Hay localidades cuya existencia está íntimamente ligada a un evento, a un deporte, a un producto, a un alimento o a una festividad muy reconocibles. Pasa, por ejemplo con Guijuelo y el jamón, Eibar y las armas, Albacete y las navajas, Pamplona y los Sanfermines, Ibi y los juguetes, Arnedo y el calzado... o con Markina-Xemein y la cesta punta. El idilio de esta localidad vizcaína con la modalidad más rápida de la pelota viene de antaño y sigue vigente en un momento en el que el jai alai está resurgiendo en su entorno original, con epicentro en Gernika, después de que la aventura americana terminara en 2021 con el cierre del frontón estadounidense Dania, en Florida.

Tanto es así que de Markina-Xemein, con apenas 5.000 habitantes, han salido unos 400 pelotaris de cesta punta de los más de 3.000 que Miguel Ángel Bilbao dató en su libro ‘Cesta punta: los profesionales de la especialidad’. Y sumando los de los pueblos cercanos se puede concluir que casi el 30% de los puntistas que se han dedicado profesionalmente a ello en algún momento de la historia han surgido de Markina y sus alrededores.

Se calcula que casi el 30% de los puntistas profesionales han salido de Markina-Xemein y alrededores.

Razones para ese éxito

¿Por qué esa explosión de puntistas en un pequeño municipio de la comarca de Lea Artibai? Mucho tuvo que ver su frontón, que desde el siglo XVIII ha puesto a la “muy noble y muy leal villa” en el mapa y al que se conoce como Universidad de la Pelota.

Miguel Ángel Bilbao apuntaba también a los Juegos Florales, actos deportivos y culturales que costeó Antoine d’Abbadie, destacado promotor de la cultura vasca, a finales del siglo XIX, y que se llevaron a cabo en Markina-Xemein en 1883. Esos eventos, partidos de pelota incluidos, podrían haber creado afición en el pueblo.

El exprofesional Juan Ignazio Zulaika aporta otras teorías en su blog (‘Zulaika’s Txik-Txak’), como la presencia de figuras locales, como el manista Laba, cura que protagonizó históricos desafíos, o Pola, intendente de un cuadro de niños pelotaris que acabaron, allá por 1892, en el frontón San Francisco de Madrid. Esa emigración y posterior retorno generaba expectación y hacía crecer la afición. Y a ello se le sumó el campeonato de cesta punta para menores de 14 años que organizó Francisco Ezquiaga, periodista de La Voz de España.

Salida profesional y emigración

Otra explicación es el propio enclave geográfico de Markina, un lugar de difícil acceso con unas comunicaciones que no han sido las mejores para acercarse a la costa o a los valles cercanos; y con poca industria, salvo la fábrica de morteros y la cantera que exporta el mármol negro que integra el frontis y el rebote del frontón de Gernika, hoy en día centro neurálgico de la cesta punta.

Esa dificultad de encontrar una salida laboral favoreció la emigración y habría hecho a muchos jóvenes pensar en la cesta punta como modo de vida, sobre todo cuando se expandió por varias regiones de España y por otros países y continentes, principalmente América. Había demanda de pelotaris y algunos hicieron las Américas originando un efecto llamada; dedicarse al jai alai era una salida profesional.

La particularidad de esta modalidad, en la que en Estados Unidos el pelotari es casi un figurante en un espectáculo centrado en la apuesta, permitía también que muchos jugadores debutaran con muy poco tiempo de práctica. Las carteleras con partidos estelares y otros de categoría inferior dejaban sitio para todos.

Los markinarras Salegi, Arbe y Zabala (delante), en la presentación del Grand Slam sobre el mármol negro de Markina.

Los markinarras Salegi, Arbe y Zabala (delante), en la presentación del Grand Slam sobre el mármol negro de Markina. Oskar Gonzalez

Pueblo de puntistas

En Markina siempre hubo afición por la cesta punta (también por la pelota a mano), que se transmitía de padres a hijos y entre vecinos y amigos. Y por eso en esta localidad vizcaína siempre han surgido puntistas de alto nivel. A principios del siglo XX ya destacaban Narciso Salazar, Claudio, Arnedillo Mayor, Cazalis Menor o Eusebio Garate, conocido como Erdoza Menor, apodado El Fenómeno y considerado el número 1 de una época de esplendor de la cesta punta. 

El pelotazo en la cabeza que se llevó Orbea en 1966 y que lo dejó en coma obligó desde entonces a jugar con casco.

Años después, a mediados de siglo, los pelotaris markinarras más laureados fueron Andrinua, Muguerza I, Careaga I y Orbea I, conocido como Terremoto de Markina. Orbea fue la figura estelar de los 50 y 60 hasta que un pelotazo en la cabeza en 1966 lo dejó en coma y, aunque se recuperó y volvió a los frontones, no recobró su nivel: le faltaban reflejos. Su accidente sirvió para que a partir de entonces fuera obligatorio el uso del casco y se evitaran así las muertes que no eran tan raras por culpa de una pelota que llegaba a alcanzar los 300 km/h.

Pocos años después triunfó el Chino Bengoa, campeón del Mundo en 1970 y que se recorrió los frontones de España, Cuba, Estados Unidos y México, mostrando cómo en aquella época la cesta punta era más universal que nunca y el puntista, un emigrante. En tiempos más recientes destacaron Elorza, Atain (Josu Mugartegi, oro olímpico en los Juegos de Barcelona’92), Iru, Recalde o Urkidi.

