Navarra es, junto a la Comunidad Autónoma Vasca, el único territorio donde sube el desempleo en el último año. Una rareza, por tratarse también de las dos comunidades con mejores datos de empleo y menores índices de paro. Sin embargo, en el último año, el número de personas que buscan trabajo crece. En Navarra, 29.612 personas se encuentran registradas como desempleadas, 306 más que hace un año y el peor dato desde 2022.
¿Por qué sucede esto si la economía crece más de un 2,5% en el último año, si María Chivite destacaba este mismo verano “el excelente económico” de la Comunidad Foral y si en el resto de comunidades el paro ha descendido más de un 5% en el último año?
Hay más gente que quiere trabajar
Es la respuesta obvia, pero no la menos importante. La población activa, aquella que se encuentra en edad y disposición de trabajar, ha crecido en más de 9.500 personas en Navarra, según los datos de la Encuesta de Población Activa correspondiente al segundo trimestre de 2024. Se trata de un aumento sensible, que, con una demografía deprimida, solo se explica por el buen momento económico percibido.
Es decir, personas que antes no buscaban empleo, al considerar que no tenían opciones de encontrarlo, hoy lo buscan. Y, sobre todo, porque la llegada de personas procedentes de otros países se ha acelerado tras el final de la pandemia. Los flujos migratorios hoy comienzan a parecerse a los que se vivían en los años de la burbuja inmobiliaria. Solo en 2023 la población migrante crece en 9.000 personas. Un volumen que el mercado de trabajo no consigue absorber del todo.
Hay demasiados desempleados con muy poca formación
Es un problema histórico, que se agravó durante las crisis de 2008-2013, cuando el hundimiento de la construcción expulsó del mercado de trabajo a casi 20.000 ocupados de forma directa, y que no se ha resuelto. Dos terceras partes de los desempleados (un 69%, más de 20.000 personas) cuentan solo con los estudios obligatorios. Y en 2024, sin la formación adecuada, resulta mucho más complicado que antes hallar trabajo. Esta bolsa de empleados de difícil recolocación es decisiva para entender por qué la tasa de paro se resiste a bajar del 9% de manera sostenida y por qué el crecimiento económico sigue sin traducirse en índices de desempleo comparables a los de algunos de los países más prósperos de Europa. Si hace 15 años se consideraba como “paro técnico” una cifra del 5%, algunos expertos elevan hoy este umbral, no sin cierto conformismo, hasta el 7% o el 8%.
La creación de empleo se ha ralentizado…
Todo ello no basta sin embargo para ocultar una realidad. La creación de empleo se ha debilitado de forma sensible en Navarra en el último año, coincidiendo con un escenario de tipos de interés más elevado y con un escenario internacional que castiga más a las comunidades más industrializadas. Tras la invasión de Ucrania, Alemania sufre y paga su dependencia excesiva del gas ruso, una apuesta que hoy paga. Y no se puede olvidar que el país centroeuropeo es el segundo socio comercial de Navarra. El primero, Francia, suma también años de crecimientos exiguos.
Pero el menor brillo del mercado de trabajo navarro no es nuevo. De hecho, viene perdiendo fuelle de manera sostenida desde antes incluso de la pandemia. Si en 2017 se creaban cerca de 9.000 empleos al año, en 2019 esta cifra se había reducido a 7.500 y el año pasado era ya de apenas 6.000. Hoy no llega a 4.000. Y con esas cifras de creación de empleo resulta imposible absorber a toda la población que se incorpora al mercado de trabajo.
…Porque el sector público está frenando las contrataciones
En realidad, el crecimiento del mercado de trabajo navarro de los últimos años tenía su truco y se explicaba en cierta medida gracias al impulso de la administración. En la pasada legislatura, Navarra fue la séptima provincia (de 50) donde más creció el número de empleados del sector público. Un aumento del 18% similar al de territorios muy pujantes como Madrid o Valencia. Pero con una diferencia. Mientras allí el empleo privado avanzó más de un 9% en cuatro años, en Navarra solo lo hizo un 4%. Una muestra de que al motor de la economía navarra le falta gasolina.
