cuatro familias están divididas esta temporada. La presencia de hermanos en equipos diferentes les obliga a presenciar partidos con el corazón partido. Unos optan por desear los puntos al equipo que más los necesita y otros apuestan por una victoria para cada equipo. Los jugadores lo llevan con naturalidad, aunque se les hace raro comer juntos, ir al partido en el mismo coche y después defender camisetas diferentes.
Javier y Eduardo Mediavilla
Siempre enfrente
A pesar de que sólo se llevan 20 meses, no han jugado juntos desde el equipo del colegio: el San Ignacio. Javier (7-4-1989) pasó a las categorías inferiores de Oberena y en División de Honor fichó por Osasuna. Lo cedieron a Oberena, Egüés y, esta temporada, al San Juan. Eduardo (23-12-1990) parece que le estaba esquivando, ya que ha jugado siempre en Oberena, salvo un año que dejó el fútbol, justo cuando su hermano estuvo en el club manguiverde. "Este año nos tocó enfrentarnos -comenta Javier- y mi hermano, que es más chinchorrero, estuvo la semana anterior diciendo que iban a ganar. Al final les ganamos 0-1, así que un par de vaciles ya le hice después". "Ya veremos a la vuelta", dice su hermano, "porque esa fecha está marcada en el calendario", dice Eduardo. "En casa, mi madre, que es dentista, se conforma con que no nos rompamos ningún diente -apunta Javier-. Al que más le gustaría que jugáramos juntos es a mi padre, y si es posible, los tres hermanos, porque tenemos un hermano más pequeño que también juega. Dice que ese es su sueño". Su padre llegó a jugar en el Mirandés, "bueno, eso dice, porque no hay ni vídeo ni fotos", bromea. Eduardo reconoce que "en casa a veces se cansan de que uno tenga que comer el sábado a las dos, otro el domingo a la una... A veces no hay forma de coincidir".
Íñigo y Mikel Lusarreta
Intereses opuestos
Son de Arazuri y nunca han llegado a jugar juntos pese a ser de la cantera del San Juan. Mikel Lusarreta (4-9-1985) lleva cinco años en Tercera en el San Juan y para Íñigo éste es el primero en el Ardoi (15-1-1990). "Me haría ilusión coincidir alguna vez en el mismo equipo por él, pero de momento somos rivales", comenta Mikel. En el partido de la primera vuelta quedaron como hermanos (1-1), "aunque la familia prefería que ganara el que jugaba en casa en cada vuelta", añade Íñigo. "Lo más raro es comer juntos, ir al campo en el mismo coche, pero con chándal diferente para meterte cada uno en un vestuario distinto", recuerda Mikel. Aunque tal vez es mejor que no coincidan en el mismo equipo, porque los dos ocupan idéntica posición en el campo: lateral derecho. "No me veo peleando los dos por el mismo puesto", señala Íñigo. Su padre y su hermana son los más fieles seguidores. "Espero que en la segunda vuelta nos apoyen a nosotros, que necesitaremos más los puntos", dice Íñigo, pero Mikel no cede. A la pregunta de si sólo pierde un partido, si no le importaría que fuera ante el Ardoi contesta: "mejor no perder ninguno". No hay tregua. "Aunque me gustaría que se salvara, porque a mí también me ha tocado bajar y no es agradable".
Gorka y Asier Goñi
Dos equipos, un objetivo
Ardoi y Pamplona luchan por el mismo objetivo: salvar la categoría. Asier (16-4-1985) y Gorka Goñi (23-1-1991), pamploneses de la Rotxa, se alegran del resultado de su hermano, pero a la vez lo ven como rival. Esta temporada, de hecho, ya se han visto las caras. El Ardoi ganó 0-1 en Noáin y el Pamplona, 0-1 en Zizur. Además, su demarcación les hace enfrentarse en la misma parcela del campo. "Yo juego en la banda derecha -comenta Asier Goñi- y mi hermano es zurdo, así que ya tuvimos unos cuantos encuentros: alguna falta, algún intento de un caño,... Se hace raro ver a tu hermano pequeño enfrente, aunque en el campo tampoco te paras a pensar demasiado". Asier ha recalado en el Ardoi tras su paso por Osasuna, Urroztarra, Iruña e Izarra. "Ahora hace falta que nos salvemos los dos equipos y a ver si algún día coincidimos en el mismo vestuario".
Gorka Goñi reconoce que después de pasar la mañana juntos, comer y compartir viaje en coche, los dos hermanos se despidieron con un "luego nos vemos. A perder" el día del partido. "Mi hermano es más rápido y yo tengo algo más de toque de balón. En el campo somos bastante diferentes". Ahora, esperan seguir sumando para salvarse cuanto antes. "Yo soy el único del Pamplona que no viene de la cantera, porque he estado en Escolapios, Oberena y Txantrea antes de llegar a este equipo, pero hay un buen vestuario y muy buen ambiente".
Gonzalo y Roberto Murugarren
De compañeros a enemigos
Los hermanos Gonzalo (17-10-1986) y Sergio Murugarren (19-7-1989) Salvador llevan la afición futbolística en la sangre. Dieron sus primeras patadas en la cantera de la Peña Azagresa, donde su padre Juan Jesús ya fue jugador de este club. Gonzalo, de 24 años, ha vuelto a vestir este año los colores amarillo y negro de su infancia, tras pasar por Calahorra, Izarra y Varea. Por su parte, Sergio, de 21 años, juega ahora en el Izarra tras una trayectoria por Real Sociedad, Alavés, Osasuna y Peña Sport. Los hermanos, defensas los dos, recuerdan con cariño la temporada 2006-2007, donde compartieron vestuario en el River Ega, también en Tercera. "Fue algo bonito y jugábamos a gusto", contaban. Aunque Gonzalo y Sergio compiten en la misma división, el mayor reconoce que la carrera de su hermano ha sido más exitosa: "Me alegro de que Sergio haya tenido más oportunidades y reconozco que es mejor". El año pasado ya se vieron las caras como contrincantes en el partido de vuelta de la Peña Azagresa y la Peña Sport. "Fue una sensación graciosa y tuvimos un pique sano. En cuanto a la familia, siempre apoya al que más necesita los puntos", apuntaba Sergio Murugarren. El 1 de mayo volverán a enfrentarse en Estella. Los azagreses coinciden en agradecer a su padre la paciencia que ha tenido todos estos años. "Él se ha encargado de llevarnos y traernos de todos los sitios y de recorrerse todos los campos de fútbol, aunque sabemos que también disfruta", explicaban los Murugarren, que tienen una hermana pequeña que juega a fútbol sala en Arnedo.