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Louganis confesaba su sida

El 24 de febrero de 1995, Greg Louganis confesaba que sufría ya el sida cuando se golpeó la cabeza en los Juegos de Seúl 88 y sangró dentro de la piscina. Aún no se sabía si el virus podía contagiarse así.

Louganis confesaba su sida

Fue, y sigue siendo, el mejor saltador de todos los tiempos, y cuando se retiró tras los Juegos de Seúl"88 así lo atestiguaba su palmarés -47 títulos nacionales de Estados Unidos, cuatro oros y una plata en Juegos, cinco oros en Mundiales y seis en Panamericanos-. Y aún habría sido mayor a no ser por el boicot de su país a los Juegos de Moscú"80.

La elegancia natural de sus saltos y su perfección técnica maravillaron a varias generaciones de espectadores, hasta el punto de que se convirtió en uno de los deportistas olímpicos más populares, pese a ser la suya una modalidad que suele pasar casi inadvertida en el fragor de unos Juegos.

Gregory Efthimios Louganis, de familia de origen de Samoa y Suecia y adoptado en su California natal por un matrimonio de ascendencia griega, sigue siendo el único saltador que ha ganado dos oros -en trampolín de tres metros y palanca de diez- en dos Juegos (1984 y 1988).

Precisamente en Seúl"88 tuvo un accidente con consecuencias inesperadas: en uno de los saltos de palanca en medio mortal hacia atrás -el mismo ejercicio que poco antes había costado la vida a un saltador soviético- se golpeó con la cabeza y cayó al agua.

Los médicos del equipo estadounidense tuvieron que ponerle diez puntos de sutura, lo que da una idea de la brecha que se hizo y de la sangre que se mezcló con el agua de la piscina.

Media hora después, con un vendaje en la cabeza, Louganis regresó a la competición y, salto a salto, se alzó con un oro que ponía la guinda a su carrera deportiva.

Después, ya como ex deportista, Louganis se dedicó a lo suyo -estudió Teatro y Artes- hasta que se animó a competir de nuevo por una buena causa: confesó su homosexualidad, compitió en los Juegos Gay de Nueva York de 1994 y, desde entonces, se convirtió en uno de los embajadores del movimiento homosexual.

Un año después llegó la polémica, al revelar que ya era seropositivo cuando sufrió ese accidente en Seúl. "Lo único que pensaba era en sujetarme la cabeza, no permitir que saliese la sangre y que nadie la tocase".

Por fortuna para él, desde 1988 a 1995 ya se había descubierto que el virus no podía transmitirse a través del agua de una piscina. Y, más importante, ya se sabía luchar contra la enfermedad, por lo que no sufrió la muerte prematura por sida de otras figuras del deporte.