En el último año, el acelerado crecimiento del empleo público vivido en los últimos años se ha frenado. Los 1.080 nuevos empleados públicos de los últimos 12 meses, con un dato muy bajo en septiembre, contrastan con los 1.600 que, de media, se incorporaron durante los cuatro años anteriores. Si el menor dinamismo del sector público se mantiene, como parece vistas las perspectivas presupuestarias, tendrá que ser el sector privado quien tome el relevo.
El comercio renquea y la construcción crece menos
Navarra es una comunidad exportadora, industrial. Y sus fábricas, con mejor o peor coyuntura, mantienen unos elevados niveles de actividad. En el último año han sumado otros 1.100 puestos de trabajo, un ritmo algo menor que en años anteriores, pero todavía muy relevante. Por ese lado, y gracias sobre todo a la industria agroalimentaria, Navarra va bien. De hecho, la industria navarra funciona en términos de empleo bastante mejor que la guipuzcoana o la vizcaína, centradas, es cierto, en actividades con mayor valor añadido.
Otras actividades, sin embargo, no carburan a la misma velocidad. El comercio es una de ellas. Navarra es una de las cinco comunidades donde el comercio destruye empleo respecto a 2019. Las otras cuatro son la CAV, Asturias, Castilla y León y Extremadura. También Cantabria se encuentra estancada y Galicia crece muy débilmente.
El norte de España, sobre todo el noroeste, languidece preso de varios factores, como el envejecimiento de la población (las personas de mayor edad ahorran más y gastan menos) y una cierta desindustrialización, más acusada por ejemplo en la CAV.
Navarra también envejece, aunque menos que otros territorios cercanos. Y su población aumenta a mayor velocidad que en la franja cantábrica. El comercio, sin embargo, es incapaz de generar empleo, al ritmo que lo hacen otros territorios donde el turismo inyecta un mayor volumen de gasto.
Existen quizá otros factores, El diseño comercial de la Comarca de Pamplona favoreció a comienzos de siglo la existencia de enormes áreas comerciales, generando una saturación hoy visible, y los pocos datos que facilitan las tecnológicas muestran también que el comercio electrónico ha tenido en la Comunidad Foral una enorme implantación, un desarrollo que, sin duda, supone un coste para el empleo.
Otros motores tampoco carburan con todo su potencial. La construcción, por ejemplo, venía creciendo a razón de 300 o 400 empleos al año, pero parece estar pisando el freno a la contratación, con apenas cien nuevos empleos en los últimos 12 meses. La falta de nuevos desarrollos no solo limita el acceso a la vivienda, sino que también impide despegar a un sector que, además, se encuentra con problemas serios a la hora de encontrar trabajadores. El sector reclama un mayor impulso público que dinamice la construcción de viviendas asequibles.
Madrid y Mediterráneo, a todo gas
En el último año, de hecho, se han acentuado tendencias que hacía tiempo que venían apuntándose. Madrid crece a todo gas, por encima del 3%, y ha logrado extender asimismo su área de influencia a provincias cercanas, como Guadalajara, Toledo, Segovia e incluso Valladolid, todas bien conectadas por tren con la capital. Una concentración de poder político, económico y poblacional con una inercia que ya parece imparable.
También el Mediterráneo avanza, a lomos de una temporada turística de récord, del impulso de Barcelona y de la pujanza de Málaga, que aúna sol, playa y una oferta de servicios creciente. Crece en empleo y también en población.
Y el oeste peninsular, en general, flojea, despoblado y mal comunicado en algunas zonas. Ourense y Lugo se llevan la peor parte, como Zamora, Ávila y Salamanca. Asturias y Cantabria, por su parte, parecen beneficiarse de un cambio en los patrones del turismo nacional y mejoran su rendimiento.