A nuestro alrededor se puede esconder secretos a plena vista, como si un mago nos distrajera con su juego de manos para desviar la atención. Algo así parece que ocurre con el navarro Valle de Egüés-Eguesibar. Su proximidad a la capital navarra y su inclusión en la Comarca de Pamplona, el peso demográfico de la parte meridional del valle, más urbana que la zona del norte, de carácter más rural, hace que su riqueza natural y paisajística pase desapercibida. Detrás de lo que se ve se esconde un entorno ecológico que se divide en distintas zonas geográficas que muestra los mil matices producto de una zona climática que transita entre las características de ambiente alpino, atlántico y mediterráneo.

Eguesibar tiene tres zonas: los valles pirenaicos al norte, el valle central y el llano de Badostáin.

El municipio del Valle de Egüés agrupa 10 concejos (Alzuza, Ardanaz, Azpa, Badostáin, Egüés, Elcano, Elía, Ibiricu, Olaz y Sagaseta) y 6 lugares habitados (Echálaz, Egulbati, Eransus, Gorraiz, Ustárroz y Sarriguren) que se distribuyen en tres zonas orográficas diferenciadas: los valles pirenaicos al norte, el valle en el centro y los llanos de Badostáin y Ardanaz, al sur y que hacen muga con el vecino valle de Aranguren. 

Flora y fauna

Esta distribución ofrece el marco para crear una rica biodiversidad de flora y fauna que en pocos lugares se puede encontrar. Respecto a la flora, ésta varía de los bosques de los valles pirenaicos en los que destacan las hayas y los robles y que a medida que se baja hacia el valle van siendo sustituidos por especies típicas del sotobosque como el boj, el brezo o el tojo. Una vez en la zona central, el protagonismo arbóreo tras años de actividad agrícola intensa queda en la vega del río Urbi, que cruza de este a oeste el Valle de Egüés, con fresnos, chopos y sauces. Los llanos de Badostáin, de carácter mediterráneo, muestra especies adaptadas a la falta de humedad como la encina y el quejigo, además de boj, matas de pacharán y zarzamoras.

Prados y montes que rodean el Señorío de Egulbati.

Prados y montes que rodean el Señorío de Egulbati. P. Cascante

La fauna se caracteriza por la presencia de pequeños mamíferos, en especial los pequeños cazadores del bosque, siendo las estrellas los mustélidos, como las martas, garduñas, comadrejas, y dos muy especiales, el visón europeo y la nutria. A ellos se unen las jinetas y los zorros. Las aves también supone un termómetro de la salud de estos parajes. Se han contabilizado 85 especies, a las que hay que sumar las que aprovechan la balsa de Ezkoriz durante sus migraciones. Para poner en valor esta singular variedad el valle ha creado dos espacios naturales de interés en los valles del norte, los Paisajes Protegidos de Elía y Egulbati. y una zona de interés a sur, en los llanos de Badostáin en torno a la balsa de Eskoriz que comparte con el valle de Aranguren. 

Paisaje protegido de Elía

Elía es un núcleo rural pequeño y bien cuidado y junto a todo su término fue declarado paisaje protegido en 2007 por el Gobierno de Navarra a petición del propio concejo. Es un espacio forestal dominado por el pino silvestre, que también deja espacio para el pino laricio y el pino silvestre, fruto de la colonización del bosque una vez terminó el uso agrícola del terreno. Se recuperan también pequeñas poblaciones de roble y carrascas, así como las arboledas de ribera formadas por chopos y fresnos.

Presenta pequeños espacios de praderas naturales, orlas arbustivas y espinosas de matorral bajo, pequeñas zonas húmedas que visto desde lo alto forman un mosaico de verdes variados. La ganadería extensiva que se practica es una herramienta de gestión para mantener estos espacios. En el pueblo de Elía se encuentra el Centro de Interpretación de este espacio y del contiguo de Egulbati y ofrece la información necesaria para recorrerel valle.

Centro de Interpretación de la Naturaleza en Elía.

Centro de Interpretación de la Naturaleza en Elía. M. Saiz

El itinerario 4 de los recorridos naturalísticos propuestos por el Valle de Egüés es una ruta circular que partiendo de Ibiricu pasa por Echálaz y Elía, además de visitar el interior de este espacio protegido a través de un ramal secundario. El recorrido completo son casi 10 km que se completa en 3 horas y media. La dificultad es media. En su parte más elevada ofrece magníficas vistas sobre el Valle de Egüés y, si hay suerte se ven también los Pirineos. El paraje conocido como el Orinal de Elía es el punto más alto de este recorrido. La iglesia de San Juan Bautista de Ibiricu, el palacio del Señorío de Echálaz y iglesia de la Asunción en Elía merecen una visita y no deben dejarse de lado.

Paisaje protegido de Egulbati

En 2016, el Ayuntamiento del Valle de Egüés declaró el Señorío de Egulbati, de propiedad municipal, y todo su término Paisaje Protegido. Está localizado en la parte norte del valle y se accede desde Sagaseta. Es un terreno boscoso, en el que domina el pino silvestre con algunos manchas de roble pubescente. Su desarrollo es similar al de Elía, creciendo el bosque sobre los terrenos agrícolas abandonados. En las vegas de los arroyos surgen nuevos bosques de ribera. También se encuentra praderas naturales en los valles y zonas de monte bajo espinoso junto a espacios abiertos que dan una gran diversidad de fauna al lugar.

