Nació en Irun, pero fue más reconocido en Francia, adonde tuvo que escapar con su familia y fue bautizado como el ‘Príncipe de la opereta’ tras desarrollar una exitosa carrera en la música y en el cine con una voz inconfudible que hizo historia. Luis Mariano Eusebio González García, que así se llamaba, llegó al mundo en la localidad gipuzkoana el 13 de agosto de 1914, en el seno de una familia humilde que se trasladó a Burdeos cuando él sólo tenía dos años y que regresó a Irun en 1922.

Con el estallido de la Guerra Civil española en 1936, su familia perdió su casa al arder en el incendio que sufrió la ciudad fronteriza. Una contienda que les llevó a a exiliarse al otro lado de la frontera, primero a Hendaia y después a Burdeos, librándose Luis Mariano de que lo enrolaran en el Ejército gracias a una trampa de su madre, Gregoria, que cambió su fecha de nacimiento a 1920 en algunos documentos. 

Se le daba bien el dibujo y por ello probó suerte en el estudio de arquitectura de la facultad de Bellas Artes de la ciudad bordelesa. Pero la difícil situación económica de la familia, a la que no alcanzaba con el sueldo de mecánico de su padre, le obligó a contribuir trabajando en la vendimia, como camarero y como peón de albañil.

Luis Mariano, con txapela.

Luis Mariano, con txapela.

Primeros contactos con la música

Para entonces ya había gente que había escuchado su espectacular voz de tenor y lo animaban a ganarse la vida con ella. Dio sus primeros pasos en el grupo vocal Eresoinka, que le permitió actuar en varias ciudades europeas y en el que coincidió con Pepita Embil, madre de Plácido Domingo. Y se lo tomó más en serio al ser admitido en el Conservatorio Jacques Thibaud de Burdeos, donde perfeccionó su técnica mientras realizaba cursos de teatro y cantaba en diferentes grupos, además de en el cabaret bordelés Le Caveau, para ganar algo de dinero.

En ese local conoció a André Varon, un empresario francés apasionado de la lírica, que confió en sus aptitudes y le ayudó económicamente en sus primeras escapadas a París, que no fueron nada fáciles. Allí fue presentado al tenor y profesor de canto Miguel Fontecha y se matriculó en la Comédie Française para trabajar en la interpretación con Maurice Escande.

Una multitud lo recibe en Altsasu como padrino de la boda de su prima.

Siete años después de abandonar Irun, en 1943, le llegó su gran oportunidad, sustituir a un tenor en la ópera bufa ‘Don Pasquale’, de Gaetano Donizetti. Interpretó el papel de Ernesto en el Palais de Chaillot con enorme éxito, lo que le permitió dar un salto en su carrera y cantar en París y en otras ciudades galas las tres óperas más destacadas de Giacomo Puccini: ‘La Bohème’, ‘Tosca’ y ‘Madame Butterfly’. A partir de ese momento decidió adoptar Luis Mariano como nombre artístico.

Llegaron las galas y los programas de variedades. Otro hito en su carrera fue, en 1945, en el Teatro Châtelet, la opereta ‘La bella de Cádiz’, que dio lugar también a un disco del que se despacharon nada menos que 1.250.000 ejemplares, con el tema central, ‘María Luisa’, dedicado a su hermana. De hecho, fue el primer cantante en vender más de un millón de copias de un sólo disco.

Su oportunidad le llegó en 1943 al sustituir con éxito a un tenor en la ópera bufa ‘Don Pasquale’, de Donizetti.

Salto al cine y ‘Violetas imperiales’

El salto al cine llegó un año después con ‘Carga Clandestina’. Entre 1946 y 1949 rodó siete películas y estrenó otra opereta, ‘Andalucía’, que triunfó no sólo en Francia, sino también en Estados Unidos y en Canadá. Un encuentro que también le abrió puertas fue el que mantuvo con Francis López, de origen vasco, compositor de muchas de las obras en francés, que desembocó en dos sonados éxitos: en el teatro, con ‘El cantor de México’ (1951); y en cine, junto a Carmen Sevilla, con ‘Violetas imperiales’ (1952), en lo que se considera el cénit de la carrera del irunés.

Con Carmen Sevilla en ‘Violetas imperiales’.

Con Carmen Sevilla en ‘Violetas imperiales’.

Para entonces Luis Mariano ya había demostrado ser un artista polifacéctico y fue en el año 1950 cuando decidió escribir su primera novela, ‘La canción de mi vida’, a la que siguieron unas cuantas más. Sin abandonar las operetas y el cine musical, entre 1957 y 1958 se embarcó en una gira por Francia y Bélgica junto al Cirque Pinder y en 1958 triunfó en el Olympia de París.

Fue el primer cantante en vender un millón de copias de un solo disco, y en su carrera grabó casi mil canciones.

Con de Gaulle y Franco

Para 1959 ya había interpretado 23 películas y vendido más de cinco millones de discos (serían casi diez millones al final de su trayectoria), con más de mil canciones grabadas en total. Los reconocimientos también llegaron en aquellos años. Fue recibido por el Presidente de la República Francesa en el Elíseo, Charles de Gaulle, que quiso otorgarle la nacionalidad francesa, pero él se negó.

