Desde luego, va más allá de la anécdota, y seguramente caben mil razones para estar a favor, en contra o no pronunciarse.
El Congreso vota este martes el real decreto para reforzar el sistema eléctrico tras el apagón
Pero no deja de resultar tan divertido como ilustrativo el debate de trazo grueso sobre la supresión de la expresión “de los diputados” que se aprobó ayer en el pleno prevacacional en la cámara baja.
#UnaMutilación
“Manda la Constitución”
La nueva denominación se recoge en el nuevo reglamento del hemiciclo (qué bien vienen los sinónimos) que salió adelante. Desde la oposición extrema, se niega la mayor. Se dice que donde hay patrón no manda marinero, o lo que es lo mismo, que donde hay Constitución no manda reglamento. “Si el 66.1 bautiza a nuestra cámara baja con el nombre de ‘Congreso de los Diputados’, el legislador no puede llamarla de otro modo”, zanjaba el catedrático de Derecho Constitucional Carlos Flores, que, vaya casualidad, es también Diputado de Vox.
#UnaLeonaYUnLeone
Reducciones al absurdo
Desde la fachosfera, además de acogerse a sagrado con la mención a la Constitución, han llovido tuits entre indignados y graciosetes sobre el asunto. “Ahora vendrá la discusión sobre si llamarlos congresistas y congresistos, señorías y señoríos”, porfiaba un perfil semianónimo bajo el alias Carla o Carolina.
Abierto el festival del humor, el tuitero diestro Paco Mariño mostraba así su chispa: “¿Y qué hacemos con los dos leones a las puertas del Congreso? Habrá que poner una leona. Y un leone”. Lo cierto es que el animal de la derecha, aunque tenga melena, carece de atributos sexuales masculinos. Sobre el motivo hay como un millón de teorías, pero el hecho sirve de ¡zasca! para los chistosos de lance.
#NadieCambiaElNombre
Una explicación que no explica
Para abundar en el desconcierto, el diputado socialista Rafael Simancas cantó la gallina y vino a dar la razón a quienes sostienen que el cambio es un brindis al sol. “Nadie cambia el nombre del Congreso porque lo establece la Constitución. El Reglamento ha utilizado indistintamente Congreso de los Diputados y Congreso, y ahora utilizará Congreso, sobre todo pero no exclusivamente. Para avanzar en igualdad, también en el lenguaje”, argumentaba sin darse cuenta de que estaba regalando argumentos a los contrarios.
El politólogo César Calderón lo resumía así: “Lo de que el Congreso de los Diputados pase a llamarse ‘Congreso’ en su propio reglamento, pero siga llamándose ‘Congreso de los Diputados’ en la Constitución define perfectamente los tiempos de postureo político tan peligroso como inane que vivimos”.
#ProstitutasConDineroPúblico
Abascal, triple tirabuzón
Todavía se puede empeorar. Aquí tienen a Santiago Abascal retorciendo los argumentos hasta cuadrarlos con sus obsesiones: “Es un insulto que estén ocupados en cambiar el nombre al Congreso de los Diputados mientras importan gente que no respeta a la mujer, sueltan a violadores, pagan a prostitutas con dinero público o tratan a las mujeres como mercancía”. Buff.