DESAUTORIZACIÓN Apenas siete horas antes de que se tomara la fotografía que ilustra estas líneas, una tan significativa como inusual mayoría del Congreso la había desautorizado. Por 168 votos (los de los socios habituales de Sánchez más el PP) frente a los 118 del PSOE, incluyendo el del díscolo a ratos Odón Elorza, y con la también reveladora abstención de Vox, la Cámara Baja aprobó una resolución que exige una solución para el Sáhara Occidental de acuerdo a las resoluciones de la ONU, es decir, la celebración de un referéndum de autodeterminación. A la parte socialista del Gabinete -luego dedicaremos un párrafo a su todavía socio que está al plato y a las tajadas- le cabe argumentar que la iniciativa no tiene ningún valor práctico, puesto que se trata de una proposición no de ley. No está mal como apunte para el argumentario o trampa en el solitario, pero no va a colar. Lo que le dijo el poder legislativo al cabeza del poder ejecutivo es que no tenía legitimidad para negociar o acordar nada con el dudosamente democrático rey de Marruecos.

MARRUECOS IMPONE Y aun así, como dan fe las imágenes, las declaraciones oficiales de ambas partes y los despachos de prensa, Pedro Sánchez hizo aquello para lo que no tenía el permiso de la institución donde, según el manual, reside la soberanía popular. En su visita dio carta de naturaleza a una nueva relación del Estado español con el reino alauí, sustentada en las condiciones impuestas por el régimen de Mohamed VI. La primera, la asunción sumisa y sin rechistar de la postura de Marruecos sobre el Sáhara, concretada en una autonomía de chicha y nabo y cerrando para siempre la vía del referéndum sobre la autodeterminación. Como contraprestación, se cita difusamente la garantía de la integridad territorial española. Eso implicaría la renuncia a Ceuta y Melilla por parte del vecino del otro lado del Estrecho. Pero nadie ha escuchado al monarca marroquí decir tal cosa.

TAMBIÉN UNIDAS PODEMOS Lo único obtenido a cambio de la claudicación ha sido la promesa de aliviar la tensión migratoria. Lean ahí que Mohamed VI, si lo tiene a bien, dejará de usar a sus súbditos como carne de cañón que arrojar al otro lado de las vallas. Ese ha sido el precio que ha aceptado el Gobierno español. Y aquí llego a lo que anunciaba arriba: el Gobierno español incluye a todos y cada uno de sus miembros sin excepción. Sus acciones no son parcelables. Las asumen la totalidad de sus integrantes. Por lo tanto, puesto que las ministras y los ministros de Unidas Podemos no han abandonado el Gabinete, esta decisión es también suya.