El de la alimentación representa un sector estratégico tanto en Euskadi como en Navarra. En esta última, de hecho, es el segundo motor económico más importante, después de la automoción. Dicha relevancia, en ambos territorios, se explica por su aportación al PIB regional (estimado en un 10,7% en Euskadi y en un 5% - el 14% del PIB industrial-en Navarra), pero también por otras variables no menos significativas, por ejemplo, los puestos de trabajo directamente relacionados, que en la economía vasca suponen el 15,2% del empleo y más del 9% en Navarra, el nivel de inversión en innovación o su capacidad para dar respuesta a los desafíos del futuro.

Y es que, el sector agroalimentario es decisivo en la consecución de retos tan acuciantes como el demográfico, la lucha contra el cambio climático o la adopción de un modelo de economía circular. Estos se enmarcan dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, pero también de la estrategia europea para los próximos años y de un sentimiento creciente en la sociedad a favor de productos sanos, naturales y convenientes.

No en vano, Navarra, por ejemplo, participa en los Planes Complementarios del Mecanismo de Recuperación de la Unión Europea con sus sectores estratégicos de Agroalimentación y Energía, áreas priorizadas en la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2022.

Nuevas tecnologías al servicio de la alimentación

La I+D+i tienen muchas de las respuestas a los grandes objetivos del sector y a esas nuevas demandas en hábitos de compra y consumo que se detectan en el mercado.

En Navarra, el sector agroalimentario, concentrado principalmente en la zona de la Ribera y del Valle del Ebro, mueve un volumen de negocio de 6.500 millones de euros. A esta cifra contribuyen desde grandes multinacionales a pequeños negocios artesanos, pero también empresas de nuevo cuño o startups que basan su actividad en la investigación, la innovación alimentaria o lo que hoy en día se conoce como foodtech, es decir, la aplicación de la revolución tecnológica a este sector para mejorar su cadena de valor. Estas últimas, a las que se suman otros organismos investigadores y especializados en biotecnología, suponen una palanca de cambio en el camino hacia la competitividad y la búsqueda de soluciones a los grandes desafíos.

El plan estratégico de la gastronomía y la alimentación de gobierno vasco prevé una inversión de 1.165 millones hasta 2024

La nutrición personalizada, la optimización de recursos para una producción eficiente, la obtención de alimentos más sanos, nutritivos y de mayor calidad, la consecución de procesos seguros... Todo ello pasa por un tipo de agricultura e industria 4.0 apoyadas en la digitalización y en la Inteligencia Artificial (IA).

De hecho, tanto en Navarra como en Euskadi se están realizando importantes esfuerzos en distintas vías de desarrollo que van en dicha dirección, por ejemplo, en una agricultura de precisión para una gestión de cultivos más eficiente, en nuevos vegetales de alta calidad, en proteínas alternativas como respuesta a la creciente demanda de productos veganos, en tecnologías que garanticen la trazabilidad, la predicción de accidentes de seguridad o la detección de cuerpos extraños no metálicos, en nutrición enfocada a la prevención de Enfermedades No Transmisibles (ENT) o en nuevos canales de venta online, entre otras.

En este sentido, el Observatorio Estratégico del clúster alimentario en Euskadi, el BasqueFoodCluster, o NAGRIFOOD, el clúster agroalimentario de Navarra, son dos actores fundamentales, y no solo en la detección de retos estratégicos para la cadena alimentaria, pues ofrecen a las empresas y agentes implicados una hoja de ruta en el camino hacia la competitividad a través de la innovación, sino en la articulación de herramientas y plataformas diseñadas para ello.

Somos lo que comemos: alimentos más respetuosos

Euskadi y Navarra desean posicionarse como ecosistemas alimentarios competitivos, pero quieren hacerlo a través de una fórmula sostenible y saludable que responda a una población cada vez más concienciada. El desarrollo de procesos, servicios y productos alimentarios ha de ser, por tanto, respetuoso con el medioambiente, con el bienestar animal y con la salud de los consumidores.

Esta declaración de intenciones queda recogida de forma expresa en los actuales planes estratégicos de ambas regiones.

La estrategia europea farm to work pretende conseguir un 25% de suelo agrícola orgánico en 2030

En el caso de Euskadi, tanto el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 (PCTI Euskadi 2030), como el Plan Estratégico de la Gastronomía y Alimentación 2024 (PEGA) del Gobierno Vasco, cuya inversión total podría ascender a los 1.165 millones de euros hasta 2024, hablan de una alimentación y gastronomía vasca segura, saludable, singular y sostenible. También se expresa en estos términos la Estrategia de especialización inteligente de Navarra S4 en su actualización 2021-2027.

Para lograrlo, el ecosistema alimentario trabaja en la consecución de objetivos tales como la industrialización de la producción ecológica, la promoción del consumo de producto local ligado al territorio, el impulso de alimentos poco procesados o la reducción del consumo de agua, fertilizantes, fitosanitarios, etc.

Este último objetivo se alinea en la estrategia Europea 'Farm to Fork', que pretende acelerar la transición a un sistema de producción de alimentos sostenible. Para ello, por ejemplo, pretende reducir el riesgo de pesticidas y fertilizantes químicos con el fin de conseguir un 25% de suelo agrícola orgánico en 2030.

La mejora del packaging a través de envases reciclados y/o compostables al 100% es otro de los grandes desafíos del sector.

Respecto a este último punto cabe mencionar, por ejemplo, la actual el Plan de Economía Circular y Bioeconomía 2021-2024 o la Estrategia de Economía Circular 2030 Euskadi, esta última diseñada para establecer aquellas medidas ambientales que son prioritarias, así como la forma de alcanzarlas. La limitación de emisiones de CO2 asociadas a la agricultura y a la ganadería, el uso eficiente de los plásticos o la apuesta decidida por el ecodiseño de todos los envases y embalajes para que sean 100% reciclables marcan, en gran medida, este plan.

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