tanto a corto como a largo plazo, tener un nivel de deuda sostenible, mantener un historial crediticio saludable, disponer de seguros adecuados y planificar los gastos de futuro.
- Preguntas muy clarificadoras
Para obtener estos datos deberemos responder a unas preguntas tan sencillas como reveladoras: ¿Tengo un presupuesto mensual claro y lo cumplo? ¿He ahorrado este mes, aunque sea poco? ¿Podría vivir sin ingresos durante algunos meses gracias a mis ahorros? ¿Pago puntualmente mis deudas y facturas? ¿Recurro a créditos para cubrir gastos esenciales? ¿Estoy protegido con seguros adecuados? ¿Tengo un plan para mi jubilación?
Responder con sinceridad a estas cuestiones nos permitirá detectar áreas de mejora y diseñar un plan de acción. Lo más importante no es responder sí a todas, sino reconocer dónde están los puntos débiles y empezar a trabajar en ellos.
Beneficios de una buena salud financiera
Mantener las finanzas sanas nos aporta beneficios individuales y colectivos. A nivel personal, significa vivir con menos estrés, tener más capacidad de decisión y alcanzar objetivos vitales sin sobresaltos. A nivel social, que los ciudadanos tengan una buena salud financiera contribuye a la estabilidad del sistema económico, ya que reduce el riesgo de impagos y aumenta la confianza de las entidades financieras.
En definitiva, cuidar la salud financiera es una forma de invertir en nuestro bienestar presente y futuro y revisarla de vez en cuando puede marcar la diferencia entre una vida económica llena de tensiones o una en la que predomine la tranquilidad y la seguridad.