También en España recibió la Orden de Isabel la Católica y actuó ante Francisco Franco en La Granja de San Ildefonso en uno de esos eventos que se organizaban todos los 18 de julio para conmemorar el alzamiento nacional de 1936. Allí, Luis Mariano se atrevió a realizarle una petición al caudillo que pocos habrían osado hacer: que permitiera a sus padres regresar a España, ya que tenían su pasaporte caducado al haber huido a Francia, con lo puesto, muchos años antes, en plena Guerra Civil. Sabedor de que había renunciado a la nacionalidad francesa, el dictador accedió a su petición. 

Aunque en los 60 la opereta fue quedando relegada a teatros especializados, el irunés continuó con una exitosa trayectoria que por desgracia se vería truncada al final de la década. En 1969 estrenó ‘La carabela de oro’ en el Châtelet, pero para entonces se encontraba muy cansado y enfermo y tuvo que suspender algunas actuaciones. Una hepatitis viral fue la responsable de que abandonara definitivamente los escenarios el 10 de mayo de 1970.

Se atrevió a pedirle a Franco que permitiera a sus padres, con el pasaporte caducado, regresar a España.

Muerte y legado

Luis Mariano falleció dos meses después, el 14 de julio de ese mismo año, 1970, en un hospital de París, justo el día de la fiesta nacional francesa, seis días después de sufrir una hemorragia cerebral que lo mantuvo inconsciente, con la parte izquierda de su cuerpo paralizada. Tenía sólo 56 años.

Su tumba en Arrangoitze/Arcangues, siempre con flores.

Su tumba en Arrangoitze/Arcangues, siempre con flores. Javier Colmenero

Gran parte de su fortuna se la dejó a François ‘Patxi’ Lacan, que comenzó siendo su chófer y terminó convirtiéndose en su secretario, amigo y confidente, quizá la persona más cercana a Luis Mariano, que se convirtió en su familia y con el que viajaba hasta Iparralde cuando quería desconectar de la vorágine parisina.

Pese a que la mayor parte de su vida la pasó en Francia, Luis Mariano volvió en ocasiones a su Irun natal y hay quien confirma que llegó a desfilar una vez en el Alarde de San Marcial, en la compañía del Real Unión, y a cantar en la iglesia del Juncal. En la ciudad fronteriza hoy tiene una escultura en la plaza que lleva su nombre, junto al Paseo Colón, además de una asociación lírica que también se llama Luis Mariano. 

El amor imposible con Carmen Sevilla

Aunque siempre se especuló con su homosexualidad, varios testigos afirman que el cantante y actor irunés Luis Mariano quiso casarse con Carmen Sevilla, con quien rodó tres películas: ‘El sueño de Andalucía’ (1950), ‘Violetas imperiales’ (1952) y ‘La Bella de Cádiz’ (1953). Hay cronistas que aseguran que guardaba en su mesita de noche una fotografía de la actriz pero que nunca se atrevió a declararle su amor por miedo al rechazo y por la injerencia de su madre, Gregoria, que era muy posesiva con él. Pero también hay quien dice, como el periodista y biografista especializado en copla Manuel Román, que, pese a tratarse de un amor platónico, sí le pidió matrimonio y que, efectivamente, la sevillana lo rechazó al pensar que a él le gustaban los hombres.


Román asegura que en algún teatro español le gritaron “¡maricón!” por el amaneramiento de sus gestos, que no concordaba con la voz potente que proyectaba en los escenarios. De hecho, afirma que en las películas su voz era doblada por el actor Rafael Arcos para que sonara más viril. Eso no evitó que mantuviera una buena relación con Carmen Sevilla, a quien invitó junto a sus padres a París y los colmó de regalos. De hecho, cuando la actriz se enteró de la muerte de Luis Mariano, interumpió el rodaje de la película en la que estaba inmersa para coger un avión y darle su último adiós.

Una tumba siempre florida en Arrangoitze/Arcangues

Arrangoitze (Arcangues en francés) es una localidad lapurtarra muy cercna a Bidart, Biarritz, Senpere, Ustaritz o Espeleta, que acoge la tumba de Luis Mariano. Aunque murió en el hospital de la Salpetrière, en París, sus restos se trasladaron a Iparralde para así descansar muy cerca de casa sin abandonar el país vecino, que tan bien lo había tratado. Y allí también reposan para siempre otros miembros de su familia. Arrangoitze era un lugar de veraneo de muchas personalidades desde mediados del siglo XIX, como Napoleón III y su esposa, María Eugenia de Montijo, la emperatriz Sissí, Otto von Bismarck o Víctor de Habsburgo. Tiempo después, ya bien entrado el siglo XX, el castillo de Arcangues, ligado a la familia con ese mismo apellido, se convirtió en un foco cultural que atrajo a músicos (Ravel o Stravinsky), escritores (Gide, Valery, Maugham, Maurois, Malraux, Zweig) o actores (Gary Cooper, Frank Sinatra o Bing Crosby).


Allí Luis Mariano se construyó su casa en 1958, Marianoko Borda, en cuya fachada posterior ordenó inscribir la leyenda: “Sólo el final es el que cuenta”. Y entabló una amistad con Pierre d’Arcangues, marqués de Iranda, que hoy está enterrado a cinco metros de él. La tumba del irunés, que recibe continuas visitas, destaca por estar siempre repleta de flores frescas, buena prueba del cariño que sigue suscitando su recuerdo pese a que hace ya 53 años de su muerte. De hecho, el alcalde de Arcangues hizo construir un parking para 500 automóviles para poder acoger tantas visitas.