Son muchos los que consideran, al menos en le área mediterránea, que le consumo del vino, el beber vino es una acto social, comunitario. Hay aficionados que lo degustan al final del día en la tranquilidad de su hogar como cierre relajante a un día de trabajo. Pero son muchos más los que prefieren abrir una botella para compartirla, para disfrutar con amigos y familia.

Por ello, una vez que el aficionado y su cuadrilla empiezan a profundizar en el mundo de los tintos, blancos, espumosos, rosados, malvasías, tipos de uvas, aromas, viñas y bodegas una buena idea para aumentar nuestros conocimientos vinícolas puede ser organizar una cata en casa.

No es algo muy complicado de preparar, aunque se sea un principiante en este mundo, si se tienen claros algunos puntos básicos. Aquí te los contamos.

Las catas entre amigos son una magnífica oportunidad para aprender de los demás. Freepik

Cómo va a ser la cata

Una de las primeras decisiones que hay que tomar es la temática que va a centrar la cata. Eso sí, hay que ir más lejos de una cata general de tintos o de blancos o de cavas… Se trata de buscar un elemento más específico, que el grupo de vinos que se van a degustar tengan un elemento común más o menos concreto, pero con un campo de diferencia que permita desafiar nuestras habilidades distinguiendo un caldo de otro. Así, por ejemplo elegir tintos jóvenes de una misma denominación de origen; vinos blancos de diferentes zonas pero elaborados con el mismo tipo de uva. De esta manera se podrán apreciar las similitudes y las diferencias en los matices.

Una recomendación general suele ser que, como mucho, se caten un máximo de vinos distintos. De esta manera se puede dedicar a cada uno el tiempo necesario y no se llega con los sentidos cansados y embotados a los últimos sorbos.

Puede parecer una obviedad, pero no hay que olvidarse del sacacorchos a la hora de preparar una cata. Freepik

Una segunda decisión es la de realizar una cata a ciegas o pudiendo ver la botella. De esta segunda forma se tienen datos que pueden servir de orientación, se puede saber qué se va a encontrar. En la cata a ciegas no se sabe el origen del caldo ni lo datos básicos del tipo de uva, ni la clase. Esto obliga a prestar mucha más atención a los sentidos.

Esto es necesario para realizar la cata

Además del vino, es necesario preparar una serie de accesorios para poder llevar a delante la degustación. Entre los más evidente se encuentran tanto el sacacorchos para abrir la botella y las copas en la que servir el vino. En lo respecta a estos último lo ideal es que haya al menos tantas como catadores, siendo lo ideal que cada participante tenga tantas como vinos se vayan a presentar. Si esto no es posible, se pueden enjuagar entre botella y botella. Lo ideal es que sean de cristal, altas y de boca estrecha para concentrar los aromas.

Además, es importante contar con un mantel y unas servilletas blancas. Estos sirven para apreciar el color real del vino poniendo la servilleta detrás del la copa o inclinando esta sobre el mantel. También pude ser útil disponer de unas cubiteras grandes en las que mantener las botellas a la temperatura adecuada, ente los 15 y los 18 º los tintos, y entre los 8 y los 10º los blancos y rosados. A ello se puede unir un decantador, que no es imprescindible pero permite que los vino tinto se aireen un poco y los aromas se suelten.

A ello hay que añadir un buen número de vasos de plásticos. Básicamente tendrán dos funciones, unos servirán para que los aficionados que no quieran tragar el vino puedan escupirlo en su interior y por otra para servir agua que se puede beber para limpiar la boca antes de pasar al siguiente vino.

Compartir los aromas de los vinos que se han detectado es la parte más interesante de una cata entre amigos. Freepik

Finalmente, resulta una buena idea incluir papel y bolígrafo para que los invitados puedan ir anotando sus observaciones y sus conclusiones para luego comentarlas y ponerlas en común. El anfitrión puede preparar unas fichas para rellenar con las impresiones de cada cual y así guiar un poco la cata y facilitar el intercambio de impresiones.

¿Cuántas botellas?

Esta suele ser la gran pregunta. En principio dependen del número de catadores, pero hay que tener en cuenta que de una botella pueden salir hasta 15 copas, por lo que tampoco muchas. Ahora bien, si la cata va a ir seguida de una comida o de una cena, algo que muchos expertos recomiendan, puede ser una buena idea comprar varias para ir degustándolas con los diferentes platos y poder comprobar como evolucionan los aromas con respecto a la cata inicial. Esto suele ser una segunda vuelta a la cata en la que comentar lo que cada cual ha ido experimentando y poder comprobar las observaciones de los demás con, ahora sí, nuevos tragos.

La comida o la cena es también la manera de aprender cómo se pueden maridar los diferentes vinos, cuáles pueden ser los más adecuados para una ocasión u otra.