“La pelota vasca es una extraordinaria embajadora cultural”
En su centenario, la Federación Navarra de Pelota Vasca mira al pasado y al futuro. Andrea Lusarreta, su presidenta, repasa su historia, valores y retos de un deporte que forma parte del ADN cultural y social de Navarra.
La Federación Navarra de Pelota Vasca alcanza su centenario. ¿Qué balance hace de estos cien años y qué cree que ha aportado la Federación al deporte navarro y a la sociedad?
Estos cien años son, ante todo, una gran oportunidad para agradecer y reconocer el trabajo de todas las personas que han hecho posible que la pelota vasca siga hoy viva en nuestras plazas, frontones y espacios de encuentro.
Es un momento para dar las gracias y poner en valor el esfuerzo de quienes han formado parte de esta historia: todos sus presidentes y sus juntas directivas; los clubes que han ido surgiendo, otros que se han disuelto y los que continúan al pie del cañón; los y las deportistas, jueces y juezas, y todo el personal de la Federación que ha trabajado durante estos años. El balance, en ese sentido, no puede ser otro que positivo.
Conozco una parte, aunque sea pequeña, de la historia de la pelota vasca y de la Federación Navarra de Pelota Vasca, y por lo que me consta, la Federación ha sido y debe seguir siendo una pieza clave en la organización, regulación y promoción de nuestro deporte. Todo ello va unido, además, a la transmisión de unos valores profundamente ligados a nuestra identidad como sociedad navarra.
A lo largo de estos años, las distintas juntas directivas han tenido que sortear obstáculos que en muchos momentos parecían casi insalvables. Sin embargo, gracias a su trabajo y al de todas las personas implicadas, la pelota vasca ha llegado hasta nuestros días. Es cierto que no atraviesa su mejor momento, pero más allá de los resultados deportivos, la pelota vasca forma parte del ADN de esta sociedad.
¿Cómo ha evolucionado la pelota vasca en Navarra desde aquel deporte ligado a la plaza y al mundo rural hasta la realidad actual?
Es cierto que la pelota sigue muy ligada al entorno rural, pero también ha traspasado fronteras. Se disputan campeonatos internacionales y, además, si algo caracteriza a Navarra es la gran cantidad de frontones repartidos por toda su geografía. En ese sentido, la pelota ha sabido mantener ese vínculo con sus raíces. Creo que uno de los retos más importantes es modernizarse sin perder la identidad, y saber adaptarse a la realidad actual, que es cambiante y avanza a gran velocidad.
¿Hasta qué punto la pelota puede actuar como embajadora cultural de Navarra fuera de nuestras fronteras?
La pelota vasca es una extraordinaria embajadora cultural. Creo que los y las navarras que participan en competiciones internacionales dejan siempre su huella y, además, suelen obtener muy buenos resultados. Allí donde se juega a pelota vasca, se habla de Navarra como una de las cunas de este deporte. Nuestros pelotaris, el personal que acude a esas citas internacionales, los clubes y los equipos técnicos representan, en cierto modo, la marca Navarra: una forma de trabajar, una manera de entender el esfuerzo, esa raza y ese carácter que nos definen como navarros y navarras.
La presencia de pelotaris, clubes y técnicos en el ámbito internacional refuerza también la proyección exterior y los vínculos con otros territorios, tanto a nivel local como autonómico, con Iparralde, y con el resto de países en los que se practica la pelota vasca. Todo ello contribuye a situar a Navarra en el mapa desde una perspectiva cultural y deportiva.
Además, el hecho de que Pamplona vaya a convertirse en la capital mundial de la pelota vasca, y siendo además capital de la Comunidad Foral, supone una gran oportunidad. En ese contexto, la pelota vasca puede colaborar y ayudar de manera decisiva a reforzar esa proyección y ese posicionamiento internacional.
Durante buena parte de estos cien años, la presencia femenina en la pelota fue muy limitada. ¿Cómo describiría la evolución de la mujer en este deporte?
Durante muchos años, la mujer ha sido invisibilizada en el mundo de la pelota vasca, tanto como practicante en la cancha como también en las gradas. A día de hoy, es cierto que nos encontramos en una situación mejor que hace diez años, pero no podemos olvidar que esa invisibilización ha sido una constante durante décadas.
No podemos dejar de mencionar a las raquetistas, a aquellas primeras mujeres profesionales del Estado español que, contra todo pronóstico, desafiaron el contexto social de su época. Pasaron por distintos regímenes y se ganaron la vida jugando a pelota vasca, algo que hoy en día está al alcance de muy pocas o, incluso, de ninguna mujer. Es necesario restituir la dignidad y el reconocimiento de todas esas deportistas.
Actualmente vivimos un momento especialmente positivo en la mano femenina. Poco a poco se está trabajando más la base y se siguen desarrollando herramientas para fomentar la participación. El número de niñas que se inicia en nuestro deporte va en aumento, pero aún queda un largo camino por recorrer.
La pelota navarra avanza hacia un modelo más igualitario, pero los datos nos muestran que todavía hay margen de mejora: no superamos las 300 licencias femeninas en Navarra, lo que supone aproximadamente el 13 % del total de licencias de la pasada temporada. Estamos mejor que hace diez años, sin duda, pero la pregunta es si podríamos estar aún mejor.
¿Qué retos afronta actualmente la Federación Navarra de Pelota Vasca en un contexto deportivo cada vez más competitivo y globalizado? ¿Qué objetivos se han marcado para los próximos años, una vez celebrado este centenario?
El principal reto es seguir siendo relevantes y saber atraer a niños y niñas para que practiquen nuestro deporte. Para eso es fundamental potenciar y cuidar la base, consolidar los clubes existentes y, sobre todo, ser capaces de atraer a quienes aún no conocen la pelota. Porque si no se conoce, no se practica.
Otro de los grandes retos es adaptarnos al mundo en el que vivimos. Otros deportes han sabido hacerlo de distintas maneras. La pelota es un deporte tradicional, pero eso no es incompatible con adaptarse a nuevas formas de comunicación, de gestión y de organización. Ojalá dentro de otros cien años se siga hablando de la pelota vasca en un contexto aún mejor. Porque es un deporte que se lo merece y porque, al final, la pelota vasca también es Navarra.