Hay relevo

Hoy sigue habiendo puntistas que llevan con orgullo el nombre de Markina. Jokin Arbe, delantero de 31 años, confirma que la cesta punta sigue muy viva en su localidad natal. “En el ambiente del pueblo es un deporte que está muy presente”, reconocía en una entrevista. Campeón Individual en 2021 y vencedor del Grand Slam de Hondarribia ese mismo año, celebraba que La Uni vuelva a acoger a muchísimos aficionados. “En el camino de Gernika a Markina suele haber una fila de coches increíble, parece el cambio de turno de cualquier fábrica”.

Palabras que certificaba Jon Zabala, zaguero de 34 años, que disfruta en su pueblo tras una larga carrera que lo llevó a Filipinas y a Florida. “Hay un ambiente muy bonito, muy sano. Si la gente ve el ambiente que se crea y lo bonito que es, seguro que con un poco de trabajo conseguimos que se llenen los frontones”, afirma esperanzado el campeón del Winter Series hace un año, resaltando lo entendido que es el aficionado markinarra. “Siempre se dice que en Markina es difícil que te aplaudan algún tanto, porque al haber tantos pelotaris y tan buenos tienes que jugar muy bien para llamarles la atención”.

Jon Zabala, Jokin Arbe, Arai Lejardi y Erika Mugartegi son la prueba de que la cantera de Markina sigue dando sus frutos.

Markinarras también son los zagueros Eñaut Salegi (nacido en 1990), que retornó a casa tras nueve años en Estados Unidos que finalizaron con el cierre de Dania; y Ion Ibarluzea, de 26 años, que debutó en profesionales hace algo menos de un año con un partido en México. También el delantero de 22 años Alex Goitiandia (nieto de Goyogana), otro con pasado en Dania, que entró como sustituto en el último Winter Series; y el zaguero Gorka Mugartegi, Atain II (hijo de Atain), que también ha probado el profesionalismo apenas alcanzada la mayoría de edad, con dos meses en Dania.

Las mujeres pisan fuerte

No sólo de hombres vive la cesta punta. Las féminas en Markina vienen pisando muy fuerte, y de hecho la delantera Erika Mugartegi (hermana de Gorka e hija de Josu), con sólo 14 años, y la zaguera Arai Lejardi (campeona de Europa sub-22 en Toulouse y subcampeona del mundo absoluta en Biarritz), de 16 años, se han proclamado recientemente campeonas de la primera edición del Women Winter Series en un repleto Ezkurdi de Durango. 

Erika Mugartegi y Arai Lejardi, campeonas del Women Winter Series.

Erika Mugartegi y Arai Lejardi, campeonas del Women Winter Series. Borja Guerrero

La Universidad de la Pelota

Que a un frontón se le conozca como la Universidad de la Pelota supone un orgullo para Markina, un pueblo que ha estado íntimamente ligado a esta instalación desde finales del siglo XVIII. Incluso antes ya se jugaba a pelota en un trozo de muralla convertido en un frontón llamado El Siete.


El frontón actual tiene su origen en 1798, obra de Martín de Usatorre, una cancha descubierta que se cubriría mucho después, en 1928. Antes, en 1883, fue ampliado para poder jugar a punta bolea, que más tarde evolucionó a cesta punta. El nuevo y espacioso frontón se inauguró con un histórico partido que mezcló cesta y pala y enfrentó a Chiquito de Eibar y Facundo con Txitibar y Vega, dentro de los Juegos Florales. Aunque desde el inicio se lo conoció como Frontón Municipal, desde los años 50 del siglo pasado fue rebautizado como Universidad de la Pelota. Y no le va nada mal el nombre, visto el número de pelotaris que se han formado, y se siguen formando, entre sus paredes.


El paso de los años, y de los siglos, ha obligado a numerosas remodelaciones (tras la Guerra Civil quedó muy deteriorado), y La Uni actual cuenta con las medidas reglamentarias de 54 metros de largo y 11 de ancho y de alto, con cerca de 1.000 localidades 


Erdoza menor, el nº1 que murió en la cancha

Es muy difícil, y a veces también injusto, comparar deportistas de diferentes épocas, pero parece haber acuerdo en quién es, hasta el momento, el mejor puntista de la historia: Eusebio Garate, conocido como Erdoza Menor. Por algo lo apodaban El Fenómeno y El Matazagueros.


El delantero markinarra mostraba una superioridad física tan aplastante que en ocasiones jugaba él solo contra dos rivales, o ejercía de zaguero, o incluso le hacían otorgar ventajas a sus rivales en el saque o le prohibían rebotear. Su gran rival fue Isidoro Urrutia, ‘El Califa’, quien simbolizaba la destreza en contraposición a la fuerza de Erdoza, llamado así por haber nacido, allá por 1889, en el caserío de Erdotza, a un kilómetro de Markina.


Casi 40 años de carrera completó Erdoza, que triunfó en todos los frontones españoles, además de en Miami, La Habana, México, Buenos Aires, Alejandría e incluso Brasil junto a su hermano Nemesio (Erdoza Mayor). Hay voces que afirmaban que en ocasiones los jueces no sabían si la pelota había golpeado por encima o por debajo de la chapa dada la velocidad que imprimía a la pelota.


Jugó hasta los 54 años, cuando le sorprendió la muerte el 10 de diciembre de 1943 en el Novedades, frontón barcelonés que él mismo había inaugurado en 1929. Tras ganar un tanto lanzándose a por una dejada, se disponía a sacar cuando sufrió un infarto y murió con su mano derecha todavía en la cesta.


Su recuerdo permanece junto al frontis de la cancha de Markina, en la parte de las gradas, con un monumento realizado en su honor por el escultor Ricardo Iñurria y que costearon sus compañeros y rivales y su localidad natal.