El erratzuarra Ion Dufurrena comenzó hace 26 años, apenas alcanzada la mayoría de edad, a aprender a hacer kaikus bajo la tutela de su paisano Santi Oteiza. Siempre ha sentido curiosidad y admiración por la artesanía en general y los kaikus en particular. Su abuela le hablaba mucho sobre estos recipientes utilizados para el ordeño de ovejas, narrándole numerosas historias relacionadas con ellos.
Así, a Ion Dufurrena le surgió el interés y no desaprovechó la oportunidad de aprender a fabricarlos. “Santi me daba unos trozos de madera serrados y luego yo los trabajaba en casa”, recuerda. Un herrero de Arizkun, Zapata, le fabricó las herramientas necesarias que “ya no existen”. La única manera de obtenerlas es encargándolas a un herrero o encontrándolas en anticuarios. Por este motivo, este artesano las muestra con orgullo en su taller.
Aunque es ganadero de profesión, desde hace unos tres años se estableció también como artesano oficial. Gracias a una ayuda para la diversificación agraria, lo que hasta entonces había sido un hobby tomó un espacio mayor en su vida. Al mismo tiempo, comenzó a ofrecer visitas guiadas en las que muestra todo el proceso de elaboración del kaiku.
Desde entonces, personas de todo tipo han pasado por su taller, desde miembros de Aranzadi hasta curiosos fascinados por los kaikus. Lo que todos tienen en común es que acuden a su casa, Iriarteko borda, “expresamente” para eso. “Es gente que viene por interés, no turistas que no saben qué hacer y vienen a pasar el tiempo. El que viene es porque realmente le interesa”, explica.
Y no es para menos. “Dicen que los kaikus se llevan haciendo desde el año 3000 a.C. y que solo existen aquí. Un antropólogo decía que, junto al euskera, era lo único originario de Euskal Herria”, cuenta Dufurrena. Además, añade, “dicen que se trata del diseño más perfecto que existe. Si el kaiku está bien hecho, tienes que cogerlo de la punta del mango, donde debe tener el punto de gravedad”, dice. “Con su forma inclinada, no se desperdicia nada de leche al ordeñar”, añade.
Un antropólogo decía que el kaiku, junto al euskera, era lo único originario de Euskal Herria
A pesar de ello, muchas personas no conocen este objeto. “Es curioso”, comenta Dufurrena, “porque hay gente de fuera que conoce perfectamente lo que es el kaiku y para qué se utilizaba, mientras que aquí, en las ferias, hay gente que pregunta para qué son estas jarras”.
Un aspecto positivo que destaca este artesano es la “vuelta” de la artesanía tradicional a las ferias. “Durante años, las ferias han estado bastante dejadas y se habían convertido casi en mercadillos”, opina. “Ahora, cuando la gente ha visto que esto está casi perdido, parece que la idea de que hay que volver está cogiendo fuerza”.
Sin embargo, la situación no es sencilla en el caso de los kaikugiles, ya que Ion Dufurrena es el único joven que se dedica a ello. “Estamos cuatro gatos”, admite, y la mayoría sobrepasa los 70 años. “Hay gente joven que dice que le gustaría hacerlo, pero luego no siguen”, cuenta apenado. Aunque admite que “no es nada fácil”. “Son muchas horas y al final esas horas no se pagan. No es algo que se pueda hacer como negocio. O te gusta o... La artesanía nunca es un negocio”, reflexiona.
La artesanía nunca es un negocio
Ante esta realidad, Dufurrena se muestra preocupado. “Sería una pena que se dejaran de hacer... Con la historia que tienen y dejarlo perder después de mantenerlo durante 5.000 años...”. Aun así, tiene claro que él va a seguir en esto.
Y no solo haciendo kaikus. Y es que este artesano también elabora otros productos que utilizaban los pastores todos los días para hacer queso como la zimitza, el molde de queso que cada caserío decoraba con su propio diseño; la abatza, un recipiente similar al kaiku pero recto, donde cocían la leche; la kartola, que era la base para la zimitza; la malatsa, utilizada para batir la leche; la oporra, el vaso en el que bebían la leche y la idazkia, un embudo para colar la leche en la que colocaban ortigas boca abajo para depurar la leche.
Por otro lado, Dufurrena, que disfruta trabajando con la madera, también hace taloaskas, que eran los platos que utilizaban los pastores para comer, y objetos más comunes como lauburus, tallas, etc.
De esta manera, Ion Dufurrena pretende seguir dedicando su tiempo a perseverar y promover la historia y tradición de nuestra tierra.