Pamplona - Una misma norma rige ya para todas las empresas y para el 99% de los asalariados, que deben dejar constancia del comienzo y el final de su jornada. La obligación de registrarla, que entró en vigor ayer mismo, se vivió ayer con cierta confusión en las empresas más pequeñas y con normalidad en los centros de trabajo medianos y grandes, donde se trata de una realidad consolidada desde hace tiempo.

“En Navarra -explicaba ayer José Antonio Sarría, presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra- el proceso se está viviendo con algo más de tranquilidad, quizá debido al superior peso de la industria, donde resulta más sencillo controlar las jornadas, con la excepción quizá de los comerciales que se encuentren de viaje”. Las dificultades, apuntaba, proceden del pequeño comercio, de las empresas más pequeñas del sector servicios y de la hostelería.

Nacho Calvo, de la asociación de hostelería de Navarra, lo confirmaba ayer. “La gente está tan enfadada que no quiere ni hablar. Se trata de una complicación mayor y de un control aún mayor para un sector que ya está más que vigilado”, explicaba ayer Calvo, quien advierte de que la medida va a suponer establecer “un mayor control del trabajador cuando sale a fumar, a comer o hacer un recado”. A su juicio, el sector presenta asimismo ciertas peculiaridades, como las jornadas flexibles que puede exigir en cierto momento la propia actividad. “Esto no es una fábrica en la que se hacen tornillos. Si alguien entra a comer a las tres menos diez no puedes decirle que no”, explica.

En este sector se vive asimismo una situación peculiar. “Llevamos creando empleo a un ritmo del 2,5% anual desde el año 1999, lo hemos hecho incluso en tiempos de crisis. Y ahora mismo tenemos verdaderas dificultades para encontrar personal cualificado. Ahora mismo un cocinero es casi misión imposible. Si los sindicatos dicen que con esta medida se va a crear empleo, por favor que me presenten a esos trabajadores”, señalaba Calvo, quien explicaba que la mayor parte de bares y restaurantes había empezado a realizar el control de forma manual. La huella digital, uno de los sistemas recomendados, presenta a su juicio problemas con la privacidad.

Comisiones Obreras de Navarra, de hecho, cifraba en unos 600 puestos de trabajo a jornada completa, la suma de las horas extraordinarias que no se pagan en Navarra, la comunidad con mayor número total de horas extra (incluidas las que se pagan) por trabajador. “Hay empresas en las que con toda lógica se recurre a ello”, explicaba Sarría, quien recordaba que la CEOE había recomendado a sus afiliados trasladar este asunto a la negociación colectiva con el objetivo de ir regularizando una iniciativa “que se tiene que ir desarrollando con el tiempo”. “De momento -señaló- se trata de un experimento cuyo principal objetivo es recaudatorio”.

Aunque en teoría la Inspección de Trabajo puede visitar desde ya a las empresas, el organismo del Ministerio de Empleo valoraba ayer la puesta en marcha de la norma y aseguraba que dará un margen “razonable” de unos 2 o 3 meses para comenzar a sancionar si la empresa está negociando, al tiempo que lamenta que la norma contemple una multa global por la ausencia de registro, en lugar de una por cada trabajador. En este sentido, la presidenta del sindicato de Inspectores de Trabajo, Ana Ercoreca, ha asegurado que desde ayer ya se están realizando visitas a centros de trabajo y pidiendo el registro de jornada porque “no pueden decir que nos ha pillado a última hora. Tiempo han tenido”.

Desde UGT, la vicesecretaria general, Cristina Antoñanzas, exigía este lunes a las patronales comenzar a negociar, tanto a nivel sectorial como autonómico, porque hasta ahora “no se ha abierto casi ninguna mesa de negociación”.