La primera vez que Maribel Salas (Barakaldo, 1965) se subió a un escenario fue con 17 años con un grupo parroquial de teatro amateur para hacer el musical Godspell. “En ese momento supe que quería dedicarme a la interpretación”, recuerda. “Éramos unos críos y nuestros padres tenían que firmarnos un permiso para poder hacer la que sería nuestra primera gira de provincial”, cuenta. Esa experiencia, en la que además conoció a su marido, despertó su vena artística, algo que no estaba presente en su familia, a pesar de que su madre, de origen malagueño, era “una persona especial, con carisma y una manera de ser que enganchaba. Era muy divertida y además cantaba muy bien”, advierte. Cualidades que Maribel Salas parece haber heredado, aunque su timidez y humildad le impidan reconocerlo.

Está a tope de proyectos. Hace poco la veíamos en el cine, en ‘Como Dios manda’, y ahora está inmersa en el rodaje de la serie ‘Segunda muerte’, que se estrenará en 2024. 

-Sí. Se trata de un thriller para Movistar+, dirigido por Álex Rodrigo (La casa de papel) y Óscar Pedraza (Patria), en el que formo equipo con Georgina Amorós, Karra Elejalde, Joel Bosqued, Kandido Uranga o Karmele Larrinaga, entre otros. La historia está ambientada en Liérganes, Cantabria.

En teatro podemos verla por partida doble, con ‘Todas las hijas’ y con ‘Las Asambleístas (Las que tropiezan)’. No para...

-Sí. Todas las hijas es un proyecto entre amigas a partir de una idea de Gemma Martí en la que estamos cinco mujeres y la gira está siendo una delicia, porque me permite compartir mi pasión, que es mi trabajo, con mis amigas. Y compagino esa obra con Las Asambleístas, que la hemos estrenado en el festival de Mérida y se trata de un proyecto que me hace una ilusión tremenda porque es una maravilla. Trabajé con el director, José Troncoso, hace muchísimos años, con Vaya tropa, y reencontrarnos ahora en este proyecto de El Terrat ha sido una delicia porque estamos de nuevo sólo mujeres: Silvia Abril, Gabriela Flores, Pepa Rus, Pepa Zaragoza, Olga Hueso y yo. Todas a una.

Se habla mucho del edadismo, la discriminación que se sufre a causa de la edad, en diversas profesiones, y una de ellas es la de la interpretación. Cuantos más años cumple un actor o una actriz parece que más invisible se vuelve, pero en su caso no parece ser así...

-Sí que pasa. Sobre todo a las mujeres. Nosotras nos volvemos invisibles a partir de los 50 y yo es verdad que, bueno, no me puedo quejar... Gracias a Dios, desde Vaya semanita, tengo una carrera bastante estable. Sí que es verdad que hay momentos en los que tienes incertidumbre por lo que puede pasar o recibes menos llamadas de teléfono, menos proyectos... Pero cuando he visto que me pasaba eso, siempre me he generado el trabajo yo misma. Creo que también se está tomando un poquito de conciencia en el sector y se están poniendo a escribir un poco más para nosotras, las mujeres, porque cuando yo empecé nosotras estábamos para servir los chistes de ellos, así de claro.

¿Es más de drama o de comedia?

-Normalmente me llaman para comedia, que me gusta, pero a mí me gusta mucho el drama. Empecé en comedia y es lo que más me ha ido saliendo, pero yo creo que el drama se me da bien. Podréis ver mi registro más serio en la serie ‘Segunda muerte’, así que estoy muy ilusionada.

¿Y en la vida real? ¿Drama o comedia?

-Soy un poco dramática, la verdad. Por un lado me río hasta de mi sombra, porque entiendo que la vida sin sentido del humor no se puede digerir y yo aplico el sentido del humor y la comedia a todo lo que ocurre. Me río muchísimo de todo, pero es verdad que a veces soy un poco dramática y un poco siciliana, no sé, me viene el drama y la exageración andaluza de mis padres, así que tengo un poquito de las dos cosas, pero creo que en mi vida gana la comedia. Aunque también habría que preguntárselo a mi hijo, que siempre me dice que qué poca gracia tengo [risas].

"Me río muchísimo de todo, pero es verdad que a veces soy un poco dramática"

Claro, es que además tiene el listón tan alto, que al dejar de rodar o bajarse del escenario parece que tiene que seguir siendo graciosa...

-Ya... Eso lo llevo mal, la verdad, porque no soy cómica, sino una actriz que he trabajado en comedia. Y tampoco tengo una gracia para que digas me parto con ella. El problema es que la gente espera que seas graciosa permanentemente y yo soy más bien tímida y tampoco tan graciosa.

¿Siente nostalgia de los años de Vaya semanita y también de su personaje, Nekane Amaya, que ha pasado a la historia de la televisión?

-Hombre, es que esos años fueron muy importantes, como actriz y como persona también, porque llevaba ya tiempo en la interpretación pero sentía que el trabajo no fluía y Vaya semanita llegó en un momento de mi vida en la que estaba a punto de dejar la profesión. Acababa de ser madre y me veía en una situación muy precaria. Esa llamada vino en un momento mágico en mi vida. A nivel personal fue muy importante y a nivel profesional también, porque formamos un equipo que es como una familia y a día de hoy seguimos estando en contacto. Y también tengo el recuerdo de la revolución social que causó Vaya semanita. Veníamos de una política de dolor, de pasar por momentos muy duros, políticamente hablando, y ayudó a descansar de todo aquello y a poder hacer comedia de algo que era impensable entonces.

¿Cree que a día de hoy podría hacerse ese humor tan irreverente ajenos a los incendios que surgen en redes sociales por cualquier cosa?

-Hace poco nos reunimos la primera formación de Vaya semanita y empezamos a recordar sketches de la época y, vamos, un montón de ellos sería impensable que se pudieran grabar ahora. Es terrible...