La fusión entre CaixaBank y Bankia no solo ha creado el primer banco minorista de España. También va a provocar un importantísimo recorte de empleo y, quizá, de condiciones laborales. Y, de rebote, impactará negativamente en la capacidad recaudatoria de la Hacienda foral de Navarra, tanto a través del ya muy disminuido Impuesto de Sociedades como del propio IRPF.

Será un suma y sigue en el proceso de consolidación de la banca, cuyo volumen de empleados por habitante se encuentra ya por debajo de la media europea, y que está transformando hasta el paisaje urbano, con miles de oficinas cerradas que dan paso a otras actividades o simplemente a locales vacíos. Solo en Navarra, la desaparición de Bankia se saldará seguramente con la pérdida de unos 60 puestos de trabajo, lo que supondrá una merma en la recaudación por IRPF de cientos de miles de euros al año. Los trabajadores del sector se cuentan entre aquellos con mejores remuneraciones medidas y, por tanto, entre los que mayor retención experimentan en su nómina.

Esto supondrá apenas una pequeña parte del arañazo fiscal para Navarra, que tiene problemas para hacer del Impuesto de Sociedades un instrumento recaudatorio útil. Con este tributo apenas recauda la mitad de lo que ingresaba antes la crisis de 2008-2013 y ello se debe, en buena medida a la compensación de pérdidas (bases imponibles negativas) que le ha llegado a suponer a Hacienda más de 40 millones de euros al año.

Créditos fiscales

En banca, esto se ejecuta a través de los denominados créditos fiscales diferidos (DTA, por sus siglas en inglés), deuda que Hacienda tiene con las entidades financieras, a cuenta de las pérdidas que se generaron durante los años de la crisis inmobiliaria. Estos DTA se activan cuando la entidad se encuentra en beneficios y sirven para reducir de modo sensible la factura final que paga la banca.

Las dos entidades sumaban a cierre de año unos 13.000 millones de euros que pueden compensar tanto ante la Hacienda Tributaria como ante las diferentes haciendas forales en las que tributa. También en Navarra, a través de su cifra relativa de negocio, que se ha ido reduciendo con el paso de los años. A cierre de 2020, por ejemplo, apenas 5.029 de los 336.825 millones de euros de crédito concedido por CaixaBank tenían su origen en la comunidad foral.

Una historia repetida

Koldo Martínez. senador autonómico por Navarra (Geroa Bai), lo denunciaba esta misma semana en una pregunta a la vicepresidenta y ministra de Economía. “Teniendo en cuenta que el Estado es el propietario del 16,1% de la nueva entidad, ¿qué medidas concretas va a tomar el Gobierno?”, interrogó Martínez, sin obtener una respuesta concreta por parte de la vicepresidenta Calviño.

“Esto ya lo hemos visto con anterioridad”, explicó Koldo Martínez, en referencia a la absorción de otras entidades por parte de CaixaBank. En el caso de Banca Cívica, por ejemplo, y según se denunció en la comisión de investigación parlamentaria, CaixaBank habría obtenido unos 2.216 millones de euros en créditos fiscales procedentes de unas pérdidas esperadas de unos 7.200 millones de euros. Estos créditos son deducibles durante un periodo de tiempo además muy amplio (18 años en el Estado y 15 en Navarra).

Estos créditos fiscales ya permitieron en la salida de la anterior crisis a CaixaBank convertir perdidas en beneficios, tal y como publicó en su momento Infolibre o aliviar muy sensiblemente la factura de fiscal de Bankia, que apenas tuvo que pagar Impuesto de Sociedades.