Preocupado, enfadado y convencido al mismo tiempo de que BSH puede tener futuro en Navarra. Así está el Gobierno foral en lo que se refiere a la planta de la multinacional alemana en Esquíroz, cuyo cierre, anunciado para mediados de junio, aboca al desempleo a sus 655 trabajadores. El Ejecutivo lamenta la falta de interlocución del grupo alemán, que no ha contestado a los requerimientos hechos en los últimos meses desde el Palacio de Navarra.

El ejecutivo ha mantenido este miércoles un primer contacto con los responsables de BSH, en el que estuvieron presentes tanto Mikel Irujo, como la consejera de Derechos Sociales Carmen Maeztu, quien consideraba que puede “existir la posibilidad” de que la empresa alemana revierta, total o parcialmente, la decisión anunciada. “Han dicho que están dispuestos a escuchar a las partes”, señaló. 

Es un paso, habida cuenta de que, hasta el momento, el Gobierno de Navarra se había encontrado con un muro de silencio alrededor de los cuarteles generales de BSH en Munich. A ellos y a Matthias Metz, CEO de BSH. dirigió el 7 de junio una misiva firmada por María Chivite y Mikel Irujo, en la que mostraba su preocupación por el futuro de la empresa y sus “667 trabajadores”.

En la carta, Irujo y Chivite recordaban el peso de la industria en Navarra, que supera el 30% del PIB, así como el hecho de que la comunidad cuenta con una estrategia de especialización que sitúa a las manufacturas como uno de sus ejes. Del mismo modo, en la carta muestran su preocupación por el hecho de que, tras haber invertido 30 millones de euros entre 2016 y 2021, no se hubieran consignado nuevas inversiones que reforzaran y consolidaran la actividad en la Comunidad Foral. 

Carta que envió el Gobierno de Navarra a BSH Alemania, con la firma de María Chivite y Mikel Irujo.

Igualmente, el Gobierno de Navarra recuerda que mantiene una interlocución fluida con la gerencia de la empresa. Y solicita una reunión, en Alemania o en Pamplona para “hablar acerca de los planes de futuro de la multinacional en Navarra, así como del posible apoyo que puede brindar el Gobierno de Navarra a la compañía”. “Estamos plenamente comprometidos con el futuro de la empresa en Navarra”, concluye la misiva, a la que el grupo multinacional no dio respuesta alguna.

Años de descensos en la producción

La preocupación del Gobierno de Navarra estaba bien fundamentada. Visto lo anunciado ahora, pero también a la luz de los datos que ya se conocían. Desde 2015, las producciones se habían recortado de manera sensible (de 775.000 unidades a 395.000 entre lavavajillas y frigoríficos) y la plantilla había pasado de 903 personas en 2015 a las apenas 655 personas que hay en la actualidad. 

La curva era claramente descendente y venía acompañada de una pérdida de mercados, como consecuencia de la competencia creciente de marcas chinas, turcas y coreanas. Con todo ello, la multinacional se ha encontrado con una sobrecapacidad productiva que no es exclusiva de Esquíroz, donde los costes laborales son, eso sí, superiores. La dirección de BSH ha justificado su decisión por la “pérdida de cuota de mercado y sobrecapacidad de producción de la planta” y ha negado otras motivaciones, como la fiscalidad navarra (BSH tributa en Zaragoza desde 2018), ha dicho en rechazo a las voces de algún partido que apuntaba a ese motivo.

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Para este proceso el Gobierno de Navarra va a solicitar a la central de BSH en Munich que nombre “a un interlocutor con capacidad de negociación”, aunque Irujo ha avanzado que su departamento también trabajará en la elaboración de un Plan de Reindustrialización de la planta de Esquíroz, en coordinación con el ministerio de Industria