Una niña de 10 años llamada Marián Pueyo comenzaba a dar sus primeros pasos en el fútbol sin saber que tres lesiones de ligamento cruzado le obligarían a colgar las botas a sus 23 años, después de un calvario de tres años en el que, como expresa en una carta “en esta batalla contra mis rodillas llena de rehabilitaciones, operaciones y mucho sacrificio, han ganado ellas”. Con pena, la navarra asegura que se siente aliviada y espera volver a encontrarse con el fútbol de alguna manera.

¿Cómo se encuentra? 

–Bueno, la verdad que es triste despedirse de algo que te ha hecho tan feliz durante tantos años y que has llegado a quererlo tanto. Toda etapa tiene su final, ojalá el desenlace hubiera sido de otra forma. Estoy tranquila y en paz conmigo misma por haber dado todo lo que tenía en todo momento durante estos tres años, y siento cierto alivio al poner fin a esta lucha contra tu mente y contra todos esos miedos que has tenido que superar. También saber que ya ha llegado a su fin, de cierta forma me transmite alivio porque te afecta tanto a nivel mental que tiras por corazón que por otra cosa.

No habrá sido fácil escribir esa carta. ¿Qué se le pasaba por la cabeza?

–Buf, le he dado muchas vueltas porque quieres plasmar tantos sentimientos en tan poco espacio. Al final me quedo con lo bonito de lo vivido en este deporte, y que lo malo haya servido para aprender y crecer como persona y futbolista. Ha sido duro escribir esa palabras, pero hay que ser conscientes de la realidad, escuchar al cuerpo y saber cuándo hay que parar. He llorado, y mucho, y espero no volver a hacerlo y que de alguna manera este deporte me dé muchas alegrías. 

La decisión tampoco habrá sido sencilla de tomar

–Más que nada, al final con las otras lesiones siempre tenías la opción de abandonar o continuar, y yo escogía el camino difícil, que era el de continuar, porque siempre tenía esa ilusión y esa esperanza en que volvería a jugar, y por eso nunca me rendí. En esta ocasión, tampoco tenía mucha más opción, ya era por mi salud, por la salud de mis rodillas de cara a un futuro. Las rodillas, por desgracia, no me han seguido el ritmo y no existe la opción de continuar. No tengo una rodilla estable para seguir en este deporte. No tenía otra opción, ha sido obligado.

¿Cómo le ha afectado al tema mental?

–Justo ayer hacían tres años desde que me rompí el cruzado por primera vez y han sido tres años que prácticamente he pasado en blanco. Por eso sí que me despido del fútbol con esa herida abierta de no haber conseguido lo que aquel día me propuse, que era volver a los terrenos de juego. La verdad que durante este tiempo he madurado mucho, he aprendido mucho, porque te das cuenta de la gente que merece la pena y la que tienes al lado. Los que antes te daban palmadas en la espalda ahora te ponían zancadillas en el camino y por desgracia la falta de humanidad de personas que deberían haber estado en su momento no la tienes. Tienes que saber valorarte a ti misma y aprender a salir adelante con los que de verdad quieren estar contigo.

Sus palabras suenan a haber encontrado la luz al final del túnel 

–Sí, porque he ido empalmando lesión tras lesión, y aunque tuve esa esperanza, nunca tienes una fecha fijada para volver, y cuando te acercas a ello, te vuelves a romper. Estoy tranquila por haber puesto fin ya a tres años de incertidumbre. Cada lesión que superaba era un volver a intentarlo, nadie te aseguraba en que fueras a volver. Crees y confías en el proceso, pero nadie te lo asegura al 100%. Han sido tres años en los que crees mientras vas avanzando, vas realizando ese esfuerzo mental sin saber si va a merecer la pena.

“Me llevo estas cicatrices y estoy orgullosa de ellas por no haberme rendido”

En este calvario, ¿cuántas veces se le ha venido a la mente esa primera lesión?

–Ahí empezó todo. Aquel día no lo sabía, pero el fútbol se había terminado para mí. Yo venía de una época muy mala, lo estaba pasando muy mal, vino el Covid y postpandemia era el primer partido de pretemporada y yo tenía muchas ganas y me había preparado para ello y tenía muchas ganas de ganarme el puesto. En una acción fortuita, con una rival, empezó todo. Al final, si no lo intentas no sabes dónde están tus límites. Lo he dado todo, por lo que no me podré reprochar nada.

¿Qué se lleva de todo este proceso de estos tres años?

–Yo no sabía que era tan fuerte hasta que me llegó esto. Estaba en Lugo, me rompí una segunda vez y dije que no iba a poder con una tercera. Y lo intenté una vez más. Los límites están en tu mente, te los pones tú. He aprendido la fortaleza física y mental, que no sabía que tenía, y aprender a estar sola, a cuidar mi amor propio, a saber valorar a la gente que tienes al lado... Siempre está la familia para ayudarte, los fisios y adaptadores, a quienes les doy las gracias por estos años. Aprendes a valorarte a ti misma, a tirar para adelante y a cuidarte más. 

Habla de la familia, ¿cómo de importante ha sido durante este proceso?

–Mi familia nunca ha perdido ni la esperanza ni la fe. Siempre me han animado, me han acompañado, porque ellos sabían de mi capacidad de superación y sabían que yo podía. No dejaron que me rindiera, porque hay muchos días que lo quieres dejar, es muy duro y piensas en tirar la toalla. Al final tienes que recordar el motivo por el que empezaste y luchar, porque es una montaña rusa con sus días mejores y sus días peores, pero la constancia, el sacrificio y el esfuerzo es la base de todo éxito.

Da a entender que no se arrepiente de haber empezado este proceso

–No me arrepiento para nada. Me llevo estas cicatrices y estoy orgullosa de ellas por no haberme rendido, por haberme demostrado que soy capaz de levantarme después de haberme caído y esta fortaleza me sirve para saber afrontar ocasiones adversas y salir adelante, que la vida es una continua pelea, y que con el fútbol no se acaba el mundo. 

En su carta de despedida hace referencia a esa niña de 10 años que empezaba en el fútbol. Si la tuviera delante, ¿qué crees que le diría ella?

–No sabría ni qué decirte. Más que ella a mí, yo le diría que gracias por no haberse rendido, por haber sido tan fuerte, por haberse levantado después de cada vez que se ha caído, gracias por todas las victorias personales que ha conseguido, por todos los miedos que ha superado, por todas las veces que pensó que no era capaz y lo consiguió, y gracias por ser así de fuerte. Estoy muy orgullosa de ella. 

Y ahora, ¿qué le depara el futuro?

–Voy a empezar un máster en ciencias de la actividad física y el deporte. Eso es lo que tengo en mente después de haberme graduado en nutrición deportiva. Espero poder seguir ligada a este deporte aunque sea en los banquillos o de entrenadora.