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¿Hay que seguir subvencionando en Navarra la compra de coches chinos?

Las marcas chinas se están dando a conocer con coches tecnológicamente muy desarrollados, a precios asequibles y aprovechando las ayudas públicas

¿Hay que seguir subvencionando en Navarra la compra de coches chinos?RONALD WITTEK

Tarde o temprano alguien debería planteárselo. Como ya ha hecho Francia, por cierto. La adquisición de un coche eléctrico disfruta hoy en Navarra de una doble ayuda. La correspondiente al Plan Moves y las propias deducciones de la Hacienda Foral , que al actuar de forma conjunta convierten la opción de baterías en una alternativa más que interesante desde un punto de vista económico y que han situado a la Comunidad Foral como el territorio con mayor penetración de los vehículos eléctricos: uno de cada diez nuevos coches vendidos no tiene motor de combustión.

La proporción duplica a la del conjunto de España y se aproxima a la media europea, donde ronda el 13%. Muy superior en el norte del continente que en sur, como es habitual.

Aceptada la premisa inicial, que ya es bastante decir –hay que impulsar el coche eléctrico en aras de la sostenibilidad– cabe preguntarse si tiene sentido subvencionar con dinero público la compra de estos coches se fabriquen donde se fabriquen. Francia ya lo ha hecho y la respuesta ha sido no. Mantiene las ayudas, pero solo para aquellos que se construyan en la Unión Europea.

Lo hace con un mecanismo indirecto, teniendo en cuenta las emisiones del coche desde el momento mismo de su fabricación. Si se fabrica lejos –es decir, en China, en Japón o en Corea–, no se cobra. En estos meses, las importaciones de coches chinos se han reducido a la mitad, un alivio para los históricamente sólidos constructores franceses, que atraviesan hoy un momento complicado, con ciertas dudas sobre su fiabilidad.

Porque, como sucede en el caso de los aranceles, esa y no otra es la cuestión. La amenaza para la industria occidental de automoción es real, porque, junto al creciente poderío de Corea y la solvencia japonesa, China acumula millas de ventaja: ha invertido desde hace más de 15 años en la tecnología eléctrica y en asegurar las cadenas de suministro, desde las minas y hasta los chips. Sus industrias cuentan con todo el apoyo del estado. Sus coches son más baratos y tecnológicamente parece que superiores. De la fiabilidad hablará el tiempo.

Estados Unidos lo ha entendido sin complejos y aplica ya aranceles de más del 100%. Europa titubea –VW fabrica en China para vender aquí, Mercedes y BMW siempre han aspirado a ser actores de referencia en Asia–, pero parece inclinarse por un tibio proteccionismo, como muestran los aranceles que se aplican desde julio. ¿Funcionará? A largo plazo, dependerá que las marcas europeas sean capaces de competir con tecnología, diseño y fiabilidad.

Pero una cuestión es clara. Deslocalizar la industria desde los años 90 solo ha generado una ilusión de precios baratos que hoy se difumina. Se ha llevado por el camino el poder adquisitivo de millones de personas y las consecuencias son también políticas.

Navarra ha sido históricamente la prueba los beneficios sociales de un sector manufacturero fuerte, que aporta cohesión y salarios dignos. El reto no solo es mantenerlo, sino hacerlo crecer en aquellas actividades con mayor valor añadido, atrayendo inversión. Y ahí las ayudas públicas también deben jugar su papel.