El cierre de Inasa hace nueve años convirtió en un páramo industrial un espacio que fue durante más de medio siglo motor de desarrollo de la zona. Pero las antiguas instalaciones de esta emblemática empresa han vuelto a cobrar vida. Y es que el actual nivel de ocupación del polígono se acerca al 100%, según señalan desde Nasuvinsa, empresa pública que adquirió los terrenos en 2017. "Del total de 16 parcelas, que suman 70.000 metros cuadrados de uso industrial, están vendidas todas salvo tres", apuntan. Además, en fechas próximas se espera formalizar el contrato de compraventa de dos de ellas, que suman 8.000 metros cuadrados y para la tercera, de 5.000 metros cuadrados, también hay empresas interesadas en su adquisición. "Se puede afirmar que el primer proyecto de regeneración industrial impulsado por el Gobierno de Navarra, a través de Nasuvinsa, ha sido un éxito", destacan. En la actualidad hay instaladas ocho empresas.

"Desde el primer día que entramos en el Ayuntamiento nuestra prioridad fue reunirnos con el Gobierno del cambio para dar una salida al carpetazo que obtuvo por parte del Gobierno de UPN", señala Aitor Larraza, alcalde Irurtzun. "Se ha trabajado mucho para que lo que fue un emblema de Irurtzun no se convirtiese en una ruina industrial. Seis años después salta a la vista que el trabajo realizado por ambas administraciones ha dado sus frutos, siendo muy positiva la valoración del proyecto", destaca. Al respecto, apunta que esta reconversión también ha supuesto nuevas oportunidades y recuerda que para ajustar el precio del suelo industrial, el Ayuntamiento acordó con Nasuvinsa no percibir los ingresos correspondientes al aprovechamiento de la obra a cambio de la propiedad del edificio de oficinas de Inasa.

"Hemos sabido reconvertir el edificio, con la ayuda de la Agencia de Desarrollo de Sakana y subvenciones del Departamento de Industria, en un polo referente en la transformación digital,", subraya. Así, considera que este experiencia debería ser trasladable a otros municipios visto el impacto positivo, tanto en términos urbanísticos, como en empleo y económicos, ha tenido en Irurtzun.

Descontaminación del polígono

Más de cinco décadas de una industria pesada habían dejado huella y era necesaria la descontaminación de los terrenos para garantizar la instalación de nuevas empresas. Si bien la administración concursal que se hizo cargo de Inasa tras su cierre realizó una oxidación química de los suelos, todavía quedaban zonas con afección que se han descontaminado estas últimas semanas. "La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) obliga a realizar un seguimiento del agua subterránea durante un tiempo para ver la evolución de los valores. Aunque iban muy bien, había una pequeña zona que tenía concentraciones más altas de lo deseable", explica Jesús Egea, técnico de Navuvinsa.

Para detectar los niveles de contaminación se colocaron piezómetros, pozos de pequeño diámetro que se utilizan para monitorizar el nivel de agua y la calidad química de las aguas subterráneas. "Hay una docena. Todos daban valores tolerables menos uno. Se decidió excavar en la zona hasta que se ha llegado a un remanente limpio", explica Egea. Ahora se deben analizar las tierras acopiadas para determinar a qué vertedero se pueden llevar en función de los resultados.

"Con esta actuación se aceleran los plazos. Los tiempos de la tendencia ambiental frente a la industrial son distintos. Nasuvinsa ha querido ser proactiva porque hay demanda para esta nave", observan María Luisa Garijo y Javier Ipás, geólogos de la empresa Tubkal Ingeniería, encargada del proyecto de descontaminación y dirección de obra. "Había sobre todo hidrocarburos. En las actividades de cables y aluminio se refrigera mucho con aceite y para desengrasar se utilizan diferentes disolventes, sobre todo órganoclorados", explican. "En los inicios de la actividad no se gestionaban los residuos y dejarlos secar era una práctica habitual. No había leyes de residuos y cada uno hacía lo que creía más adecuado", lamentan. "Medioambientalmente se ha hecho todo lo que se puede hacer. Administrativamente se podrá cerrar el caso cuando se alcancen los valores objetivos establecidos por la CHE porque no hay riesgo para una nueva actividad industrial", destacan. No obstante, apuntan que se deberá mantener el control analítico durante un tiempo.

Con una amplia experiencia en el sector, estos geólogos destacan el trabajo realizado por Nasuvinsa. "Ha saneado y troceado los terrenos. Nos movemos por todo el país y hemos visto lugares similares que han quedado como una ruina industrial. En un principio Inasa tenía toda la pinta", observan.

Lo cierto es que este proyecto de reconversión de antiguas instalacioens fabriles ha sido pionero en Navarra. Para su reurbanización y regeneración de suelo industrial ha sido necesaria una inversión de 7 millones de euros. De estos, 2,5 millones fueron para la adquisición de suelo y el resto para los trabajos de urbanización e infraestructuras. Para la descontaminación de los terrenos ha sido necesaria una inversión de en torno a 700.000 euros.

Las actuaciones llevadas a cabo han consistido en la reordenación urbanística para la comercialización del suelo y naves industriales que permitiesen la compensación económica de la inversión, derribos parciales de las anteriores instalaciones de Inasa con el mayor aprovechamiento posible de las estructuras e infraestructuras existentes , la descontaminación de suelos provenientes de la antigua actividad, la regeneración de la distribución energética y otros servicios, así como la estructuración viaria del polígono. Para dar celeridad al proyecto, consensuado con los ayuntamientos de Irurtzun y Arakil, se tramitó vía PSIS (Proyecto Sectorial de Incidencia Supramunicipal) y se planteó su desarrollo por fases según la demanda. Lo cierto es que se han superado las previsiones más optimistas y la venta de suelo y naves ha compensado la inversión, según señalan desde Nasuvinsa.

El polígono cuenta con una superficie total de 140.000 metros cuadrados. La mayoría, unos 100.000 metros cuadrados correspondían a las antiguas instalaciones fabriles. Se ubican en Irurtzun y Arakil, con unos 45.000 metros en el término municipal de esta última localidad. Del total, 110.000 están destinados a parcelas industriales, mientras que el resto corresponde a zonas verdes, servicios o viales.

Dinabide, un espacio para la transformación digital

En las antiguas oficinas de Inasa está Dinabide, el centro para la transformación digital de Navarra, un proyecto promovido por el Ayuntamiento de Irurtzun y la Agencia de Desarrollo de Sakana que ha contado con el apoyo del Gobierno de Navarra. Se trata de un laboratorio de la industria 4.0 que abrió sus puertas unos meses antes de la pandemia. A pesar de la situación sanitaria, en este tiempo se ha convertido en un espacio de colaboración y coworking para desarrollar proyectos tecnológicos. Con unas instalaciones de 200 metros cuadrados, cuenta con capacidad para 16 puestos de trabajo y dispone de tecnología de última generación como impresoras 3D, escáner, gafas de realidad aumentada y un robot colaborativo. Todo ello para facilitar el diseño de prototipos, así como su fabricación a pequeña escala para testarlos. A día de hoy trabajan seis personas con otros tantos proyectos diferentes.