Tras retirarse del foco mediático por una enfermedad, Carme Chaparro regresa con Venganza. Esta historia combina su experiencia periodística con la ficción para ofrecer un thriller que atrapa. Chaparro muestra los entresijos de los medios, dilemas éticos y personales, y reflexiona sobre temas de actualidad como la desinformación, las redes sociales y la inteligencia artificial.

Venganza esta ambientada en el mundo de la televisión. ¿Hasta qué punto está inspirada en hechos reales?

La novela es ficción, pero evidentemente es una ficción que está funcionando en un mundo como es la televisión, que conozco muy bien. Así que hay muchas cosas de la televisión que aparecen en la novela.

¿Los lectores pueden jugar a suponer si algún personaje puede estar inspirado en alguna persona real?

Pueden jugar un poco a eso si quieren. En realidad, los perfiles se parecen en todas las televisiones. Y esa gente se parece porque ocupa los mismos puestos, y algunos tienen las mismas tácticas o las mismas técnicas. Quizá el lector sí pueda jugar a adivinar ese quién es quién.

Tuvo que posponer la publicación del libro por razones de salud. Ahora que está aquí, ¿se siente más especial? 

La novela me está ayudando mucho, y más ahora hablando con vosotros, con los compañeros. Estoy aquí en la cama, descansando, y aun así me está haciendo mucho bien, porque siento que vuelvo a ser un poco periodista después de todos estos meses muy medicada, muy cansada y pendiente de lo que me digan los médicos. Venganza para mí es un asidero al que agarrarme en este momento.

Está esperando la operación ¿después le gustaría visibilizarla? 

 Sí, cuando me operen y vean exactamente qué es lo que pasa, entre los médicos y yo tomaremos una decisión, y a partir de ahí veremos. Pero sí es cierto que quiero contarlo, quiero hacerlo bien, y estar al lado de los enfermos como yo y de sus familias. Si todavía no lo he hecho es porque estoy llegando al final del proceso y prefiero hacerlo cuando tenga fuerzas para contarlo.

¿Le gustaría ver la trilogía llevada a la pantalla? 

Yo siempre escribo pensando en imágenes, y eso es un defecto profesional. Llevo casi 30 años trabajando en televisión, así que inevitablemente escribo visualizando cómo se verá el escenario y qué sentirá el personaje dentro de él. Tengo la suerte de poder escribir así, y también la de estar involucrada en un par de proyectos que, aunque todavía no puedo contar porque luego todo se gafa, me tienen muy, pero muy ilusionada.

Habla mucho de la competencia en televisión. ¿Es una forma de enseñar qué hay detrás?

Yo lo que quiero es que los espectadores entiendan que, cuando encienden una pantalla y ven muchas sonrisas y decorados llamativos, detrás de todo eso hay un esfuerzo enorme de un gran equipo para que el resultado luzca. A veces las cosas no es que salgan mal, sino que no todos los días puede hacerse el programa perfecto. Por mucho que te esfuerces, una exclusiva puede llevársela otro programa, y pasan muchas cosas: basta con bajar medio punto de share y que el programa de la competencia suba medio punto para que el tuyo corra peligro. Esa presión se siente en todos los niveles. Quienes más la sufren son los productores, los cámaras, los realizadores… porque su trabajo pende de un hilo. En televisión siempre vivimos con una espada de Damocles encima: las audiencias. Al día siguiente se analizan minuto a minuto; sabes exactamente qué estabas emitiendo, qué emitía la competencia y en qué momento los espectadores cambiaban de canal. Eso no ocurre en ningún otro sector. Por eso la televisión es tan dura, por esa presión diaria e inmediata sobre todos los trabajadores. Es un medio maravilloso, en el que se disfruta muchísimo, pero en el que hay que tener una gran vocación.

"En televisión siempre vivimos con una espada de Damocles: las audiencias”

¿Cree que los periodistas pueden sentirse representados en la novela, o que quienes no lo son puedan empatizar con la profesión?

Tengo amigos periodistas e incluso fotógrafos que no tienen relación directa con la televisión y me decían: “Mira, Carme, hacía falta un libro así. Un libro que, además, en forma de thriller y de intriga, atrape al lector y le haga querer saber más, pero que también cuente lo que nos pasa”. Muchos compañeros me han dado las gracias.

Es una periodista que conoce de primera mano lo que pasa detrás de las cámaras. ¿Qué injusticias ha querido denunciar?

Hay muchas y se repiten. Pero yo quería mostrar desde cosas divertidas o curiosas hasta la manera en la que, muchas veces, algunos presentadores tienen que defender un producto en televisión que no les gusta. Ellos no están de acuerdo con lo que se está hablando o diciendo, pero tienen que salir ahí y, con su mejor sonrisa, defenderlo. Al final, lo que están defendiendo no es solo su trabajo, sino también el trabajo de todo su equipo, y deben hacerlo lo mejor posible, no solo para el teleespectador, que también, sino para ese equipo.

Muchas veces en ficción se puede decir cosas que delante de una cámara no. ¿Qué verdades incómodas sobre la televisión cree que todavía no se han contado?

Es una pregunta complicada, porque en la televisión solo vemos el brillo, solo vemos lo que pasa delante de la pantalla, y detrás hay mucho, mucho, mucho mundo. Creo que cada vez más esas verdades incómodas se van diciendo y se van conociendo, pero yo le diría a los lectores que lean Venganza, porque ahí encontrarán algunas respuestas.

En el libro hay periodistas capaces de todo por una exclusiva. ¿Cree que se ha perdido la ética a cambio del clic o del minuto de oro de audiencia?

Tiene mucho que ver con la polarización, con cómo estamos metidos en burbujas, y las redes nos devuelven más de esa misma burbuja, alimentando nuestras creencias y haciéndonos odiar las del contrario. También trata sobre cómo la inteligencia artificial es complaciente y cómo la estamos usando de manera muy peligrosa, por ejemplo, para que haga de psicólogo. Por eso creo que lo que debemos hacer, y lo que Venganza plantea, es volver a ser capaces de pensar por nosotros mismos. Hay que recuperar la capacidad de tener tu propia personalidad, tu propia cabeza.

Hoy en día la manipulación puede venir de muchas direcciones. ¿Hasta qué punto eso le preocupa?

A mí me asusta mucho, y creo que por eso los periodistas somos más necesarios que nunca: para combatir la desinformación, para combatir la manipulación y para hacer un trabajo que cada vez es más difícil. Los periodistas debemos convertirnos en el asidero al que el ciudadano pueda agarrarse. Es muy importante que haya periodistas honestos para que esta sociedad funcione mejor.

En Venganza la IA tiene gran peso. ¿Le da miedo pensar en el poder que pueda tener?

A mí personalmente me encanta llamarla inteligencia ampliada, porque debería ser una extensión de nuestra propia inteligencia para hacer que nuestra vida sea un poco mejor. Pero todo depende de en manos de quién esté. Depende de quién la maneje, de que los ciudadanos sepan qué es y qué se puede hacer con ella, y de que exijan a los gobiernos y a los poderosos qué tipo de inteligencia artificial quieren. Eso es, precisamente, lo que intenta Venganza: mostrar la otra cara de la inteligencia artificial y advertir, con un “chicos, cuidado”.

Si tuviera que vengarse de algo dentro del mundo del Periodismo, ¿de qué sería?

Del clickbait, el clickbait nos ha hecho mucho daño.