Inasequible al desaliento escalador: Acaba de demostrar que quien lo sigue lo consigue. Y también, como me dijo una vez su colega Josune Bereziartu, que los fracasos son el campo base de los éxitos. Eso sí, la condición es perseverar. Así ha sido cómo al tercer intento ha conseguido hollar la cumbre del Masnalu sin oxígeno y en condiciones netamente invernales tras lo que mi compañero Unai Muñoz denonimó “una ascensión exprés” al octavo ocho mil más levado del planeta. Desde lo alto, mostró su satisfacción rayando en la felicidad: “Estamos muy cansados pero tremendamente emocionados. Ahora toca volver todos sanos y salvos”. Eso último, efectivamente, es lo más importante para poder acometer los próximos retos. Zorionak.