pamplona. El Iruña ha hecho pleno en los últimos cinco partidos. Quince puntos que le han llevado del pozo del descenso al séptimo puesto. Y en el buen tono del equipo de Alfonso Gogorzena destaca la labor de su portero, Fernando Ruiz, que lleva cinco partidos sin encajar ningún gol. 450 minutos con la puerta a cero.
A sus 30 años, y con un Zamora a sus espaldas hace dos temporadas, Fernando Ruiz vive uno de los momentos más dulces.
En cinco partidos el equipo ha pasado del descenso al séptimo puesto. ¿Cómo lo explica?
Empezamos mal y perdimos ante equipos como Mutilvera, Peña Sport, Huarte... Pero hay que ver cómo cambia esto en un mes. Igual que en la racha mala te sientes extraño al verte abajo, ahora te sorprende estar arriba. Lo más importante para nosotros es conseguir la permanencia. Si, a partir de ahí, llega el final de temporada y podemos dar el último empujón para luchar por algo más, mejor. No tenemos presión. Lo que no queremos es repetir la experiencia de estar jugándote la permanencia al final de la temporada, porque eso es malo. De momento, hemos arreglado el comienzo, en el que estábamos acoplándonos, porque llegaron diez jugadores nuevos y se ha hecho una plantilla muy competitiva. Y no cabe duda que una racha de estas, cuando vienes de abajo, sabe mucho mejor.
Y los cinco partidos con la puerta a cero. ¿Conocía una racha así?
No. Y es para celebrarlo todo el equipo. Nos hemos puesto el buzo de faena y para el portero y para la defensa dejar la puerta a cero es muy importante. Tenemos un diez si ganamos y no nos marcan.
¿Es de los porteros que sufre con cada gol?
No cabe duda de que el que más sufre cuando le meten un gol es el portero. Además, yo tengo fama de vinagres cuando las cosas no nos van bien. Mis compañeros me vacilan. Ahora me dicen que ya sonrío. Además, yo soy de los que grito mucho durante el partido. A los porteros nos gusta que se note que estamos ahí. Pero los números son tontería. La semana que viene igual el Murchante nos echa por tierra todo.
¿Dónde está la clave?
Es mérito de todos, porque aunque, por ejemplo, Txiki marca goles, se hace unos cuantos kilómetros presionando. La mayoría de la defensa y yo llevamos varios años jugando juntos. Nos entendemos bien. Y cuando acompañan los resultados, mejor toda´via. Juegas más tranquilo y con menos precipitación. Y a los porteros, cómo no, nos gusta sacar pecho en el vestuario cuando van las cosas bien.
¿Es supersticioso?
Los porteros tenemos nuestras manías. Yo no quiero ver el amarillo ni en pintura. Digo que me pondré una camiseta amarilla el día que me retire. Los últimos años voy de negro y naranja porque me va bien. Y el culote está desgastado, pero si hay que hacerle remiendos, se le hace. No lo cambio. Y los guantes... Son detalles. Al final, siempre me están esperando y soy el último en salir. Por eso no me dejan ni ponerme el brazalete.
Está teniendo buenas actuaciones...
Bueno, a lo largo de la temporada hay de todo, pero, desde luego, es muy aburrido dejar la puerta a cero porque no te tiran. El portero está para tener trabajo. Pero si la defensa está fuerte, el delantero siempre rematará peor o desde más lejos...
Se quitó la espina de vivir del fútbol una temporada en Menorca...
Sí, fue una experiencia muy bonita. Vivías del fútbol, te dedicabas a entrenar y a preparar el partido. Tuve esa oportunidad justo cuando acabé la carrera y no tenía trabajo, así que me lancé. Ahora soy un enamorado de Menorca, aunque es difícil quedarse más tiempo. Estar a dos aviones de casa es peor que estar a 400 kilómetros. Al final, en la isla, de punta a punta estamos a 40 minutos. Pero la experiencia de entrenar como profesionales, con médico, fisio, gimnasio, seis sesiones por semana... es un bonito aliciente.
¿Le gustaría repetir el Zamora de hace dos temporadas?
Cambiaría el Zamora por disputar la fase de ascenso, porque fue muy bonito.