El abandono de terrenos tras años de usos agrícolas deja que la naturaleza recupere lo suyo.

El itinerario 3 de los recorridos es también una ruta circular que comienza en Elcano, pasa por Sagaseta e Ibiricu para volver a Elcano. Sus 13 kilómetros le imprimen una dificultad media para senderistas poco avezados. El tiempo estimado para completarlo es de unas 4 horas y media. Un segundo ramal que parte de Sagaseta hacia el señorío de Egulbati y que acorta algo el recorrido permite disfrutar de espectaculares pinares de las especies laricio y silvestre que lo rodean. 

Desde el señorío se asoma el excursionista sobre los valles de Egüés y de Esteribar. Si el día sale claro, los Pirineos quedan en el horizonte. La parroquia de Elcano, la iglesia parroquial de Sagaseta, la de San Juan Bautista de Ibiricu completan el patrimonio artístico de este recorrido.

Ezkoriz, un humedal de gran importancia ornitológica.

Ezkoriz, un humedal de gran importancia ornitológica. O. Montero

Balsa de Ezkoriz-Zolina

Esta balsa se ha revelado como uno de los humedales navarros más destacados. En origen se creó de forma artificial como un vaso de decantación de la mina de potasa de Subiza. Al cerrar, la balsa perdió su función inicial y se ha convertido en un humedal de carácter salino, cuyo nivel de agua depende de las precipitaciones.

La balsa de Ezkoriz, de origen industrial, es un importante humedal para las aves.

Una parte de la orilla encuentra en el término del concejo de Badostáin, al sur del valle de Egüés. Alberga importantes poblaciones de aves acuáticas tanto locales como de paso en épocas de migración, pero el Concejo ha hecho un esfuerzo por desarrollar e implementar a su alrededor otras pequeñas charcas de agua dulce con el objeto de proteger y favorecer la expansión de grupos de anfibios, víctimas de la contaminación de las aguas y de la destrucción de sus ecosistemas debido a la actividad humana.

El itinerario 10 del valle de Egüés es una ruta circular que empieza y termina en Badostáin y pasa por los altos del mismo nombre. Son 5,6 kilómetros que se recorren en alrededor de 2 horas. Desde los altos se obtiene una buena vista de la balsa de Ezkoriz y magnificas panorámicas del valle de Aranguren y parte de la Cuenca de Pamplona. Si no se coge el desvío al mirador de Badostáin el camino lleva a la balsa. La iglesia de San Miguel y la ermita de la Virgen del Camino en Badostáin son los dos monumentos más destacables del pueblo.

Un reino para los murciélagos

Los quirópteros, los murciélagos, son los más olvidados de entre los mamíferos. Veloces, silenciosos y nocturnos, pocas ocasiones ofrecen para que nos fijemos en ellos. Pero su función como eficaz insecticida natural para el control de plagas hace que sean de vital importancia para los humanos. El Valle de Egüés se ha mostrado como un buen refugio para ellos. Así, en los espacios protegidos de Elía y Egulbati se han realizado labores de censado, para estudiar el estado de las poblaciones de estos animales protegidos.


De entre las 27 especies existentes en Navarra, 15 están presentes en Egüés. Cinco son comunes: el murciélago de Cabrera, el murciélago enano, el murciélago de borde claro, el murciélago montañero y el murciélago hortelano. Se trata de especies generalistas, que se refugian en fisuras y en entornos humanizados. El resto de las especies identificadas son menos frecuentes y su situación es vulnerable o en peligro. Son el murciélago grande de herradura, murciélago pequeño de herradura, murciélago bigotudo, murciélago ratonero pardo, orejudo gris, murciélago de bosque, nóctulo pequeño, nóctulo grande, murciélago de cueva y murciélago rabudo.


Con el objetivo de asentar las poblaciones o de que se convierta el valle en refugio para los que emigren, se instalan refugios.

Un bando de grullas se toma un descanso en la balsa.

Un bando de grullas se toma un descanso en la balsa.

La recuperación de ecosistemas a través de los corredores ecológicos

En el Valle de Egüés son muy conscientes del valor ecológico y naturalístico de su territorio. Por ello trabajan para protegerlo, desarrollarlo y ponerlo en valor. Tras años de explotación, la propia naturaleza está reconquistando terrenos abandonados, especialmente en los valles pirenaicos. Por ello, los trabajos de gestión ambiental se centran en reforzar esta recuperación natural. 


Uno de los puntos más relevantes es lograr conseguir que todos los espacios se conectados entre sí para permitir la movilidad terrestre y acuática de la fauna y evitar el aislamiento de poblaciones. En el Valle de Egüés esta conexión es dificultada por los desarrollos urbanos y las infraestructuras viarias.


Por ello, desde el Servicio de Medioambiente del Valle se centran en apoyar a dos grupos faunísticos, los mamíferos y los anfibios. 


Los mamíferos necesitan de corredores que les permitan moverse e interactuar entre ellos. Sus principales obstáculos los son las carreteras y la ausencia de lineales arboladas que recorran el territorio. Por ello la vegetación de ribera es especialmente importante. 


Por su parte, los anfibios, cuya reproducción va unida al agua, necesitan humedales para su crecimiento. Tanto en la parte forestal del valle, al norte, como en la de cultivos, al sur, las labores agrícolas y ganaderas han drenado las zonas húmedas existentes. Para corregirlo, se han creando nuevas y lograr la deseada expansión. Ademas, estas zonas actúan de abrevaderos para el resto de fauna.