Navarra se dispone a cerrar 2023 con sus niveles de deuda más bajos desde el año 2011. Y, de hecho, se ha convertido en la comunidad que más ha ajustado su endeudamiento, al reducirlo en 6,9 puntos porcentuales de su PIB, con cierta diferencia respecto al resto de comunidades, muchas de las cuales llevan años bajando impuestos. Esta evolución que permite a la Comunidad Foral regresar al grupo de territorios más saneados, una condición que abandonó durante la durísima crisis de 2008-2013.

A cierre de junio, y según la contabilidad del banco de España, la deuda total de Navarra alcanzaba los 3.175 millones de euros, 608 millones de euros menos que el máximo histórico, alcanzado en junio de 2016, cuando Hacienda braceaba para cuadrar las cuentas todos los años. Entonces, la recaudación fiscal, hundida desde 2010, apenas comenzaba a repuntar levemente con los primeros síntomas de recuperación del empleo, pero los ingresos resultaban insuficientes para cuadrar los déficits recurrentes. Solo a partir de 2017, el endeudamiento total comenzó a descender.

Y, pese a incrementarse en más de 600 millones en 2020 como consecuencia del estallido de la pandemia, la total recuperación del empleo y el fulgurante incremento de la recaudación fiscal, que lleva batiendo registros en los últimos tres años, han permitido a Hacienda cerrar los dos últimos ejercicios con superávit y destinarlo, tal y como obliga la legislación estatal, a desendeudarse.

Todo ello, unido al propio crecimiento económico, permitió a Navarra cerrar el primer semestre con una deuda equivalente al 13,3% de su PIB, una cifra solo superior a la que presentan la Comunidad Autónoma Vasca (13%) y de nuevo inferior a la de Madrid, otra de las comunidades más saneadas (13,7%). En 2015, tras dejar UPN el Gobierno de Navarra, nada menos que ocho comunidades tenían un nivel de endeudamiento inferior al de la Comunidad Foral: Madrid, País Vasco, La Rioja, Galicia, Extremadura, Castilla y León, Canarias y Asturias. “No había ni para pagar las nóminas”, relataba entonces un alto cargo de Hacienda. Una afirmación refrendada por la Cámara de Comptos, que llegó a hablar del serio “riesgo de insolvencia” por el que pasó entonces la Hacienda foral. 

La situación actual tiene poco que ver con la de entonces. No solo se ha reducido la deuda: la disponibilidad de efectivo es también mayor que nunca. Según los datos del Banco de España, el Gobierno foral y los ayuntamientos tenían a comienzos de este verano más de 1.100 millones de euros en cuentas corrientes y depósitos bancarios, una de las cifras más elevadas de la historia. 

La liquidez era similar ya el año pasado, cuando Navarra logró cerrar el ejercicio con un superávit de 285 millones de euros (1,275% del PIB) que se destinó, en virtud de la normativa de estabilidad presupuestaria, a amortizar deuda. También en 2021, el superávit rozó el 1,3% del PIB, con idéntico destino. Para este año, la AiRef pronostica que Navarra cerrará el ejercicio en positivo, si bien en una cifra inferior, en torno a dos décimas del PIB, unos 50 millones de euros. 

El objetivo de Hacienda es regresar a niveles de endeudamiento todavía más sostenibles, que fueron una constante durante los años 90 y hasta la crisis de 2008. Así, tras iniciar en 1992 un programa de endeudamiento para cubrir los primeros déficits públicos del autogobierno, desde 1995 hasta 2007 el saldo de deuda viva fue disminuyendo. “Mediante la utilización del ahorro bruto generado, que fue creciendo casi ininterrumpidamente con notable intensidad a lo largo del tiempo, Navarra dispuso de capacidad suficiente para autofinanciar sus propias inversiones sin apelar al endeudamiento”, explica Hacienda en el memorando de la deuda. 

A partir de 2008, sin embargo, y como consecuencia de unas crisis financiera que se contagió de forma dramática a la economía real, las necesidades de endeudamiento se incrementaron. “Este incremento de deuda viva obligó, dadas las condiciones existentes en los mercados a un proceso de diversificación, tanto en instrumentos financieros como en inversores, con objeto de obtener la financiación más adecuada, minimizando en lo posible el coste.De esta forma, a partir del año 2008, a la emisión de deuda se unió la concertación de préstamos bancarios, tanto a interés fijo como a interés variable, como fuente de financiación y que con los años ha ido ganando un peso importante en la composición del endeudamiento del Gobierno de Navarra”. Tras años de tipos bajos, el coste de la deuda ha comenzado sin embargo a incrementarse en el último año , aumentando el gasto financiero del Gobierno de Navarra. En septiembre, según el último informe de Hacienda, rondaba ya el 3,07%.  

Otras comunidades bajan impuestos pero no deuda

Madrid al margen –la potencia económica de la capital le hace conducirse desde hace años ya a otra velocidad– los datos de Navarra contrastan con los de otras comunidades que han comenzado a bajar impuestos sin haber reducido previamente su endeudamiento.

Es el caso de una parte relevante de las comunidades del denominado régimen común, que acumulan una deuda, en algunos casos gigantesca, que atribuyen a su infrafinanciación y que es asumida en buena medida por el Estado. El caso más claro es el de la Comunidad Valenciana, gobernada ahora mismo por el Partido Popular y Vox, y que durante los ocho años anteriores, con un gobierno de coalición de izquierdas, no logró reducir la deuda, que se sitúa en el 43,5% del PIB. El nuevo ejecutivo de derechas ha decidido suprimir el Impuesto de Patrimonio con lo que dejará de recaudar unos 155 millones de euros procedentes de los 22.000 valencianos con mayor patrimonio a su nombre. 

Rebajas fiscales similares se han aplicado no solo en Madrid, sino también en Andalucía y Castilla y León. Y han sido anunciadas, tras las elecciones de la pasada primavera, en Aragón, La Rioja, Murcia y Cantabria. Todas ellas tienen indicadores de deuda peores que Navarra. Y desde 2015 la han reducido en menor medida que la Comunidad Foral, que ha apostado por mantener estos tributos y no acometer asimismo rebajas sensibles en los impuestos con mayor capacidad recaudatoria y sobre los que puede actuar: IRPF y Sociedades. 

Tumbar el Impuesto de Patrimonio se ha convertido en cualquier en uno de los objetivos de los gobiernos conservadores de todo el país. Se trata de un tributo que afecta a una parte muy pequeña de los contribuyentes –en Navarra apenas lo pagan 8.000 personas–, todos con rentas y patrimonios por encima del millón de euros. Eliminarlo tiene en todo caso un coste: durante la última década ha permitido recaudar en la Comunidad Foral una media de 40 millones de euros al año, que han servido, entre otras cosas, para devolver una parte de la deuda que se contrajo durante las dos últimas crisis. De hecho, el Ejecutivo central aplica desde el año pasado un nuevo impuesto estatal a las grandes fortunas que tiene como objetivo principal evitar esta comnpetición a la baja entre territorios.