Los salarios de los jóvenes son un 35% inferiores a la media. Es más, la mejora de sus ingresos a lo largo de su vida laboral es más lenta que en generaciones anteriores: tardan siete años más que sus progenitores en alcanzar la media de cotización. Esta es solo una de las conclusiones de la monografía Presente y futuro de la juventud española, publicada por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), que dibuja un panorama nada esperanzador sobre el empleo juvenil.

El análisis revela que si la conocida como generación boomer alcanzaba una base de cotización –un salario– similar a la del resto a los 27 años, ahora los jóvenes no lo hacen hasta los 34, siete años más tarde. Y esta situación hace cada vez más difícil “construir proyectos vitales con perspectivas de medio y largo plazo”. Además, la temporalidad y la parcialidad les impacta de lleno: el 25,4% trabaja con contratos a tiempo parcial, 12 puntos por encima de la media del conjunto de la población, y su tasa de temporalidad también dobla el promedio. “Su inserción laboral presenta problemas”, advirtió ayer Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, durante la presentación del análisis.

El informe de la Fundación BBVA y el Ivie describe cuatro perfiles de jóvenes que se diferencian por su situación y oportunidades. En el grupo más desfavorable, formado por casi un millón de ‘ninis’, se encuentra el 14% de jóvenes que ni estudia ni trabaja. En el lado opuesto, se sitúa el grupo de quienes han contado con un entorno familiar o escolar favorable, han alcanzado estudios universitarios y disfrutan de trabajos cualificados, contratos estables y salarios elevados. Entre estos dos extremos, figuran los jóvenes que trabajan, pero de forma irregular y con bajos salarios, y aquellos que han acabado formación posobligatoria y tienen empleos que les permiten disfrutar de cierta estabilidad laboral. Los estudios, según este informe, son claves a la hora del salario. “La precariedad en las condiciones de trabajo, sobre todo, cuando la formación es baja, se prolonga”, según Pérez.

Así, los jóvenes menos formados tienen menos posibilidades de conseguir buenos empleos y progresar, tanto en estabilidad laboral como en salario, y las mayores ventajas las consiguen los que tienen estudios superiores. Descontado el efecto de otras variables distintas del nivel de estudios, los jóvenes que poseen Formación Profesional de grado superior logran salarios medios un 11,3% mayores que los jóvenes con solo hasta educación obligatoria y los universitarios consiguen empleos un 33,8% mejor remunerados.

Parte de las ventajas salariales de los jóvenes más cualificados se derivan de su preparación para ocupar puestos de trabajo que requieren conocimientos avanzados en competencias que los mayores no pudieron adquirir. Gracias a ello, en el empleo joven de 25 a 29 años pesan más los puestos más cualificados (38,7%) que en el conjunto de los ocupados (35,6%).

Pérdida demográfica

El informe resalta que para abordar las mejoras necesarias en los diversos ámbitos que afectan a la juventud son “precisas” políticas específicas. Sin embargo, según los autores del estudio, “la pérdida de peso demográfico de la juventud en el último cuarto de siglo puede reducir su influencia en la atención a sus problemas y en el diseño de las políticas para responder a los mismos”.

Y es que el colectivo de jóvenes entre 16 y 29 años representa actualmente el 14,8% de la población, nueve puntos porcentuales menos que en 1995, frente al peso de otras franjas de edad como los mayores de 65 años que ha crecido hasta el 20,2%.

Al detalle

Ascender de estrato social. El aprovechamiento de las oportunidades de acceso a la educación que han disfrutado las generaciones jóvenes se ha convertido en un factor de movilidad social fundamental. Según el estudio, el 59,2% de los jóvenes entre 25 a 29 que proceden de un estrato socioeconómico bajo, pero han completado estudios superiores, consiguen ascender al estrato alto. En cambio, solo logran esa meta el 13,4% de los que solo cuentan con formación obligatoria.

Desplazarse hacia abajo. La educación también es relevante para desplazarse socialmente hacia abajo. Así pues, un 38,5% de los que proceden de un estrato alto, pero solo finalizan estudios obligatorios, descienden hasta el estrato socioeconómico bajo, mientras que este porcentaje cae al 19,7% en el caso de que hayan alcanzado estudios secundarios posobligatorios y solo alcanza el 8,5% de los que poseen estudios superiores.