El coche eléctrico sigue sin convencer a los compradores navarros que apuestan por los híbridos y por los motores de gasolina, pero también por el diésel, que crece casi un 7% respecto al año pasado. En los siete primeros meses de 2023, los vehículos de baterías han avanzado con cierta fuerza, más de un 70% respecto a 2022, pero con unas cifras totales muy bajas: las 237 unidades vendidas suponen apenas el 5,7% del total. 

Los datos revelan, por un lado, las preferencias de los consumidores, que apuestan por la autonomía que ofrece un coche de combustión a un precio mucho más reducido. Los eléctricos siguen siendo más caros que los convencionales, a pesar de las ayudas implementadas, y dejan al margen a un porcentaje de población relevante. Y, por otro lado, muestran el retraso de España respecto a otros mercados en la carrera del coche eléctrico. La penetración del eléctrico en el mercado es muy inferior a la de países como Francia, Gran Bretaña, Alemania, y, por supuesto, China, donde casi una cuarta parte de los coches que se matriculan son eléctricos. 

Poca infraestructura de recarga

Los fabricantes atribuyen el lento avance de las ventas en España a la insuficiente red de puntos de recarga de acceso público. Navarra, una de las comunidades que más ha avanzado, cuenta con solo 369 puntos públicos. Y apenas un millar de ciudadanos ha instalado en este tiempo enchufes en sus garajes privados. Los fabricantes consideran que sería necesario multiplicar por tres o incluso por cuatro estas cifras y sus equivalentes en el conjunto de España para enviar una señal clara a los compradores. 

Falta por resolver, sin embargo, otras cuestiones clave, como el precio y la autonomía. A la espera de que lleguen al mercado coches eléctricos por debajo de los 25.000 euros –una promesa que no termina de cuajar y que además supondrá límites en la autonomía de los vehículos– el precio de partida sigue siendo muy superior al de los coches convencionales. Y ni siquiera el precio de los carburantes, muy superior al de la electricidad necesaria para recargar un coche de baterías, disuade a los conductores. 

El precio es clave

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Y todo ello a pesar del sensible encarecimiento que han experimentado algunos de los coches de combustión más baratos del mercado. En apenas años, un Dacia Sandero básico ha pasado de costar 8.400 a 14.000 euros. Un Seat León ha pasado de 17.430 a unos 26.000 euros. Y un Peugeot 2008 que arrancaba en 2016 de unos 15.000 euros ya está en 25.000 euros.

Los eléctricos, que cuentan con un nivel de desarrollo tecnológico muy superior, son sin embargo sensiblemente más caros. En estos momentos, y según un estudio realizado por el portal tecnológico Xataka, el precio medio de un coche eléctrico supera los 34.100 euros. Solo el Dacia Spring y el MG4 Electric quedan, gracias a las ayudas, en el entorno de los 20.000 euros, un precio más ajustados a la disponibilidad económica del grueso de los consumidores. La autonomía de estos noches no supera, de momento, los 250 ó 300 kilómetros, por lo que los convierte en vehículos interesantes para la ciudad, pero claramente insuficientes para desplazamientos algo más largos. Obligan, por tanto a disponer de una alternativa de combustión